“Te perforo la cabeza a tiros”, la amenaza del cura que enfrentó a un delincuente en la casa parroquial
Juan Eduardo Jotayan, a cargo de la vicaría Nuestra Señora de Guadalupe de la ciudad de Salta, descubrió a un ladrón y lo enfrentó a los golpes. “Nos agarramos a trompadas limpias, fue una cosa tremenda”, describió. En medio de la pelea, el religioso agarró una silla de madera y se la partió en la cabeza. Acto seguido, fue a buscar un rifle de aire comprimido y lo encañonó para que abandonara el lugar. “En ese momento le apunté y le grité: ‘Si no te vas de acá, te perforo la cabeza a tiros’. Todavía no puedo creer la barbaridad que le dije”, se sinceró el sacerdote horas más tarde.
Desde Salta
Un cura se enfrentó con un delincuente que entró a robar en la casa parroquial de la ciudad de Salta. Y lo hizo nada menos que a las piñas. Además, agarró un rifle de aire comprimido y lo amenazó: “Si no te vas de acá, te perforo la cabeza a tiros”.
El insólito caso ocurrió el miércoles 26 de julio en la vicaría Nuestra Señora de Guadalupe, ubicada en el barrio salteño de La Loma. “Nos agarramos a trompadas limpias, fue una cosa tremenda”, resumió Juan Eduardo Jotayan.
“Fue alrededor de las 3 y yo estaba en mi dormitorio casi dormido mirando las noticias. En un momento sentí un ruido en la puerta de la entrada de la casa, que tiene las rejas, y después un ruido en la puerta. Me levanté de inmediato porque es la cuarta vez que me entran a robar y uno ya vive alarmado”, relató el sacerdote, en declaraciones al diario El Tribuno de Salta.
El religioso recordó que se mantuvo en silencio y puso en mute el televisor para poder escuchar con mayor claridad. “Me puse las ojotas, abrí despacio la puerta de mi habitación y fui por el pasillo hasta donde empieza la cocina comedor. Allí prendí de golpe la luz y me encontré con un tipo en la casa. Él ya había roto las rejas y la madera”, señaló.
Sobre la pelea, el cura aseguró que el ladrón parecía drogado. “El chico habrá tenido unos 25 años, tenía una gorra y una capucha. Seguramente estaba muy drogado. Nos agarramos a las trompadas limpias, fue una cosa tremenda”, apuntó.
Jotayan pegó pero también recibió varios golpes. Según reconoció, terminó con una muela floja, producto de una trompada, y algunas lesiones en las costillas.
“Le partí una silla en la espalda pero él se equilibró para no caerse, así que saqué otra y se la partí en la cabeza”, recordó. A raíz de ello, el ladrón terminó en el suelo.
“En ese momento aproveché para salir corriendo a la habitación y buscar un rifle de aire comprimido que era de mi hermano militar, que ya falleció. En ese momento le apunté y le grité: ‘Si no te vas de acá, te perforo la cabeza a tiros’. Todavía no puedo creer la barbaridad que le dije, él estaba paralizado y también tratando de normalizarse después del ataque con las sillas. Cuando logró recomponerse se asustó y salió corriendo por las escaleras. Luego salió por la cancha y huyó. Yo me fui por detrás para corroborar efectivamente que se hubiera ido”, aseguró el sacerdote.
Con el delincuente en la calle, el religioso no llamó a la policía. No está claro si producto de los golpes se desmayó y perdió la memoria. Lo cierto es que recién reportó lo sucedido el jueves por la tarde, cuando se despertó.
“Cuando logré recuperarme, me revisó un médico y me colocaron inyecciones. Afortunadamente, no me fisuró las costillas pero tuve mucho dolor muscular. Luego radiqué la denuncia en la comisaría de Grand Bourg”, precisó.
Previamente a este violento intento de robo, la vicaría Nuestra Señora de Guadalupe fue víctima de otros tres atracos en apenas un año.
“Cuando llegué no estaba cerrado el predio, entonces me robaron todo. Luego, gracias al trabajo en comunidad con los vecinos, pudimos cerrar. Sin embargo eso no impidió este nuevo hecho. Ahora un herrero tuvo que venir a reforzar la puerta”, destacó el cura.
Barrio caliente. La vicaría, que es constante víctima de robos, se encuentra en una de las zonas más peligrosas de la capital salteña: el barrio La Loma, situado al oeste de la ciudad.
Fuentes del Ministerio de Seguridad confirmaron a PERFIL que este es uno de los sitios de conflicto a mejorar, como las zonas de Castañares, en el norte de la capital provincial, y el barrio Solidaridad, en el sureste.
De hecho, y según pudo saber este diario, autores desconocidos volvieron a robar en la madrugada del sábado 29 de julio. Rompieron los postes de luz y se robaron algunos reflectores. De nunca acabar.
Un antecedente trágico
El caso del vicario Juan Eduardo Jotayan recuerda otro episodio que terminó de manera trágica hace 22 años.
El 8 de octubre de 2001, el padre Ernesto Martearena fue asesinado en otra iglesia ubicada a unas treinta cuadras de la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, también en la zona oeste.
Martearena recibió 18 puñaladas y su cuerpo quemado en la parroquia Nuestra Señora de Fátima, en la esquina de Caseros y Junín. Lo insólito del caso es que uno de los autores era monaguillo de la iglesia Marcelo Castillo, quien actuó acompañado de su ahijado, Javier Alanís Colausti.
El 8 de agosto de 2003, la ex Cámara III del Crimen, presidida por la jueza Susana Sálico, los condenó a la pena de prisión perpetua, en un juicio que contó con más de cuarenta testigos.
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