Bizarrap cambió el nombre y el concepto artístico de sus sesiones
La Session#57 de quien sigue siendo conocido como Bizarrap pese a su cambio Bizapop, supone un movimiento doblemente audaz. Por un lado, es una sesión que supera en extensión a todas las precedentes, está compuesta por cuatro canciones; por otro lado se trata de una colaboración con Milo J, un artista joven, en ascenso y ciertamente avalado por la audiencia y la crítica, pero muy alejado de las especulaciones que empezaron a circular luego de la transición de “rap” a “pop” que Bizapop planteó en su nominación.
El anuncio de Milo J entusiasmó a los cultores del trap, que venían destacando en este artista una frescura en su flow (fluir), un atributo importante en los géneros vinculados al rap, y una escritura quizá más barroca, pero sobre todo diferente.
En esta sesión, Bizapop convocó a Milo J, de tan sólo dieciséis años, y propuso a su audiencia seguirlo en un viaje que ya había sido anunciado con un cortometraje que dirigió el polifacético Louta. Este video es a su vez una descarga y una suerte de parodia de una recordada escena de El Lobo de Wall Street, de Scorsese, con Guillermo Francella como figura invitada. Y, quizás, detrás del evidente mensaje sobre el respeto de las propias raíces, y un recordatorio de que llegó hasta ahí siguiendo sus instintos, había también un mensaje que hace referencia a su manera de producir y concebir su propia obra.
Más que un clip. En el video de la sesión que, con catorce millones de reproducciones al cierre de esta edición supera ampliamente a las casi cinco millones de reproducciones en Spotify, se puede percibir ese recorrido. A su vez puede leerse una aceptación de la propuesta del productor porque la primera canción no parece encerrar ningún misterio: una base de trap y MC enfrentando al micrófono (o una imitación de él), y un beef (una pelea), que hace referencia a que con Rara vez, uno de sus hits, no percibió regalías. Luego, en el segundo tema, Toy en el Mic, plantea una animación con los artistas caracterizados como ratones; y en el tercero, No soy eterno, se los ve en una locación de tintes montañosos. Pero el clímax de la apuesta se da en Fruto, el cuarto corto. Allí Biza unió fuerzas con Facundo Ballvé y su equipo, responsables por ejemplo, del trabajo audiovisual en torno a Duki. Lo cuidado y logrado de la producción, sella la impronta de un productor que, en este momento, está pensando, literalmente, en su imagen.
Hace tiempo que Bizapop se enfoca en las posibilidades de expresarse mediante imágenes y narraciones. El cierre de una sesión que se hizo esperar, termina dejando en claro que Biza y su equipo están dispuesto a apostar no sólo por sus instintos, sino también por un universo de estéticas y referencias que se encuentra en plena expansión.
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