Con sus propias grietas, los productores llevaron los tractores a Plaza de Mayo
Sin la convocatoria de la Comisión de Enlace aunque con presencia de referentes de la oposición, la protesta fue por la presión tributaria y la política agropecuaria oficial.
Con sus propias diferencias internas, los productores agropecuarios llevaron los tractores a Plaza de Mayo en protesta por la presión tributaria del Gobierno sobre el sector, aunque la bronca viene de lejos.
Sin el aval de la Comisión de Enlace, integrada por Sociedad Rural Argentina (SRA), Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Federación Agraria Argentina y Coninagro y que tuvo un rol protagónico en las protestas del 2008, esta iniciativa fue impulsada por agrarios del norte bonaerense, sur de Santa Fe y de Córdoba. Se sumaron otros cientos de sociedades y asociaciones de todo el país.
El presidente de la SRA, Nicolás Pino, habló de una “movilización muy importante, algo realmente histórico en la Ciudad. El campo decidió venir a la Ciudad para expresar su molestia, su humor en donde se toman las decisiones de los destinos del país. Le decimos al Presidente (Alberto Fernández) que levantamos el guante y por eso estamos en la calle”.
La movilización es en rechazo a la presión impositiva y a la intervención del Gobierno en los mercados de granos y carne, entre otros puntos, según los ruralistas. En el tractorazo a Plaza de Mayo, tal como lo hicieron en las últimas semanas, dirigentes de Juntos por el Cambio incentivaron a participar de la manifestación y estuvieron presentes como, entre otros, Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich, Jorge Macri, Ricardo López Murphy.
Para el Gobierno este tractorazo fue impulsado por Juntos por el Cambio. Más allá de la expectativa por la magnitud de la marcha, en el entorno del Presidente negaron que esta movilización se pueda transformar en el comienzo de una nueva “guerra gaucha”, como ocurrió durante la gestión de Cristina Kirchner por las retenciones móviles.
De hecho, este sábado, el ministro de Agricultura, Julián Domínguez se ocupó de precisar que no habrá una nueva suba de las retenciones. Desde Israel, a donde viajó como parte de una misión comercial y política, el ministro remarcó que el Gobierno “atenderá el reclamo que valga la pena”.
El presidente de la Federación Agraria, Carlos Achetoni, aseguró que el diálogo con el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, “es bueno, pero no es fructífero”, ya que lamentó que sus “buenas intenciones no terminan prosperando en las decisiones del Gobierno”.
Es que, sin dudas, otros funcionarios del equipo económico no opinan igual, ya que debido a la suba en lo precios de las commodities por el impacto de la Guerra en Europa, consideran que deberían subir las retenciones porque, además, aumentaron los precios de los alimentos en el mercado doméstico. En especial en casos de los alimentos más básicos como los farináceos, los huevos, el pollo. En esta dirección se enmarca el secretario de Comercio, Roberto Feletti, quien también coordina los fondos fiduciarios por el trigo, por ejemplo, algo que entre los productores agropecuarios no consigue seguidores.
El director del Centro de Estudios Agrarios, Matías Strasorier, consideró que el “tractorazo” que realizan productores en la Ciudad de Buenos Aires “está bueno”, pero se quejó de que lo “capitaliza” el ex ministro de Agroindustria Luis Miguel Etchevehere. “La marcha del campo está buena. Siempre que haya una manifestación de parte del pueblo está buena”, sostuvo el especialista.
De hecho, los alejamientos de algunas entidades agropecuarias del Consejo Agroindustrial fueron atribuidas a las diferencias que también persisten dentro del campo en torno a los niveles de enfrentamiento que debe tener el sector con este gobierno.
Se sabe, la relación entre el campo y el oficialismo transita momentos de fuerte tensión desde sus comienzos porque desde la perspectiva de los productores el Gobierno es abusivo con la presión tributaria sobre el área que más divisas aporta con sus exportaciones. Desde el oficialismo, el campo es “amarrete” con su aporte fiscal en momentos de crisis internacional y pos- pandemia. En fin, diálogo de sordos.