Cacería, el relato de las detenidas que se cuidaron entre ellas
“Carolina, ¿vos estás bien? Carolina, ¿vos estás acá?”. El predio de la alcaldía porteña número cuatro de Parque Patricios estaba repleto de camionetas de traslado policiales. Los 94 detenidos durante la movilización de jubilados e hinchas de fútbol al Congreso se hablaban entre ellos desde dentro de los vehículos. Se buscaban.
No había espacio adentro. En una de esas camionetas había nueve mujeres, que habían sido llevadas ahí bajo la sorpresa del propio comisario al ser una dependencia solo para varones. “¿Qué hace toda esta gente acá? Yo me quiero desligar de esto, encima traen mujeres, si les pasa algo yo no me voy a hacer cargo”, se le escuchó discutir al llegar. Dos de las nueve detenidas fueron Evelyn Mendoza (29) y Agustina Beynet (31), la primera estudiantes de abogacía y cooperativista en San Fernando y la segunda es estudiante de arquitectura y modista de La Plata. En el momento de su detención estaban retirándose de la movilización. Fueron golpeadas y las llevaron hasta el obelisco donde pasaron más de nueve horas arriba de una camioneta paradas sobre la avenida 9 de julio y luego en el patio de la alcaldía.
“En todo momento querían que les dijéramos de que club éramos, realmente se creían que éramos barras bravas”, cuenta Mendoza y agrega que “en esa camioneta éramos nueve mujeres donde había una chica de 19 años y una señora de 73 años, a la que no esposaron pero llegó toda golpeada y con las manos violetas”. En el momento de la detención, Beynet asegura que fue “una cacería cuando nos estábamos yendo, se nos vinieron las motos de la Policía de la Ciudad encima, no salimos corriendo para que no sea peor pero nos agarraron enseguida”, y relata que “me agarraron del pelo y me hicieron sentarme a la fuerza donde me lastimaron las piernas al chocarlas contra el piso, después me pisaron la cabeza para esposarme”.
Mendoza cuenta no pudo llegar a la plaza Congreso por los gases y que decidió volver, quiso bajar a una boca de subte pero “había más gas adentro que afuera”, entonces en un momento tras una corrida se cae un señor y decidió ayudarlo, en ese instante se dan vuelta con la policía en sus espaldas. “En ese momento somos los primeros dos a los cuales nos ponen en el suelo y nos esposan sin decirnos absolutamente nada, nos empiezan a agrupar y terminamos siendo 11 personas”, y continúa el relato: “En todo ese momento te pegaban, te pisaban la cabeza, no podías hablar, no podías preguntar por qué estabas ahí, por qué te habían hecho eso, y no dejaban a nadie con ningún celular ni ninguna cámara decir quiénes éramos”. Antes que las hicieran caminar boca abajo desde Avenida de Mayo hasta el obelisco, a uno de los detenidos le agarró un ataque de epilepsia: “Un kiosquero salió a defenderlo de los policías que nada hacían”.
Si bien Mendoza como Beynet relatan que en todo momento buscaban “quebrarte”, rescatan que “el amor y la contención entre las nueve hizo la gran diferencia, fuimos el soporte emocional de cada una”.
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