Éxito en Netflix

Alejandro Hartmann, el argentino que dirigió 'The Menendez Brothers', suceso en Estados Unidos

Dos hermanos asesinan a sus padres en Beverly Hills. Este caso tiene muchos documentales pero el de Alejandro Hartmann asiste a un sorprendente éxito en Estados Unidos.

Alejandro Hartmann Foto: CEDOC PERFIL

“Creo que lo que se buscaba era una mirada de afuera y un poco distinta en relación con la historia. Supongo que por eso me convocaron, pero a ciencia cierta no lo sé; sí me llena de orgullo más allá de lo personal”, dice a PERFIL  Alejandro Hartmann, el director argentino responsable de The Menendez Brothers, el documental que a horas de su estreno es lo más visto de Netflix en Estados Unidos, y donde en su equipo tiene a otros argentinos: Sofía Mora, Lucas Gucci y Tomás Sposato. “Siento que por haber tenido esa base que me dio Argentina, y el Instituto del Cine, de hacer películas chiquitas y aprender el know how estaba a la altura para encarar  esto (The Menendez...). Estando allá (EE.UU.) no me sentí para nada ajeno: hablábamos idiomas diferentes –castellano e inglés–, pero manejábamos el mismo idioma cinematográfico”.

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Si bien hubo documentales previos de ese caso policial, Hartmann consiguió que, por primera vez para un registro como éste, hablaran Lyle y Erik Menendez, los hermanos acusados de asesinar a sus padres en 1989, y condenados en 1996 a cadena perpetua sin opción a libertad condicional. En Estados Unidos fue un caso mediático a nivel nacional, y en el juicio se abrieron dos posiciones: una decía que los jóvenes habían reaccionado así por los abusos que su padre les aplicaba; la otra, que eran personas de mente fría que querían heredar anticipadamente los casi 20 millones de dólares de sus padres.

1996. Lyle y Erik Menendez en el juicio por el asesinato de sus padres.

  —¿Es cierto que en las primeras charlas con Lyle, para aflojar imagino, hablaron de fútbol y de Messi?

—Sí de Messi, no de fútbol, y  creo que en algún momento nombramos al Che Guevara y a Fidel Castro por la cuestión de Cuba y la Revolución Cubana, que es algo que aparece en el documental. (N de R: la familia paterna, los Menendez, es cubana). Pero no mucho más que eso, no. Tampoco me preguntaron muchas cosas a nivel personal; tenían claro que yo entrevistaba, ellos respondían. A veces, uno puede abrirse emocionalmente, pero suelo mantener clara la línea por más afecto que haya.

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—¿Más allá de que fueron declarados culpables, cuáles eran tus sensaciones sobre ellos a medida que avanzabas en las entrevistas?

—Escuché mucho de ellos y con ellos; también a periodistas, y a la Justicia, y me formé mi propia idea de los Menendez. Creo que sufrieron abusos y de una manera horrible, y que eso debería de alguna manera atenuar la responsabilidad. Los crímenes no deberían quedar impunes y merecen una condena; sí creo que la que ellos recibieron es elevada o excesiva en relación a todas esas situaciones de abuso, a mi gusto, atenuantes. Creo que después de treinta años han cumplido de sobra la condena. Esa es mi opinión.

 

—¿Estás sorprendido por la recepción del documental en Estados Unidos?   

—Sí, estoy sorprendido. Por un lado, pensándolo fríamente es un tema que es muy conocido en Estados Unidos y que genera mucho interés. Por otro, igualmente no pensé que iba a tener la repercusión que veo tiene, porque desde hace muchos años hay como una superproducción de documentales sobre los Menendez. Y si bien intentamos hacer algo que sea distinto y que supere todo eso, es un poco inesperado.

¿Por qué hay dos visiones sobre el caso Hermanos Menendez?

—¿Por qué creés los policiales son tan atractivos?

—Creo que hay algo con el suspenso, con que siempre hay un misterio, algo que saber, que averiguar, que eso genera nuestra curiosidad. Por sobre todas las cosas los policiales siempre tuvieron eso.  Y en particular estos como The Menendez Brothers tienen el aditamento de ser de historias reales, lo que se lo llama true-crimes (crímenes verdaderos). No soy sociólogo, pero creo que además aparece la cuestión de la muerte, de algo a lo que le tenemos miedo y es desconocido, y en algún lugar tenemos cierto morbo por verlo aunque sea un ratito.

—¿Qué es lo que a vos te atrapa cuando ves o cuando recomendás un true-crime?

Lo que me interesa de las historias es que hablen de algo, que me hagan pensar o reflexionar sobre alguna cuestión social. A mí me interesa que tengan algún componente sociológico o que hablen de alguna cuestión más profunda, o de la personalidad o psicología humana, de las relaciones entre las personas, de la Justicia, de la política...Ese tipo de cosas me interesa, y en ese sentido me parece que los true crimes tienen ese condimento.

En acción, Alejandro Hartmann (arrollido) y Pigu Gómez, parte del equipo; en Argentina.

—Los documentales sobre casos policiales que hiciste eran argentinos; “The Menendez Brothers” es el primero que no lo es, ¿el acercamiento y quizá la implicancia emocional es diferente?

—Yo me acerco a las historias si hay algo que me llame la atención desde lo humano, desde lo social... En ese sentido tanto las historias que hice antes –los respectivos crímenes de José Luis Cabezas  y de María Marta García Belsunce– como The Menendez Brothers tienen que ver con eso, así que mi acercamiento fue similar.

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—Igualmente imagino en el contexto social de una familia de Beverly Hills como eran los Menendez descubriste particularidades diferentes.

—Sí, por supuesto. Me llamaban la atención algunas particularidades de la sociedad norteamericana, cosas que acá (en Argentina) no estamos acostumbrados. Como  por ejemplo, el acceso tan sencillo a  las armas. En Argentina es mucho más difícil y probablemente chicos como Lyle y Erik Menendez no hubiesen obtenido dos escopetas con tanta facilidad. O también si los vecinos o la familia se hubiese metido más viendo cómo era el funcionamiento familiar de los Menendez creo que quizá esta historia no hubiese llegado hasta donde llegó.

—¿Alguna otra particularidad notaste?

—Me llamaron un poco la atención ese tipo de detalles, y a veces traté de ir por algunos lados de una manera un poco ingenua. Con esto me refiero a que por ahí hacía preguntas que, al principio, mis interlocutores no las entendían del todo porque son cuestiones culturales. Pero conozco bastante Estados Unidos, enseguida me acomodé y me di cuenta que por ahí había lugares por los cuales no podía entrar a ciertas cosas. Igual al final del día somos todos seres humanos, y nos duelen más o menos las mismas cosas.

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—¿Aparecieron nuevas propuestas dada la repercusión de ese true-crime?   

—Todavía no, recién se estrenó hace unos días. Sí estoy con un par de proyectos buenísimos acá en Argentina.

—¿Hay algún otro caso que   querés hacer documental?

—No. Ya tengo demasiados casos y estoy contento con los que hice. Quiero hacer documentales o películas de otras cosas. Básicamente me interesa contar estas historias e invitar a la gente a reflexionar sobre la realidad y tener miradas ampliaa, no tan sesgadas. Me parece que la realidad es muy compleja y hay que ser compasivo y comprensivo con la realidad y las circunstancias ajenas. Eso es lo que más me importa.