PRESA EN LA PLATA

"La señora rubia", la jefa penitenciaria que fusiló a un preso con balas de plomo

Así aparece mencionada Eliana Daniela Heidenreich en la causa que investiga el crimen de Federico Rey, el detenido que participó del trágico motín en la cárcel de Florencio Varela.

La alcaide mayor Eliana Daniela Heidenreich, detenida por el homicidio agravado de un detenido en el motín de Florencio Varela Foto: Cedoc

Eliana Daniela Heidenreich (33) es la “señora rubia”. Así aparece mencionada en varios tramos del expediente judicial que investiga el homicidio de Federico Rey (23), el preso que participó del motín en la cárcel de Florencio Varela y que fue fusilado de tres disparos cuando se encontraba en el techo de la Unidad.    

La alcaide mayor está procesada por un delito gravísimo: “Homicidio calificado por haber sido cometido por un miembro de una fuerza de seguridad y mediante el empleado de arma de fuego”.

Heidenreich, que se encuentra detenida en la Alcaidía Penitenciaria La Plata III, era la jefa del del Grupo de Asistencia y Seguimiento (GAYS) de la Unidad Nº 23, que es un equipo interdisciplinario pero que también interviene en situaciones extremas, como la ocurrida el miércoles 22 de abril pasado cuando los internos se rebelaron ante la falta de medidas de higiene y prevención en el marco de la emergencia sanitaria por el avance del coronavirus.

Según el procesamiento dictado por el juez de garantías Adrián Villagra, la acusada, “utilizando un arma de fuego del tipo escopeta provista por la repartición, logró posicionarse entre el puesto 3 y 2 del muro perimetral carcelario, efectuó tres disparos con munición de guerra (cartucho multipropósito con postas de plomo) hacia donde se encontraban los internos, impactando los tres en la humanidad de Federico Rey”.

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Lo increíble del caso es que teniendo en cuenta su experiencia y su probada aptitud para el disparo, Heidenreich haya utilizado balas de plomo, cuando en el ámbito carcelario éstas solo se utilizan para responder a un ataque exterior.  

Las postas de guerra son de color rojo, las antidisturbios blancas o transparentes y las de estruendo azules o celestes.  Según el protocolo de seguridad, las escopetas sólo se cargan con cinco cartuchos antitumulto y uno de estruendo.

Heidenreich no solo demostró una puntería sorprendente, sino que además dejó en claro que no disparó como medida disuasoria. Los tres impactos de bala que presentaba el cuerpo de la víctima estaban de la cintura para arriba: uno en el parietal derecho, otro en el cuello y el tercero en el hemitórax derecho, “a 20 centímetros de la línea media y a 18 por debajo de la axila sobre la línea axilar anterior”, según el detalle del informe médico forense.

La única escopeta que disparó postas de guerra en el motín es la que portaba la alcaide mayor. ¿Pudo tratarse de un error involuntario producto de la desesperación por la situación de riesgo? Los investigadores del caso están convencidos que no.  De hecho, los mismos guardiacárceles que se encontraban con ella y hasta los presos que declararon en la causa advirtieron que la “señora rubia” estaba disparando balas de plomo.   

Los testimonios de los detenidos son casi todos coincidentes: “Fue la señora rubia y gorda”, aseguraron. Por ejemplo, Sebastián González Matalli, un preso que estaba alojado en el pabellón 5, recordó que se encontraba en el patio y vio que “desde el muro que da a la altura de la parte de atrás del pabellón 6 había un pelado, con canas al costado, que tiró con una escopeta y también una señora, gorda y rubia que tiraba con otra escopeta”.

