Trump en su laberinto
El mundo finalmente conoció el resultado electoral de la democracia más influyente sobre el orden global, y se dispararon innumerables análisis sobre cómo lo afectará.
Entendemos que el margen de agenda del presidente de la primera potencia mundial estará limitado por círculos centrífugos, sobre una lógica en la cual confluyen corrientes e intereses contradictorios, que solo un liderazgo cesarista puede conducir desde la cima del poder.
El primer círculo es su gabinete, como sistema de toma de decisión de la política exterior, que limitará su accionar y tendrá dos dinámicas. La primera, formada por la elección del secretario de Estado y el asesor de Seguridad nacional. La segunda, estará dada por el cuerpo diplomático norteamericano que Trump tensionará hasta los límites inimaginables.
El segundo de esos círculos es el sistema político enmarcado en la Constitución, el sistema de frenos y contrapesos, el Estado de Derecho y la cultura política norteamericana –con indicios de cambios estructurales, y con una polarización de alto riesgo para la democracia–. Aquí se juega la continuidad de la historia democrática y republicana, que por primera vez luego del “episodio del Capitolio” se puso en jaque y se debilitó como nunca antes.
El tercer círculo de enmarcación estará dado por las medidas económicas y su impacto en la vida real y concreta del pueblo norteamericano, que tendrá su primer examen a los dos años y con un presidente sin posibilidad de reelección. Esto es, débil desde su legitimidad inmediata de origen y de ejercicio: un mandato con fecha de vencimiento temprana. El peligro que se conecta con el segundo círculo, es la tentación de plantear alguna “interpretación” o intento de modificar la Constitución para permitir un segundo mandato.
Aquí aparece la primera curva contradictoria de este laberinto, que es una política proteccionista, que según muchos análisis (National Retail Federation, Bloomberg) podría generar inflación y aumento del desempleo por el cierre de la economía muy interdependiente de Europa y China. Será difícil mantener la popularidad y la agenda “anti-woke” con una realidad desfavorable, sobre una economía que se estaba recuperando según muchos indicadores (Oficina de Análisis Económico del Departamento de Comercio y Reuter).
El cuarto círculo se enmarca en una gobernanza global líquida y sin muchas coincidencias académicas, de cómo será finalmente, el orden global de los próximos años. En este aspecto, vislumbramos la segunda contradicción: un desmantelamiento del sistema multilateral que el mismo Estados Unidos ha construido y es la base de su poder material y simbólico, será una autoinmolación. El intento de desproteger a Europa y favorecer a Rusia, producirá algo muy simple que es el fortalecimiento del enemigo declarado por el consenso bipartidista washingtoniano: China. Este país intenta construir un modelo alternativo de gobernanza global con aliados antioccidentales como Rusia, Corea del Norte y algunos países del Sur Global que se verán fortalecidos.
La argumentación de fortalecer a los Estados Unidos a través del desfinanciamiento de la OTAN, y dejar a Europa y Ucrania a su suerte, no solo es una contradicción a la propia historia del poderío norteamericano, sino que es disolver la dinámica de su liderazgo y de su poder material como primera potencia mundial. La gran contradicción del “Hacer grande a los Estados Unidos de nuevo” tiene el germen de su propia destrucción.
*Profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Austral.
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