La oportunidad perdida de una respuesta mancomunada
La ciencia y su rápida vacuna contra el coronavirus cumplió la rapidez que estos tiempos demandan. Lamentablemente, los políticos no han estado a la altura de esta situación.
Transcurrió un año y monedas de la pandemia de coronavirus y ya tenemos las primeras vacunas diseñadas y disponibles. En tiempo récord, allí están. No en diez años sino en unos pocos meses, producto de la movilización inmediata de cientos de miles de científicos y de laboratorios alrededor del mundo. Y no solo una sino decenas, y dentro de un tiempo tal vez cientos de vacunas diferentes, algunas con mecanismos tradicionales y otras de concepción novedosa.
Podemos decir que la ciencia ha estado, esta vez, a la altura de la emergencia sanitaria.
¿Podemos decir lo mismo de la política? Lamentablemente no.
Buena ciencia y buena política son los dos insumos indispensables para salir lo antes posible y con el menor daño de una situación crítica que afecta a todo el globo.
La ciencia ha estado, esta vez, a la altura de la emergencia sanitaria
¿Se ha trabajado en la integración mundial, o al menos regional, en la implementación de la respuesta sanitaria? No. De haberlo hecho, se podría haber aumentado muchísimo la eficacia de medidas tales como cierres de fronteras, medidas que al haber sido tomadas de modo errático y aislado no lograron contener el avance de la pandemia.
¿Se ha trabajado en una estrategia común, planetaria, para la obtención y administración de la vacuna? No. Los países ricos la obtienen primero comprando, para cubrirse, varias veces más dosis que las necesarias para su población. Mientras tanto, un número importante de países pobres no recibirá ni una sola dosis de vacuna hasta muy entrado el año 2022. Entre unos y otros, las naciones de ingresos medios hacen otro espectáculo lamentable peleando, en soledad, por las escasas partidas disponibles, como si unos se la sacaran de las manos a los otros.
¿Se han hecho esfuerzos para que la vacuna sea declarada patrimonio de la Humanidad en lugar de un fabuloso negocio? No. Solo con una firme intervención de los líderes políticos (oficialismos y oposiciones) podría haberse logrado esto, por ejemplo a partir de una pequeña colaboración de las diez fortunas más grandes del planeta.
¿Se han hecho esfuerzos para que la vacuna sea declarada patrimonio de la Humanidad en lugar de un fabuloso negocio? No
Tampoco se ha ocupado la política de condenar con firmeza los desmanejos criminales como los de Donald Trump o Jair Bolsonaro, que tanto han afectado a la evolución global de la crisis.
Nuestro país no es la excepción. Poco o nada se ha hecho para comunicar en pandemia, es decir, para utilizar uno de los instrumentos más eficaces y económicos para apuntalar las medidas de cuidado social y así morigerar el impacto letal del coronavirus. Resulta muy difícil de comprender el tozudo empeño de los políticos del oficialismo en no ocuparse de la comunicación.
Este triste desempeño afecta también a los políticos de la oposición: ostensiblemente prefieren el fracaso en el manejo de la pandemia, aunque esto redunde en muertes evitables. Por supuesto, lo primero son las elecciones; luego hablamos del bien común.
La deuda que la gran política mundial ha contraído con la sociedad a la que debería representar y proteger es de una magnitud incalculable
¿Cuánto dolor hubiéramos podido ahorrar si la política hubiese estado a la altura del desafío que plantea una crisis mundial de esta magnitud?
La vacuna está; la política no.
La deuda que la gran política mundial ha contraído con la sociedad a la que debería representar y proteger es de una magnitud incalculable. Y tal vez lo más destructivo no sean las dolorosas muertes evitables sino la inevitable muerte de la confianza pública en la política, catástrofe histórica de la que no se regresa con facilidad.
*Presidente de la Asociación de Psiquiatras Argentinos.