¿Queremos que el feminismo desaparezca?
Semanas atrás vimos cómo los ataques en redes sociales le generaron un pico de estrés a Florencia Peña. ¿Alguien se sorprendió? Seguro que no quienes la atacaron y tampoco quienes investigamos el tema. La violencia digital no queda en el ciberespacio, afecta -y cada vez más- la vida de las personas.
Según una investigación reciente que realizamos en la Asociación Civil Comunicación para la Igualdad (apoyada por la Fundación Heinrich Boll) para medir cómo y cuánto eran atacadas las y los activistas feministas del Cono Sur de América Latina: el 46% de las personas que fueron agredidas en redes sociales también recibieron violencia via wpp o gmail, el 33% en la vía pública, y el 4,2% en sus domicilios personales. Similares resultados obtuvimos en otra investigación, también regional, realizada en 2020, sobre la violencia recibida por periodistas mujeres de 7 países de América Latina.
¿Esto sucede sólo a las mujeres? No hay relevamientos que midan cuantitativamente los ataques a unos y otras, pero sí nos dicen muchos estudios que las mujeres son atacadas por diferentes motivos que los varones, básicamente por su condición de género. Se nos critica y denigra por nuestra apariencia (si no somos lo suficientemente flacas o bellas, y si lo somos también porque estaríamos “provocando” a los varones), por nuestra capacidad intelectual, por la forma de ejercer nuestros liderazgos, y podríamos desglosar un largo etcétera. El ataque, finalmente, es sólo por el hecho de ser mujeres y corrernos de los lugares tradicionales.
Feministas. ¿Por qué nuestra última investigación focalizó en el activismo feminista y, no, en general, en todas las mujeres? Porque justamente estudios previos venían mostrando que las mujeres son mucho más atacadas en las redes sociales cuando se manifiestan a favor de la agenda feminista. Postear una nota o una opinión sobre la legalización del aborto o el injusto reparto del poder público, ponerse un corazón verde en el perfil o hablar de “patriarcado”, “machirulos”, o en lenguaje inclusivo desata agresiones que algunas no se olvidan, al punto de decidir no usar más esos términos y, pero aún, no manifestar sus ideas.
¿Es justo? ¿Queremos que las mujeres -y particularmente las feministas- tengan que esconderse para sobrevivir? El feminismo ha emergido como sujeto político con fuerza arrolladora en los últimos años en diferentes puntos del planeta, en particular América Latina. Como sociedad, ¿aceptaremos que se lo acalle? Según nuestra investigación: el 100% de las y los activistas feministas de los 4 países que entrevistamos (Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay) recibió violencia los últimos 2 años de sujetos/cuentas que se oponen a la agenda de género y, a partir de la misma, el 50% redujo su debate en redes. Esta violencia es más alta para las personas no cisgénero (aquellas que no se identifican con el género que les asignaron al nacer).
El objetivo de estos agresores (personas, bots, trolls) es limitar las ideas del feminismo y a quienes levantan esas banderas, particularmente si son mujeres o identidades femeninas o feminizadas. ¿Por qué, por ejemplo, Aciera (Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la Argentina) publicó un comunicado contra la escritora Claudia Piñeiro a raíz de su trabajo como guionista en la serie “El reino” que acaba de estrenarse? Es cierto que ella guionó la serie, pero fue creada en tándem con Marcelo Piñeyro, y la dirección estuvo a cargo de él. Sin embargo, en el comunicado (que ya no puede leerse en la web de la institución religiosa porque lo levantaron) y los ataques fueron hacia ella a quien, además de criticarla por los contenidos del guión, se le reprochó su militancia feminista. Decite feminista y serás perseguida por siempre.
Flor. Volviendo a Florencia Peña, ¿por qué trols, bots y secuaces se encarnizaron con ella? Es una mujer pública que rompe moldes y que se ha manifestado a favor de la agenda feminista en reiteradas oportunidades. En nuestra investigación aparece como una de las influencers (junto a Lali Espósito, Luli Salazar y otras) con capacidad para amplificar enormemente la agenda feminista. Cuando alguna de ellas repostea -como lo hacen- consignas favorables a la legalización del aborto o similar, el mensaje llega muchísimo más lejos.
Se ha manifestado a favor del peronismo. Otra razón para que sea víctima de violencia digital de género. ¿Notaron que las lideresas políticas o simpatizantes de partidos de derecha no suelen recibir ataques coordinados en redes? Por el contrario, Ofelia Fernández -la legisladora feminista más joven de la región- abandonó en abril su cuenta personal de Twitter justamente por las agresiones. En nuestra investigación -que incluía a Ofelia, a Claudia Piñeiro y a 22 activistas más del Cono Sur de América Latina- la única que recibió ataques coordinados en Twitter entre 2019 y 2020 fue Ofelia. ¿Quiénes eran las cuentas atacantes? Más de la mitad habían sido creadas con posterioridad al 2018 (momento de la emergencia de los grupos antigénero en Argentina a partir del debate sobre la legalización del aborto) y se trata de cuentas mayormente opositoras al gobierno nacional, que suelen expresarse con etiquetas como #GolpeDeEstadoK o #QueSeVayanTodos.
Aparece entonces la responsabilidad política de las dirigencias frente a estos ataques. En el caso de Florencia Peña, y luego de reiteradas críticas, hubo dirigentes/as que repudiaron a los trols Fernando Iglesias y Wado Wolf. ¿Alcanza? Porque Iglesias sigue siendo candidato para las elecciones 2021, o sea seguirá siendo representante de esa fuerza política. ¿Y del lado del oficialismo? ¿No se la dejó sola a Florencia Peña recibiendo todos los ataques mientras la Casa de Gobierno ponía como avestruz la cabeza bajo tierra frente a la denuncia de visitas fuera de protocolo a Olivos? Si el presidente se hubiera hecho cargo de su enorme error dos semanas antes, ¿acaso las balas de la oposición no habrían redireccionado hacia Casa de Gobierno en lugar de caer como metralla sobre ella?
Violencia de género. Las mujeres, y el feminismo, aún somos prenda de cambio de los “grandes” acuerdos y/o enfrentamientos políticos; y la violencia de género (digital o física) no es valorada en sus impactantes consecuencias, ni por la sociedad ni por las dirigencias. Necesitamos generar conciencia y sensibilizar en torno a la importancia de la no violencia, tanto en redes como fuera de ellas. Y para eso hay que gestar acuerdos transversales y efectivos, que trasciendan las declaraciones, y se efectivicen en hechos para que no tengamos que callarnos y podamos expresarnos libremente sin temor al ataque o la censura.
*Presidenta de la Asociación Civil Comunicación para la Igualdad.
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