En el Foro Económico Mundial de Davos, está surgiendo una nueva división en la banca mundial: los bancos que se deleitan con el rompimiento de las normas en Washington y los que se preocupan por quedarse atrás.
Ejecutivos de empresas estadounidenses y europeas aprovecharon la reunión anual en Suiza para debatir el enfoque de la nueva administración estadounidense sobre la desregulación.
“La expectativa es que EE.UU. se sitúe muy por delante de Europa en términos de menor regulación, y dado que los bancos estadounidenses operan en Europa, eso nos situará en una desventaja competitiva”, declaró Andrea Orcel, director ejecutivo de UniCredit SpA. A la hora de competir en países como Alemania, UniCredit no considera que sus rivales sean los bancos de la región. “Los verdaderos competidores a los que tememos son los bancos estadounidenses”.
Las advertencias lanzadas por Orcel desde Suiza llegan justo un día después de que Trump regresara a la Casa Blanca con la intención de acabar con la burocracia e impulsar el crecimiento económico. Desde su toma de posesión, ha emitido varias órdenes ejecutivas en un rápido esfuerzo por cumplir esa promesa.
El equipo de Trump está creando un “entorno muy favorable a las empresas”, dijo Mary Erdoes, jefa de la división de gestión de activos y patrimonios de JPMorgan Chase & Co. “Esperemos que eso nos mantenga por delante de otros gobiernos del mundo”.
El posible impulso a los bancos estadounidenses podría ampliar una disparidad con los bancos europeos que ha ido creciendo por más de una década. Ahora preocupa que el estancamiento del crecimiento de la UE lastre aún más las perspectivas de las instituciones financieras de la región.
“No me cabe duda de que Europa necesita una llamada de atención sobre la regulación”, dijo el vicepresidente de BlackRock Inc., Philipp Hildebrand. “Eso no significa que desregules y te prepares para la próxima crisis financiera, pero hay que tener en cuenta la competitividad”.
Uno de los principales focos de atención para los bancos europeos será la aplicación de las normas de capital conocidas como Basilea III. Inicialmente previstas para este año, varias jurisdicciones han empezado a retrasar la fecha de entrada en vigor.
Los bancos de todo el mundo argumentan que mayores exigencias de capital limitan su capacidad de conceder créditos a empresas y hogares, aunque normas más estrictas hacen mella sobre todo en sus reservas para dividendos a los accionistas y recompra de acciones.
EE.UU. aún no ha anunciado sus planes para adoptar la siguiente fase de la normativa de Basilea, después de que la propuesta de los reguladores del país para 2023 suscitara una intensa oposición por parte del sector bancario. Aunque los organismos de control presentaron una propuesta suavizada a finales del año pasado, no especificaron cuándo se esperaría que los bancos cumplieran las nuevas normas.
Esto ha hecho que muchos países de todo el mundo se pregunten si EE.UU. seguirá adelante con la propuesta o cuándo lo hará. El Banco de Inglaterra ya ha retrasado un año la adopción de Basilea arguyendo “la incertidumbre actual en torno a la calendarización” de las normas en EE.UU. La Unión Europea también ha postergado la aplicación de algunas partes del reglamento, aunque otras ya están en vigor.