Entrevista

Julio María Sanguinetti: "Argentina está en el 23% de segundas dosis; Uruguay, en el 70%"

Sobre la campaña en su país, el ex presidente uruguayo comentó que "la vacunación fue a través de Salud Pública, y a una velocidad extraordinaria".

Julio María Sanguinetti, en la entrevista con Jorge Fontevecchia. Foto: Pablo Cuarterolo

La población de Uruguay de 1985 y la de hoy es más o menos la misma, 3.000.000/ 3.500.000 habitantes. Incluso si uno va a 1975, es casi lo mismo, 2.800.000, cuando en los últimos cuarenta años la mayoría de los países duplicaron su población, en el caso de Argentina aún más. En este combate contra el COVID-19 se puso como diferencia que no existe en Uruguay la enorme cantidad de barrios populares, porque no tiene ese porcentaje de pobreza. ¿Cuál es la relación con la construcción de la población y la emigración de uruguayos en el pasado?

—El Uruguay se construye como una sociedad de clases medias. En las sociedades de clases medias disminuye la natalidad. El Uruguay solo creció demográficamente cuando tuvo inmigraciones, entre 1870 y 1930, y en la Segunda Guerra Mundial. Por eso mismo, es una población relativamente envejecida.

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—¿En 1970, antes de que Argentina empezara su proceso de declinación, la proporción de habitantes de clase media de Uruguay era mayor que en Argentina?

—No tengo el número preciso, pero es una clase media muy expresiva. Es mayor, no solo económicamente sino en términos psicológicos y culturales. A principios de siglo, el inmigrante o trabajador argentino no se sentía incluido.

—¿Su irrupción a la clase media fue en los años 50 mientras que en Uruguay ya venía de dos generaciones?

—A nosotros nos faltó dinámica para una población con aspiraciones de clase media y razonable cultura. Ahí tuvimos mucha inmigración calificada. En los últimos tiempos, tuvimos lo opuesto, como argentina. Hay una inmigración venezolana y cubana bastante importante. Pero los uruguayos no crecemos. Estamos ahí. Este semestre último hubo por primera vez más fallecimientos que natalidad. La prudencia o conservadurismo hace que tengamos esa demografía baja, con sus inconvenientes y sus virtudes. Hace más manejables ciertas cosas, pero también nos desafía. ¿Cómo hacemos para mantener un sistema de seguridad social donde la proporción de viejos crece? Es un desafío. Respecto al covid-19, en Uruguay existen zonas de marginación muy fuertes que crecieron mucho los últimos veinte años. Es uno de los cuestionamientos que le hacemos a la coalición de izquierda. En lugar de reducir la pobreza, la congeló y hasta la amplió. Pero no tuvimos problemas graves de covid-19 o contagios mayores que en las zonas más acomodadas. No sucedió más en los asentamientos. Hubo también disciplina social, un factor relevante que habla de un acatamiento a la institucionalidad. Existen quienes la desafían, que no creen en la vacuna ni en la ciencia. Son subproductos de la perversión del razonamiento. Algo que no sucedió con la gente más pobre. Por eso, el proceso de vacunación fue muy exitoso. Argentina está en el 22% o el 23% de esquema completo de segunda dosis. Nosotros, en el 70%. Funcionó la institucionalidad. Un Estado que a veces resulta caro, nos enojamos todos por su burocratismo, pero que cuando viene la crisis todos miramos hacia él. En este caso respondió, y muy bien. Mostró que funciona. La vacunación fue a través de Salud Pública, y a una velocidad extraordinaria.

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