“Le fue bien a ‘Poné a Francella’ porque la gente quiere ver cosas de ficción en TV”
Puede afirmarse que él es un personaje multiplataforma. Adrián Lakerman acaba de lanzar su libro “Cómo pisar una cáscara de banana”; fue actor en la serie “Envidiosa”, hace teatro, streaming, tiene un exitoso podcast sobre el tópico que más lo apasiona: el humor. Y desde ese lugar agranda el debate sobre la polémica que generó el regreso de “Poné a Francella”.
Adrián Lakerman hace muchas cosas, pero todas las ocupaciones que se le conocen orbitan al humor. Ya sea como actor de la exitosa serie Envidiosa; o en su espectáculo Saborido & Lakerman; o en Un barco llamado Loperman, obra que hace con Charo López; o en sus columnas en Gelatina, o en su podcast Comedia, o como autor del libro Cómo pisar una cáscara de banana, “un recorrido por los mecanismos del humor” como él aclara.
La enumeración se parece al CV de alguien que reflexiona y ejecuta, se expone y acerca una mirada reflexiva. Estas semanas el humor estuvo en el centro del debate, por la decisión de Telefe para reponer al aire Poné a Francella. Ante eso, circularon en redes sociales algunas críticas por la tónica de algunos chistes. Y todo parecía decantar en una polémica acerca de cómo nos relacionamos con determinadas productos culturales hasta que opinó la coprotagonista de ese ciclo, Florencia Peña: “Yo creo que el humor tiene que ver con las épocas”. Y el debate cobró otra escala. Poné a Francella dejó de salir por Telefe y la emisora explicó el motivo (ver recuadro). “Pocas cosas abren tanto el debate como el humor”, dice Adrián Lakerman en diálogo con PERFIL.
—Antes se hablaba de los límites del humor; ahora, parece, se habla de contextos.
—El otro día un periodista sugirió que Poné a Francella podría estar en el canal Volver. Me pareció interesante, por más que sería difícil, Volver pertenece a El Trece. Pero pensé: la televisión repitiendo cosas, ¿no es el canal Volver? Muchos televidentes saben que están viendo formatos viejos. De hecho, no hay ningún otro programa de ficción ni de humor en las grillas. Entonces, ¿el contexto es obvio o habría que desplazar el contenido a otro canal que lo explicite mejor?
—¿Y qué opciones hay?
—Una que escuché es sacar el sketch más polémico, el que Francella remata con: “Es una nena”. En general, es un programa que genera sentidos homofóficos u otras formas de odio. Pero si sacás esas partes sería raro porque podría generar el sentido contrario: la victimización y el envalentonamiento de conservadores que creen que esos chistes tiene que estar porque sí. O, aún peor, porque están a favor de formas de odio, pedofilia...
—También puede generar interés.
—Sí, ese es otro efecto posible. Cuando una obra se prohíbe genera mayor interés. A Poné a Francella le fue bien cuando volvió a la grilla. Pero es porque hay una necesidad de ver cosas de ficción que no hay en la tele abierta. Y ahí está el verdadero tema de este debate: que Telefe tenga que poner una lata de 2003 porque no apuesta un centavo a generar algo de ficción, de humor, drama, fantasía, cualquier cosa artística. Ahora sólo hay realities, paneles y latas viejas.
—¿No habría debate si tuviéramos una televisión con ficciones?
—Habría otros; igual es interesante que los haya. Otra pregunta es: ¿alguien puede sentirse avalado por un sketch para cometer un delito?
—En todo caso es una exigencia injusta con la comedia. No se le impugna lo mismo a una película de acción respecto a la violencia.
—Es que el humor es muy transversal, puede entrar cualquiera. El arte propone unas reglas claras: en un escenario uno puede hacer cosas o decir cosas que están dentro de la incorrección, de la experimentación y hasta de la estupidez. Pero el carácter popular del humor genera en algunos la sensación de que no pareciera algo artístico, con lo cual no debería responder a esas reglas.
"El debate es que Telefe ponga una lata de 2003 porque no apuesta un centavo a la ficción"
—¿Es que nos ponemos más literales con el humor?
—Es que pocas cosas movilizan más que el humor. El problema es cuando las posturas se radicalizan. Dentro del humor hay distintos grados de prestigio.
—Imagino una película de Charles Chaplin.
—Claro, si le pedís límites a una película en blanco y negro, estamos en un problema. Pero lo interesante es preguntarse qué pasaría si se tomaran determinadas decisiones ahora, si se contaran algunos chistes hoy.
—Y como fondo de todo esto está la corrección política.
—División Palermo ataca ese problema. Se burla de la deficiencia del progresismo.
—Es un guión quirúrgico.
—Tiene el sistema perfecto de mostrar lo discriminador y que el objeto de burla sea el emisor. Y los remates están en la cabeza del que observa. Es una genialidad de Santiago Korovski.
—Más allá de eso, ¿está costando reírnos?
—Cuando surge el tema de los límites, pienso que el foco lo tiene que tener el humorista. La responsabilidad es de quién hace: tiene que considerar dónde lo hace y en qué marco. A veces, la risa viene de la educación, los debates que preceden a un chiste. Creo que si se tienen en cuenta esas cosas, la risa es algo accesible para todos.
—Pero para eso quien hace comedia tiene que estar atento a los cambios.
—Una vez le pregunté a Dady Brieva por qué dejaron de hacer con los Midachi el chiste de Penélope y sus machos. Y me respondió que dejaron de hacerlo no por miedo a que los cancelen, sino porque dejó de parecerles gracioso a ellos y a la audiencia. Ahora las naturalizaciones están muy dinámicas.
—¿Las redes sociales tienen algún rol en eso?
—Sí.En 2020 surgió un hashtag en Twitter que se burlaba de las cosas de hetero. Era algo contextual: había un Ministerio de la Mujer, por ejemplo, y la sociedad estaba en un momento que generaba un marco que hacía de eso algo gracioso. Ahora en las redes vemos un humor que ataca más a las minorías. Y quizás siga siendo así de dinámico.
El motivo por el que Telefe dejó de emitir “Poné a Francella”
E.I.
La reposición que este verano hizo Telefe del ciclo de 2003, Poné a Francella, provocó polémica. Sobre todo por el sketch en el que el personaje de Guillermo Francella siente atracción por la amiga del secundario (Julieta Prandi) de su hija, pero nunca concreta su fantasía y cierra la escena con la frase: “¡Es una nena!”. Florencia Peña, coprotagonista del ciclo, opinó sobre algunos chistes que estaban fuera de época. Esta semana, Telefe dio por finalizada la emisión de Poné a Francella. Consultados por PERFIL explicaron que la reposición del ciclo se dio en el marco de un especial por los treinta y cinco años de la emisora, y habrá otros formatos producidos por Telefe que irán rotando en la pantalla. Se aprovechó reeditar Poné a Francella en verano porque es un momento del año donde se prueban cosas. Ya cumplido ese tiempo de prueba, Telefe lanza este domingo la temporada 2025 de Pasapalabras.
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