“Somos presos, pero sabemos diferenciar a una bala de goma y una bala de verdad, de plomo -explicó González Matalli -. Esa bala de verdad era del muro, cuando tiraba esta señora. Los otros que empezaron a reprimir eran con balas de goma, ahora desde el muro tiraron con balas de verdad, eso fue cuando tiró la señora, la rubia con una escopeta más grande. Yo estaba al lado del baño que está en el patio y desde ahí vi a esta señora rubia tirando con esa escopeta y las balas de verdad por la detonación que hacía esa escopeta. Por eso cuando ustedes subieron al techo a ver al pibe fallecido nosotros les gritábamos desde el Pabellón 5 que lo habían matado desde el muro. Además, recuerdo que esta señora rubia después de tirar desapareció. Escuché cuatro detonaciones como que tiraban con balas de verdad, de la señora gorda y rubia, a diferencia del canoso que también tiraba desde el muro que por el ruido que hacía su escopeta era claro que tiraba con balas de goma".

"Tiró sin orden". La oficial Johana Flores -una de las encargadas de la Ayudantía de la Dirección del Penal- declaró que Heidenreich “tiró sin orden de un superior”. “Nunca se tira desde el muro. Además, la señora fue jefa de movimiento de la guardia de Seguridad Exterior de la Unidad 45 de Melchor Romero. Ella si tiene conocimiento y si le pudo sacar el seguro y disparar. Estuvo durante casi toda su carrera en la guardia y sabe de armas, a diferencia del personal administrativo que nunca estuvo trabajando en la guardia”, explicó.

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En el mismo sentido habló la suboficial Gisela Silva, quien además aseguró que ella sí estuvo al lado de la “señora rubia” y que incluso intentó frenarla. “Yo miré a esta oficial Daniela, la jefa del GAYS, que estaba ahí, como un metro y medio a dos metros de distancia, y vi que en el piso donde estaba ella había cartuchos de color rojo. Le pregunté con qué tiraste y no me contestó. Ahí vi al interno que empezaba a desvanecerse, como que se desmayó, como que se acomodó para sentarse y se acostó... Esos cartuchos rojos los levanté. Después llamé a la guardia y avisé que había un interno desmayado en el techo del Pabellón, creo que era el 6, y que estaban disparando con posta de guerra, por los cartuchos rojos, y que yo los tenía. Le dije a Daniela con qué tiraste y le pregunté le distes, ya que ahí cuando escuché ese ruido fuerte es cuando vi que este interno se sentó y se acostó. Esta señora Daniela no contestó nunca y siguió tirando, como dije, por lo menos tres veces. Nunca las escopetas se cargan con cartuchos de guerra, jamás; están ahí ante un caso muy extremo como que vengan de la calle a rescatar a un interno, que sería una locura”, relató.

La oficial Johana Villalba, por su parte, también reconoció a la “señora rubia” como la tiradora: “Su apellido empieza con H y es algo así como Heindenrich (sic). Ella tenía la escopeta apoyada sobre el cajón, así le decimos a la pared del muro, apuntando hacia donde están los pabellones y de lo que sería la recámara vi el cartucho de color rojo, que significa posta de guerra o propósito general, y ahí le dije pará, pará, le estás tirando con posta de guerra y le dije saca eso, por los cartuchos rojos y ella no me dijo nada”.

Ese día la acusada entregó su escopeta y abandonó su puesto de trabajo. La suboficial Silva recordó que trabajó 36 horas seguidas. “Yo estuve en la Unidad hasta el jueves a la noche y a esta señora Daniela no la volví a ver ni a cruzar. Aclaro que yo uso el baño donde va también ella y no la vi. De hecho, pregunté si alguien la había visto y nadie de mis compañeros la volvió a ver", amplió.

“La señora rubia” no volvió más a la cárcel de Florencio Varela. Ni contestó llamados. Ni respondió los mensajes de sus compañeros. Cuando la Policía allanó su domicilio, en la ciudad de La Plata, su pareja adelantó que “no se iba a presentar”. Siete días después decidió entregarse junto a sus abogados en la sede de la Brigada de Investigaciones de la capital provincial. Desde entonces permanece detenida acusada por un delito que prevé una condena a prisión perpetua.

 

LN/MC