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Gonzalo Gutiérrez dirigió ‘Gigantes’, un filme de animación donde trabajaron más de 500 personas

De los más de sesenta proyectos que tiene en carpeta, “Gigantes” era el favorito de Gonzalo Gutiérrez. En 2016 fueron al Festival de Cannes para conseguir productores y con el único que dijo “Sí” terminaron asociándose. En el camino se sumaron otros que luego sucumbieron por razones varias. “Gigantes” se estrenó primero en Francia y allí se ubicó como la segunda película argentina más vista en la historia de ese país, detrás de “Relatos salvajes”. De allí pasó a quinientas cuarenta salas de todo el mundo, incluida la Argentina, donde tuvo un sobrio recorrido. Uno que todavía continúa.

Inspiración. “Soy del Bajo Flores, y en mi colegio, los fines de semana, tenían un cine donde pasaban dos películas”, dice Gutiérrez. Foto: gtza.s.galletti

“Quería hacer algo que trajera de nuevo los valores del famoso Quijote a las generaciones actuales”, dice en diálogo con PERFIL Gonzalo Gutiérrez, director de Gigantes, la película animada que, por ejemplo, en Francia se convirtió en la segunda película argentina más vista en la historia, después de Relatos salvajes. Esta coproducción argentino-alemana que se estrenó en quinientas cuarenta salas en Francia logró desplegar una maquinaria que involucró a más de quinientos artistas y profesionales del rubro, y su banda sonora  estuvo a cargo de la Synchron Stage Orchestra de Viena, que trabajó en Top Gun Maverick y Guardianes de la Galaxia.

—¿Cómo surgió “Gigantes”?

—Tengo un Word con todos los proyectos que tengo, unos sesenta y pico, a los que voy agregando cositas y ordenando por orden de prioridad. Y este tenía particulares ganas de hacerlo. Originalmente se iba a llamar Quijotes y terminó siendo Gigantes. 

—¿Quijotes? 

—El Quijote es un libro que a veces espanta a las nuevas generaciones por la forma en que está escrito, por la narrativa, por lo de los caballeros, etc. Sin embargo, me parece que es superinteresante, relacionado con la crítica social y el sentido de justicia. 

—¿Cuánto pasó hasta que se pudo empezar a concretar?

—Muchos años. La primera idea la bajé en 2009-2010. En  2015  estaba trabajando en una compañía de efectos visuales muy grande, con muchos artistas, y empezamos a hacer el desarrollo visual de la película. En 2016 viajamos a Cannes a presentar un pequeño teaser y tuvimos varias reuniones. ¡Nos encontramos con doscientos “No”!, y un único “Sí” de quienes terminaron siendo nuestros socios alemanes. Nos aferramos a esa respuesta positiva durante cuatro años hasta que finalmente arrancó la producción, en 2020.

—Imagino lo que pasó.

—Esos cuatro años pasó de todo. Íbamos a coproducir con una empresa belga que terminó fundiendo a dos semanas de arrancar la producción. Habíamos cerrado también con una productora de Brasil muy grande, asumió Bolsonaro y cambió la reglamentación de la reinversión de grandes compañías en la animación. Después de muchos traspiés y cerramos con nuestros socios alemanes, que estaban con su propia compañía de animación y empezamos la producción.

—¿Cómo empezó tu relación con el cine animado?

—Recuerdo tener un libro de Walt Disney, que tenía de todas las películas. Por algún motivo, la película de mi infancia que más me gustaba visualmente era Robin Hood. Me parecían hermosos los personajes. También hay algo en la historia en el sentido de justicia que me copaba en una época tan oscura como la del medioevo. Y después de más grande, me enamoré de la técnica stop motion, empezando por El extraño mundo de Jack, una de mis favoritas. Y después todo el universo Laika (ndr: una compañía de animación que trabaja mucho con stop motion) es lo que más disfruto últimamente. 

—Hay algo de arquitectura “stop motion” en “Gigantes”.

—Sí, en algunas cosas de los escenarios y los detalles queríamos transmitir un poco eso.

—¿Qué película te vinculó con el cine animado? Desde lo emocional o desde lo profesional.

—Lo mío empieza más con el cine de ciencia ficción. La primera película que fui a ver fue El regreso del Jedi. Después viene Superman 2... Soy del Bajo Flores y en mi colegio todos los fines de semana tenían un cine en el que pasaban dos películas: una de animación y otra live action, para niños. Nuestros padres nos dejaban en la puerta y nos venían a buscar a la salida. Era un cine tomado por niños y era espectacular. Durante años fui cada fin de semana y vi una inmensa cantidad de cine animado. Pero siempre me atrapó más la ciencia ficción. 

—¿Y cuándo entra la animación?

—Recién cuando empecé a trabajar en animación me sentí atrapado y cautivado por las posibilidades que hay ahí para transmitir humor y los mensajes que a los niños les impactan. Para mí el sonido más maravilloso del mundo es la risa de un niño. Y cuando veía salas llenas de chicos reírse de chistes que habíamos pensado y discutido, sentí que era algo espectacular.

—“Gigantes” tuvo su recorrido en su momento pero ahora está cosechando críticas positivas y audiencias. ¿Cómo vivís este momento?

—Fue un recorrido raro. Se estrenó primero en Francia y le fue superbién, es la segunda película argentina más vista en la historia. Se estrenó en quinientas cuarenta salas en todo el mundo, una locura. Pero cuando trabajás de manera independiente, precisamente dependés de los territorios y cada uno estrena cuando quiere con el nombre que quiere, con el póster que quiere.

—¿Cómo es eso?

—Es muy loco; de repente la película toma vida propia Y la verdad que acá hicimos una campaña muy grande, muy a pulmón, invertimos todos nuestros ahorros. Y tuvimos unas repercusiones muy lindas, incluso con colegios que iban todos en grupo a verla. Veíamos el recorrido de la película en notas: festivales, crítica. Nos iba llegando información actualizada y en ese proceso íbamos entendiendo la dimensión de todo.  

—¿Cuáles fueron los desafíos a la hora de abordar esta producción? ¿Costó mucho armar el equipo?

—El desafío más grande fue el de la financiación porque es algo casi sin precedentes en Argentina: trabajaron más de quinientos artistas por casi cuatro años. El equipo no nos costó tanto, porque tenemos una empresa de efectos visuales, entonces conocemos a la mayoría de la gente del rubro local. Nuestros socios alemanes aportaron su gente y nosotros nos encargamos de toda la dirección artística, la dirección, la dirección de arte, dirección de fotografía, música, sonido, edición. Todo lo artístico estaba a nuestro lado y todo lo técnico, como buenos ingenieros que son, estaba del lado alemán. 

—¿Y en cuanto a la producción?

—Fue difícil que convivan esas dos idiosincrasias: la nuestra, superheterodoxa, siempre le encontramos la vuelta a todo, somos superflexibles. Y los alemanes conocen solo una forma de trabajar, que es antagónica. Pero lo logramos.Para mí lo ideal sería hacer una película de estas por año, dar continuidad a la gente y repatriar talentos.