Una historia de superación

Simone Biles, la leyenda que volvió para brillar en los Juegos de París

La atleta estadounidense de 27 años es una de las estrellas de los Juegos Olímpicos. La genialidad de su performance en gimnasia artística llega después de su retiro en 2021, cuando contó que la presión estaba afectando su salud mental y decidió abandonar las competencias. También fue una de las denunciantes del médico del equipo olímpico de Estados Unidos que durante años abusó de las jóvenes atletas de ese país. Su historia de resiliencia.

Abanderada. Biles vuelve a presentarse este fin de semana en los JJ.OO. de Francia. Ya lleva ganadas varias doradas y va por más. Foto: afp

A los 6 años, Simone Biles fue de excursión a un centro de gimnasia, el Bannon Gymnastix. En cierto momento, empezó a imitar a unas atletas en la parte de atrás del gimnasio. Una de las entrenadoras la vio y llamó a Aimee Boorman para que la viera. “No tenía ninguna experiencia, pero igual podía hacerlo”, le contaba hace algún tiempo esa niña devenida en gimnasta a la conductora norteamericana Ellen Desgeneres. “Gimnasta” es un decir para empezar. Porque, en realidad, estaremos repasando en las siguientes líneas la historia de una de las atletas más importantes de la historia de los Juegos Olímpicos, esas dos semanas en donde el deporte de élite se da cita en una sola ciudad.

En el documental Simone Biles vuelve a volar, distribuido por Netflix y dirigido por Katie Walsh, la medallista olímpica Betty Okino es contundente: “Es una atleta única en la vida. No sé cuándo volveremos a ver a otra que podría acercársele”.

La sensación al ver a Biles en estos Juegos Olímpicos de París en los que sigue cosechando medallas es la que generan esos atletas irrepetibles, que con una mezcla de dominio total del cuerpo, elegancia y excelencia, dominan su disciplina, mientras sus competidores simplemente asisten a la historia. Roger Federer, Lionel Messi, Michael Jordan o Serena Williams quizás son tres ejemplos recientes comparables. Pero Biles tiene otros complementos que hacen que su historia no solo se inscriba en la lista de los acumuladores de títulos, sino en esa nómina antológica de artistas del deporte que debieron afrontar contextos, cayeron y siguieron adelante: Maradona, Mohamed Alí, por ejemplo. Las analogías no siempre son la mejor manera de ilustrar, pero sirven para dimensionar. Joscelyn Roberson, compañera de equipo de Biles, hace una comparación que a los estadounidenses les serviría mucho para dimensionar su dominio: “Simone es como un equipo de fútbol americano que nunca perdió un Super Bowl”.

Su primera participación en los Juegos Olímpicos fue histórica: con cuatro medallas de oro en Río 2016, se convirtió en la gimnasta estadounidense con más medallas de oro en unos únicos Juegos Olímpicos. Pero su siguiente participación estuvo signada por los twisties, una pérdida de la conciencia espacial que los gimnastas experimentan mientras están girando en el aire. A ese fenómeno, repentino y para muchos aterrador, Biles lo entendió como un síntoma de que su cuerpo y su mente se habían desconectado. La presión que caía sobre sus hombros le estaba imposibilitando disfrutar, volar, concentrarse y competir a ese nivel. La olla la destapó un salto en la competencia de caballetes en la que se notó, hasta para el público no necesariamente versado en los bemoles de la disciplina, que la atleta estaba incómoda. Tokio 2020 fue una competencia inusual. Para empezar, como se recordará, se celebró en 2021. Con lo cual hasta el nombre de la competencia estaba desfasado. Y, como una metáfora del desajuste mundial producto de la pandemia, la que estaba destinada a ser una medallista récord tuvo que marcar un límite. Las consecuencias de la pandemia no se limitaron a un mero desplazamiento. El covid-19 todavía seguía rondando y los atletas tuvieron que viajar solos. Lo cual, en su momento, generó cierta incomodidad. Los consensos sanitarios mundiales dictaminaban que las burbujas debían ser lo más reducidas posible, pero varios atletas denunciaron, en su momento, que el acompañamiento de los seres queridos era fundamental para el desempeño. Una contención necesaria para afrontar competiciones que conllevan una presión altísima: en los Juegos Olímpicos los atletas no se representan a sí mismos, sino a confederaciones que son, a su vez, la representación deportiva de los países. Es de todos modos sorprendente ver la entereza con la que Biles asumió la situación, entendiéndola a la perfección. Doce horas antes de la final por equipos, en esos mismos Juegos Olímpicos, la gimnasta grabó un video, entre lágrimas, en el cual confesaba la verdad: “No estoy logrando conectar con mis habilidades”. El twistie se estaba manifestando, a todas luces, como la punta de un iceberg que era necesario investigar.

