Vivir sin ley
La represión de la manifestación en reclamo de mejoras para los jubilados, fue como una cinta de Moebius: cuando se acelera demasiado en las curvas, el control se convierte en descontrol y el orden en desorden.
Tres fotos resumen el horror del descontrol: la de Pablo Grillo, el fotógrafo de 35 años con el cráneo partido por un proyectil de gas lacrimógeno y hoy en estado crítico. La de Beatriz, una inofensiva jubilada que cayó de nuca contra el asfalto, tendida y ensangrentada mientras el policía que la había empujado ya mira para otro lado. Y la de Armando y Lautaro, de 12 y 14 años, con las manitos precintadas y cara de asustados. Dos niños que simplemente salían de una escuela técnica de la zona e intentaban volver a sus casas, pero los atraparon como si fueran delincuentes y los tuvieron incomunicados y maniatados contra una reja de la Casa Rosada hasta las 9 de la noche. ¿Habrán estado en la lista de detenidos que la Jueza Andrade, ateniéndose a la Constitución, ordenó liberar a la mañana siguiente? ¿Cómo es posible confiar en la ley si el Gobierno ahora va contra la jueza y amenaza con denunciarla?
La Constitución, brilla por su ausencia. Así es este nuevo anarquismo. Gobierna por el miedo. Que se salven los que puedan.
Sabemos que hay gente que está cansada del tema de los derechos, de oír por ejemplo, de los derechos conquistados por las mujeres o por las minorías Lgtbiq. Pero no debería olvidarse que un gobierno que no cree en los derechos inherentes al ser humano, no cree en los de nadie, tampoco en los de los niños.
Lautaro podría ser el hijo de cualquiera. La jubilada podría ser la madre, la tía o la abuela de cualquiera, una señora que cobra la mínima y se le ocurre salir a reclamar porque el PAMI, además le dejó de cubrir los medicamentos que necesita.
Hace unos días el Gobierno decidió dar de baja todos los contratos de mantenimiento de Vialidad Nacional. Cualquiera de nosotros podría estar manejando por una ruta argentina y tener un accidente.
La situación muestra lo que siempre fue obvio: que es un peligro para toda la sociedad que el Estado esté en manos de gente que odia al Estado. Milei se definió como el topo que viene a destruir el Estado desde adentro. La población comienza a experimentar las consecuencias de ese nuevo anarquismo, que parecía tan abstracto.
Para esa ideología, vale todo, con tal de asegurar la máxima ganancia de los más ricos. Pero no es disparatado imaginar que hasta algunos de los más ricos puedan estar empezando a preocuparse. El descontrol convoca a la entropía. Y la actuación irreflexiva de un gobierno fanático puede arruinar negocios, ya sea por el aumento de los costos de producción, escándalos como el criptogate, intervenciones papelonescas en foros cubiertos por la prensa mundial, actitudes disruptivas en las relacionales internacionales o tantas otras cosas. Cuando no se respeta ninguna regla, cada vez menos gente puede estar tranquila.
*Escritora.
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