Boleta Única de Papel

Una tilinguería de degenerados fiscales

. Foto: Cedoc Perfil

Degenerados fiscales!! son los diputados que sancionan leyes sin previsión presupuestaria, por eso voy a vetar todo lo que no lleve imputación fiscal”, gritó Javier Milei justificando el veto a la ley de fórmula jubilatoria que les devolvía apenas una parte de lo quitado a los jubilados, principales víctimas del ajuste. Idéntica razón esgrimió por estos días para vetar la ley de financiamiento universitario sancionada por el Congreso Nacional. ¿Va a vetar la ley de boleta única de papel, que fue sancionada sin previsión presupuestaria y cuesta entre cuatro y cinco veces más que el sistema utilizado hasta las últimas elecciones con la boleta partidaria. Si fuera coherente, debería vetarlo. Si no, el degenerado fiscal es el presidente Javier Milei.

El proyecto de ley de boleta única de papel sancionado no considera el impacto fiscal que provocará su implementación. Se aprobó en dirección contraria a lo exigido por el Presidente, con los votos del oficialismo y sus aliados, permanentes y circunstanciales. Llamativamente, la Oficina de Presupuesto de la Cámara de Diputados no realizó el informe del impacto fiscal de la implementación de la boleta única de papel. Incluso, va en contra de la presidenta de la Comisión de Peticiones, Poderes y Reglamentos, la diputada nacional Silvia Lospennato, quien busca hacer votar una iniciativa legislativa para que ningún proyecto salga sin evaluación del impacto fiscal aprobada por la Oficina de Presupuesto del Congreso.

¿Cuál es la urgencia del Presidente por este proyecto? En Argentina no se registran denuncias de fraude en ninguna de las elecciones desde 1983. Somos el octavo país en cuanto a su extensión territorial, nuestros comicios se realizan cada dos años sin sobresaltos y con la participación libre de todas las fuerzas democráticas. Los resultados electorales nunca se judicializaron desde el regreso de la democracia y la alternancia es una característica de nuestro país. Quien pierde acepta los resultados y entrega el mando, incluso cuando la diferencia es ínfima, como fue en las elecciones presidenciales de 2015 que pierde Daniel Scioli por el 2% y llevaron a Mauricio Macri a la presidencia. Esto nos distingue en la región y en el mundo.

Al presidente Raúl Alfonsín (UCR) lo sucedió Carlos Menem (PJ), a este Fernando de la Rúa (UCR), Néstor Kirchner (PJ) en 2003 saca el 22%, perdió pero asume la presidencia porque Menem no se presenta en segunda vuelta, Cristina Kirchner (PJ) gana en 2007 ahora con esta denostada boleta partidaria o sábana, como la llaman despectivamente, en 2011 le gana Francisco De Narváez a Néstor Kirchner en la provincia de Buenos Aires, justo allí donde acusan los que proclaman la tilinguería que es todo “fraude”, en ese mismo lugar el Partido Justicialista como Frente para la Victoria perdió en 2013 contra Sergio Massa (Frente Renovador), en 2017 con Esteban Bullrich (Cambiemos) sobre Cristina Kirchner y en 2021, y para los que no recuerdan, en ese mismo territorio Graciela Fernández Meijide (Frepaso-UCR) a Chiche Duhalde (PJ), en 1997, y María Eugenia Vidal (Cambiemos) derrotó a Aníbal Fernández en 2015.  Estas realidades hablan por sí mismas.

En el Índice de The Economist que mide la calidad electoral del año 2022, Argentina obtuvo 9,17 sobre 10 en la categoría “Proceso electoral y pluralismo”. Los países que encabezan el índice global de calidad democrática son Noruega, Uruguay, Finlandia, Suecia y España. Todos ellos utilizan el mismo sistema que Argentina, que hoy quieren cambiar por un sistema más engorroso y mucho más caro.

El nuevo sistema que propone el Gobierno debilita a los partidos, exactamente lo contrario al objetivo declamado en el Artículo 38 de la Constitución Nacional: “Los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático […]”. A su vez, implica mayores costos de impresión (en un artículo firmado por Emiliano Centanni, Sebastián Galmarini y Aníbal Torres se informó que mientras la actual boleta partidaria cuesta en promedio 70 pesos cada una, la BUP costaría cerca de 300 pesos por unidad, es decir 4,2 veces más), y esconde candidatos en tanto solamente figurarán los nombres de hasta cinco candidatos, dependiendo de cada categoría, de los cuales solo dos tendrán fotografía. Además, implicará la compra de más de 100 mil urnas nuevas y la impresión de 80 millones de boletas a cargo del Estado. Como si fuera poco, el escrutinio será más complejo.

Lo que funciona bien lo quieren cambiar por una tilinguería. La boleta única de papel no es un reclamo ciudadano, como sí lo son las jubilaciones dignas, la actualización de los salarios y el financiamiento de la educación pública, tal como lo vienen demostrando las masivas movilizaciones y el conflicto creciente protagonizado por una ciudadanía que lejos está de demandar cambios en un sistema electoral que ya conoce y utiliza sin mayores problemas desde hace cuarenta años.

Por último, casi me olvidaba, con esta denostada boleta ganó las elecciones Javier Milei con un partido debutante sobre Sergio Tomás Massa. Eso sí, hasta el día anterior a la misma el triunfador amenazaba denunciar fraude. El resultado fue un 56% de los votos contra un 44% de Massa.

Odian al Estado y lo están destruyendo, ahora van por la representatividad democrática. Reaccionen,. correligionarios, es urgente, los necesitamos.

*Diputado nacional.