El día que Jorge Lanata le mandó una estatua ecuestre a Martín Caparrós

Una semana después de la muerte del periodista Jorge Lanata, el escritor Martín Caparrós recordó a su amigo y colega y relató el momento en que, recibió un particular regalo de parte del fallecido conductor: una estatua ecuestre con su cara. 

Para Caparrós, el “concurso de historias personales” y el apogeo y caída de un género efímero, “Yo y Lanata”, que surgió al morir el periodista, le sacó las ganas de escribir.

“Creo que, tonto de mí, me las devolvieron los energúmenos de siempre”, explicó en su columna publicada en eldiarioAr, antes de repudiar las declaraciones del exteniente general César Milani, quien llamó a Lanata “un ser humano despreciable”.

A su vez, cuestionó el silencio de la exvicepresidenta Cristina Kirchner y del presidente Javier Milei. Para el escritor, este silencio fue un “triunfo contra la tontería” por parte del periodista, aunque esa victoria le dio ganas de escribirle, y decidió recordar al conductor de Periodismo Para Todos con una anécdota inédita. 

“Fue de verdad una sorpresa”, escribió Caparrós sobre el insólito regalo que llegó a su casa en Madrid, donde reside hace varios años, hace un mes aproximadamente. Recibió una caja de madera atornillada de metro y medio de largo por uno de alto por uno de ancho, que al frente sólo decía frágil y el apellido de su mujer, y que le costó abrir. 

Después de un momento de confusión, vio con claridad el regalo: una estatua ecuestre con su cara. “¡No puede ser tan hijo de puta, es la estatua ecuestre!”, dijo al verla. Luego, lloró y rio. 

Según relató Caparrós, el origen de la particular estatua se remonta quince años atrás, cuando una noche en su casa de Tigre, el periodista dijo en broma que se merecía una estatua ecuestre y que “iba a encargar e instalar en el jardín de aquella casa”. Aunque la idea nunca se ejecutó, con el tiempo se volvió “uno de esos chistes viejos que los viejos amigos se repiten como quienes se abrazan”. 

Si bien el escritor mencionó como parecía que Jorge Lanata le había enviado el regalo desde el hospital, luego se enteró que había gestionado el envío internacional del regalo antes de ser internado. La estatua fue confeccionada durante meses, enviada en barco hasta Génova y desde allí llegó en camión a España. “Era como una síntesis, la quintaesencia de Jorge Lanata”, escribió. 

“No su inteligencia, su audacia, su gracia, su energía, su generosidad ni tantas otras”, sostuvo el autor sobre la esencia del conductor. “Fue esa confianza, esa certeza que siempre tuvo de que, si quería algo, lo iba a hacer. O peor: que tenía derecho a todos sus deseos. Muy poca gente cree que tiene derecho a sus deseos, y esas personas, en general, consiguen lo que nadie”, agregó. 

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“Hacía tiempo que la Argentina no le dedicaba tanta atención a una muerte”, destacó Caparrós al inicio de la columna en la que despidió quien fue su primer editor periodístico. El escritor de El hambre formó parte del equipo inicial de Página/12, el diario que fundó Lanata a los 26 años. 

En la columna Caparrós recordó esa época y explicó que Lanata le propuso dirigir la sección y el suplemento de cultura de doce páginas. “Pocas veces hubo, en la prensa argentina, una revolución como aquella de Página/12”, destacó el periodista. 

La relación se afianzó con los años, incluso luego de que Jorge dejara el diario que creó. En el texto, Caparrós recordó vacaciones familiares compartidas y el momento en el que se volvieron “parientes”, cuando Lanata le pidió que fuera padrino de Lola, su hija menor. 

“Yo no sé hacer estatuas ecuestres, pero querría dejarle estas palabras vanas: hasta pronto, carigno; sin vos, mi vida habría sido muy distinta”, se despidió Caparrós. 

TV / Gi