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Reactivación del crédito y regulación del BCRA

Los pequeños deudores se vieron beneficiados por una nueva disposición de Banco Central que elevó a $25.000 el mínimo de deuda que debe ser informada. Esto los beneficia, pero ante la solicitud de un nuevo crédito, los bancos pierden acceso al historial de deudas. Qué harán.

Fernando De Celis: “En Argentina, el crédito hipotecario nunca fue muy fuerte" Foto: Cedoc Perfil

Las entidades bancarias y fintech experimentan una etapa de gran dinamismo en Argentina, impulsada por un cambio de paradigma donde las transformaciones tecnológicas adquieren un rol protagónico en el acceso al crédito. De acuerdo con el Banco Central de la República Argentina (BCRA), el crédito al sector privado, que a diciembre de 2024 acumuló 9 meses consecutivos de suba, registró un aumento real del 86,4% en contraste al mínimo informado en enero. Esto se tradujo en más préstamos en prácticamente todas las líneas de crédito.

En este marco de reactivación del crédito, y por disposición del BCRA, el importe mínimo de deuda que las entidades financieras deben informarle pasó en julio de 2024 de $1.000 por persona a $25.000, para evitar que deudas menores afecten de manera desproporcionada el acceso a nuevos créditos. 

Esto se traduce en que, al momento de evaluar a un solicitante de crédito, las empresas tendrán menos información sobre su comportamiento de pago, lo que podría dificultar la evaluación precisa del riesgo crediticio además del potencial riesgo de generar sobreendeudamiento ya que, al no tener acceso a dicho historial, es más difícil detectar situaciones en las que un cliente ya está comprometido financieramente con múltiples obligaciones de montos inferiores. 

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La medida, si bien busca regular el ecosistema financiero y potencialmente aliviar la situación de pequeños deudores, ha planteado desafíos operativos para las empresas del sector, que podrían volverse más conservadoras para compensar la falta de información, incrementando las condiciones para otorgar préstamos. 

Paradójicamente, si bien la regulación busca proteger a personas con deudas pequeñas, al mismo tiempo podría restringir el acceso al crédito a ciertos segmentos, especialmente aquellos que históricamente dependen de montos menores para sus necesidades financieras. Incluso, para mitigar el riesgo, las entidades podrían aumentar las tasas de interés en general, afectando a todas las personas. 

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En definitiva, las empresas financieras ahora deben buscar otras fuentes de referencia, como por ejemplo los burós de crédito que cuenten con data de entidades que continúan informándoles de las deudas sin la restricción de esta regulación, que afecta únicamente a la información enviada al BCRA.

De allí que el acceso al historial crediticio de los solicitantes fuera del sistema bancario, como por ejemplo la información de comportamiento de pago en cadenas de retails, o billeteras virtuales, resulte fundamental para las entidades a la hora de determinar la probabilidad de un buen cumplimiento de pago. 

En consecuencia, la incorporación de tecnologías que provean información relevante y actualizada, incluso ante los cambios regulatorios que puedan limitar la disponibilidad de datos, se convierte en un imperativo estratégico. 

El momento es hoy. La industria del crédito ya está aprovechando esta transformación del ecosistema. Sin dudas, 2025 será el año de los aliados tecnológicos que cuenten con estándares internacionales de seguridad de la información, y que aporten a las empresas de crédito soluciones para tomar decisiones sólidas y expandir su alcance hacia segmentos históricamente desatendidos, promoviendo el acceso al crédito, puerta de entrada a la evolución financiera.

*Director de SIISA