Caravanas, música y cantos para decir que no habrá marcha atrás en la defensa de derechos
Abanicos de colores por todos lados. Se agitan de un lado al otro, le compiten al primer calor de febrero, brindan aire y brillo a contraluz del reflejo del sol. Sus colores pintaron de rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta el caluroso asfalto de la Avenida de Mayo, a lo largo del Congreso Nacional hasta la Plaza de Mayo. Van en la mano de las miles de personas que decidieron a la mitad del verano salir a manifestarse en contra fascismo y el racismo, tras el discursos del presidente Javier Milei en el Foro Económico Mundial en Davos. No hubo excusa para el calor. “Ha despertado en los argentinas y argentinas de nuevo un sentido profundo de humanidad. Y están acá para no ser racistas, ser antifascistas, y decirle al gobierno que con la historia de Argentina no se juega. Después hay muchas discusiones por dar, pero lo humano no está en discusión”, expresó Marlene Wayar la referente histórica por los derechos de las personas travestis y trans.
“Milei no es mi ley” gritaba más de un cartel. “Dice mercurio que el retrogrado sos vos” contestaba otro. “Migay” se expandía como deformación del apellido presidencial. La batalla cultural emprendida por la Libertad Avanza y sus aliados internacionales como Donald Trump y Elon Musk contra lo que denomina ideología woke, obtuvo su rebote y su respuesta en las calles. Recuerda a la misma sobre tensión que se generó con las universidades. Mientras ahí se discutía presupuesto más o menos, acá lo que pone en juego el gobierno es algo tan abstracto como querer decidir cómo vivir, cómo ser.
Wayar formó parte de la columna principal de la movilización junto a sus compañeras, las históricas, denominadas así como reconocimiento por iniciadoras de la lucha por su reconocimiento en la sociedad: “Esta Argentina no ha reparado que ha cometido un genocidio con las travestis, tenemos todavía un promedio de vida de 32 años, se nos murieron un montón en pandemia y no por COVID, sino de hambre y desatención, y muchas cosas que todos los gobiernos hasta el presente nos deben, esta sociedad nos debe, la iglesia nos debe, las fábricas, los trabajadores, todos”.
En plaza de mayo esperaban ciento de personas bailando al ritmo de no uno, más de un parlante provisto por distintas organizaciones y sindicatos que llegaron a acompañar. Sólo la Asamblea LGBTIQ+ contó con la adhesión de más de ochocientas organizaciones entre diversidades y feministas, de derechos humanos, universidades y centros de estudiantes, sindicatos, organizaciones sociales y políticos. Mientras la caravana con música y cantos en vivo agitaba tanto como los asistentes a sus abanicos de arcoíris, sorprendió un amontonamiento frente a una ventanas de lo que parecía una vinería, allí adentro cada un lapso tiempo salían a saludar Lali Esposito y María Becerra. El tema Fanático de Lali ya venía sonando mucho antes de esas apariciones. Se entrelazaba la música con las consignas como gritos, “dónde está Tehuel” aún debe resonar en esas calles de la capital del país.
No hubo escusas para el calor por los abanicos de colores. No parece que haya haber relato, cambio cultural ni atriles con discursos que pueda volver la historia atrás, la disputa en los bordes de la polarización va a continuar, en palabras de Wayar: “hay que ser fuerte con el mensaje y la narrativa amorosa de la verdad”.
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