La gimnasta británica Claudia Fragapane compitió en los Juegos de Río 2016, tuvo una caída de las barras asimétricas, luego otro traspié similar y contó, en una nota con la BBC de hace algunos años, algo parecido a lo que le tocó vivir a Biles, cosa que le permitió empatizar de una manera acérrima: “Tiene una carga tan pesada sobre sus hombros. Todo el mundo piensa que va a ser tan perfectamente de otro planeta y perfecta y que no es humana. Pero, en realidad, es humana, y creo que la presión simplemente fue demasiado”.

Y agregó: “Es muy peligroso si dudas tan solo un poco en ti misma, o te pueden causar muchas dificultades, te puedes lesionar de verdad. Yo he estado en esa situación y terminé lesionándome”.

Esos Juegos de Tokio, Biles los terminó sin oros, aunque se quedó con un bronce en la competencia por equipos. Luego vendría el tiempo del parate, de la reflexión, de la introspección y de la ayuda profesional. En ese marco, Biles tuvo que priorizar. Para trabajar en su salud mental, debía dar un paso al costado en las competencias de élite. La cosa parecía compleja, pero lógica. Las carreras de las gimnastas no suelen ser muy largas y para los próximos Juegos, en París, tendría 27 años. Ya había ganado mundiales, competencias nacionales, y medallas olímpicas. Podía empezar su retiro y los libros de historia de gimnasia tendrían un capítulo con su nombre, y en el ejercicio sobre suelo, su especialidad, habría para siempre dos epónimos: movimientos que se llaman con su apellido porque fue la primera en practicarlos: el Biles I y el Biles II.

Pero la pausa duró tan solo dos años. Volvió a competir en agosto de 2023, ganando el US Classic de Chicago, como primer paso de su preparación para los Juegos Olímpicos de París 2024.

Y ese capítulo ya está siendo escrito. Una cosa interesante del documental Simone Viles vuelve a volar es que es una suerte de historia abierta. Muchos documentales repasan carreras acaecidas: son narraciones de un pasado mejor. Pero este documental es básicamente una serie que se va largando por entregas mientras se edita esta historia de gloria en presente.

El jueves, mientras Biles ganaba el sexto oro de su vida y así batía el récord de medallas doradas que le pertenecía a Nadia Comaneci (que sigue siendo la única gimnasta en haber logrado un 10), en las gradas aplaudían personalidades como el nadador Michael Phelps y la tenista Serena Williams. La misma Comaneci había estado el lunes viendo a Biles junto a sus compañeras norteamericanas. Ambos deportistas marcaron eras en la misma disciplina, algo no suele repetirse en todas las décadas. Habrá que disfrutar, con la conciencia plena de lo arduo que fue el camino hasta este momento y la excepcionalidad de este inmejorable presente para la leyenda que volvió y voló.

 

Nadia Comaneci: “Ella es única”

P.F.

En la memoria olímpica, la antecesora de Simone Biles es Nadia Comaneci. La atleta rumana logró por primera vez el puntaje perfecto: un 10, tan raro era que el tablero no estaba programado para informarlo. Comaneci ganó nueve medallas olímpicas y fue puntuada con los primeros 10 de la historia de la gimnasia en Montreal 1976. A los 62 años, participó de la inauguración de los JJ.OO. de París y también siguió de cerca las actuaciones de Simone Biles desde las tribunas. Las comparaciones entre las dos leyendas son inevitables, pero Comaneci no tiene dudas. “Ella es única. Siempre dije que cada 40 o 50 años aparece alguien que hace algo simplemente increíble en un deporte. Con el código de puntuación que tenemos en gimnasia en este momento y la dificultad que tiene, las habilidades que ella tiene son claras y probablemente muchos de los muchachos no puedan hacer eso. Así que ella es la mejor en este momento y no estoy segura de que haya alguien que pueda acercarse”, dijo frente a una cámara oficial de los JJOO.

“Hay algunos eventos particulares en los que nadie puede ser mejor a Simone Biles, pero también existe la posibilidad de que ella no tenga una buena competencia en estos Juegos, pero ni siquiera eso es suficiente porque ella es lo suficientemente buena como para que, incluso con un error, ganar”.

“Usted también rompió barreras con aquellos 10, para los que no estaban preparados ni los marcadores. ¿Aquello lo cambió todo?”, le preguntó un periodista de la agencia de noticias EFE. “En los entrenamientos hacía los ejercicios mejor que como los hice en Montreal. Pero allí hice elementos que nadie había hecho antes. Yo rompí el hielo. Hace 48 años, a través de mi gimnasia, me convertí en la mejor, hombre o mujer, cuando nadie hablaba de igualdad en la vida y en el deporte. Con mis ejercicios hice eso para las mujeres.