Qué es la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, la iniciativa de Lula a la que adhirió Javier Milei
Se trata de programa apoyado por más de 80 países para erradicar el hambre y la pobreza de cara al 2030. Argentina era el único miembro del G20 que no había respaldado el proyecto, pero finalmente se sumó.
La Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, una de las prioridades de Brasil, fue lanzada este lunes en la cumbre del G20 en Río de Janeiro, con la adhesión de 82 países y el objetivo de erradicar esa "lacra" en 2030. Si bien Argentina era el único miembro que no había apoyado la iniciativa, finalmente Javier Milei sumó al país a la causa.
"Compete a los aquí presentes, a quienes están alrededor de esta mesa, la tarea impostergable de acabar con esta lacra que avergüenza a la humanidad", afirmó el mandatario brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, durante la inauguración del encuentro de las principales economías del mundo.
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El proyecto, una iniciativa personal de Lula, líder de la izquierda latinoamericana, es ambicioso: erradicar el hambre y la pobreza de cara al 2030, así como reducir las desigualdades. Para ello, pretende unir a las naciones desarrolladas y en desarrollo en torno a una serie de acciones coordinadas que van desde la expansión de la producción de alimentos saludables hasta el apoyo a la agricultura familiar y sostenible.
La Alianza se basa en el principio de que ningún país puede erradicar el hambre de manera aislada. En ese sentido, un total de 66 organizaciones internacionales, incluidas la Unión Europea y la Unión Africana, también forman parte de la propuesta, aunque el período de adhesión sigue técnicamente abierto.
No se trata de una iniciativa exclusiva del G20 ni de un organismo de Naciones Unidas, sino que es autónoma, potenciando a otras organizaciones para sus operaciones, sin poseer una personalidad jurídica. Por ese motivo, la Alianza puede ser voluntariamente adherida por medio de la emisión de Declaraciones de Compromiso personalizadas por los países, organizaciones internacionales, bancos de desarrollo, organizaciones de conocimiento y filantrópicas, entre otros, en comunicación con la Alianza por medio del Mecanismo de Soporte (o con la presidencia brasileña del G20 hasta su implementación).
La medida plantea una serie de compromisos para adoptar políticas y programas específicos, con vistas por ejemplo a ayudar a 500 millones de personas con transferencias de renta en países de renta baja y media y que 150 millones de niños tengan acceso a comedor en sus escuelas, según la nota oficial recogida por la Agencia Brasil.
El reto es enorme, ya que 733 millones de personas padecieron hambre en 2023, es decir, el 9% de la población mundial, según el último informe presentado en julio por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y otras agencias de la ONU.
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Más allá del marco del G20, la Alianza se propuso reunir a países de todo el mundo e instituciones internacionales para liberar recursos financieros o replicar iniciativas que funcionan a nivel local. "Erradicar el hambre y la pobreza no es tan difícil, y el coste no es tan prohibitivo. La experiencia ha demostrado al mundo que funciona (...), es una cuestión de voluntad política", manifestó Wellington Dias, ministro de Desarrollo Social de Brasil, en una nota.
Esta iniciativa contará con perfil individual pese a estar vinculada al G20 y dispondrá de un sistema de gestión propio a mediados de 2025, si bien será Brasil quien asuma hasta entonces el liderazgo de las funciones esenciales. Al contrario de muchos modelos de asistencia al desarrollo actuales, la propuesta se enfoca en apoyar políticas públicas nacionales. Sumado a esto, enfatiza la implementación a nivel de programas de soluciones basadas en evidencias, así como la creación de sinergias y coordinación entre parceros de desarrollo para fomentar la confianza de los donadores.
En concreto, la Alianza se propone atender a 500 millones de personas en naciones de baja y mediana renta con programas de transferencias de ingresos, ampliar la alimentación escolar de "alta calidad" a 150 millones de niños en naciones con pobreza infantil y hambre endémica, y ayudar a los pequeños agricultores.
La iniciativa "podría ser un punto de inflexión en la lucha contra el hambre y la pobreza extrema (...) pero debe ir más allá", contemplando "urgentemente los devastadores impactos del cambio climático en los sistemas alimentarios del Sur global", reaccionó la ONG Oxfam en un comunicado.
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Las negociaciones llevan varios meses en marcha y ya se han asumido compromisos concretos. Por ejemplo, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) anunció el viernes una contribución en financiamiento de hasta 25.000 millones de dólares para apoyar programas "destinados a acelerar los avances en la lucha contra el hambre y la pobreza entre 2025 y 2030".
Sumado a esto, Nigeria, que ya cuenta con el mayor programa de comidas escolares de África, se comprometió a duplicar el número de beneficiarios, de 10 a 20 millones de niños, abasteciéndose de alimentos de pequeños agricultores locales. En tanto, Indonesia pondrá en marcha un nuevo programa de comidas escolares gratuitas en enero de 2025, con el objetivo de llegar a 78,3 millones de escolares en 2029.
La lucha personal de Lula contra el hambre y la pobreza
Para Lula, la lucha contra la pobreza es una batalla personal. De niño, él mismo pasó hambre en su estado natal de Pernambuco, antes de trasladarse con su familia a la capital industrial, Sao Paulo, donde trabajó durante mucho tiempo como operario metalúrgico y se hizo un nombre como líder sindical.
En julio, al presentar las líneas maestras de la Alianza ante una reunión de ministros de Finanzas del G20 en Río, se emocionó hasta las lágrimas al hablar de "la más degradante de las privaciones humanas". "El hambre (...) es producto de decisiones políticas que perpetúan la exclusión de gran parte de la humanidad", manifestó el presidente brasileño este lunes.
Sus programas sociales sacaron a millones de brasileños de la pobreza durante sus dos primeros mandatos (2003-2010), sobre todo gracias a la Bolsa Familia, un subsidio pagado a las familias más pobres con el compromiso de que sus hijos asistieran a la escuela. En aquella época, sin embargo, se beneficiaba del boom de precios de las materias primas, mientras que su actual gobierno se vio sometido a restricciones presupuestarias mucho más estrictas desde su regreso al poder en enero de 2023.
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Por su parte, el ministro Dias había manifestado que en Brasil el hambre disminuyó en el trienio 2021-2023, cuando el porcentaje de la población con inseguridad alimentaria moderada o severa se redujo del 32,8% al 18,4%. Con estos avances, el gobierno pronostica que el país habrá salido del Mapa del Hambre entre 2023 y 2026.
Entre los participantes de la Alianza, existe consenso en que la iniciativa tiene como objetivo no solo mitigar los impactos inmediatos del hambre, sino también actuar en frentes estructurales, como la reducción de las desigualdades sociales y el fortalecimiento de la seguridad alimentaria global, abordando temas como la crisis climática, que aumenta los desafíos de la producción de alimentos. "Quienes tienen hambre tienen prisa. Cuenten con Brasil para liderar este esfuerzo conjunto. No queremos ser los campeones nosotros solos, sino trabajar en colaboración con otros países para reducir la pobreza global ", indicó el funcionario.
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