Encrucijada

Pseudoderechos: la trampa de lo gratuito

A diferencia de los derechos naturales, esenciales a la condición humana, aquellos adquiridos gracias a luchas sociales requieren la acción de terceros para su realización. Por ejemplo, el derecho a la vivienda: para ejecutarse requiere que el Estado recargue a los contribuyentes.

Enfrentamientos entre piqueteros y la policía Foto: NA

En la actualidad, el discurso sobre los derechos humanos se ha convertido en un campo de batalla ideológico donde se confunden derechos genuinos con pseudoderechos (denominados generalmente “derechos sociales”, “derechos colectivos”, de “segunda, tercera o cuarta generación”, etc.), creando una peligrosa ilusión de bienestar y justicia.

Esta confusión no solo degrada el verdadero significado de los derechos humanos, sino que también socava las bases de la libertad y la prosperidad. Vale la pena destacar la diferencia crucial entre derechos naturales y pseudoderechos utilizando el derecho a la vivienda como un ejemplo central y cómo la idea de que nada es gratis revela las falacias inherentes a este concepto.

Los derechos naturales son aquellos esenciales a la condición humana, como el derecho a la vida, la libertad y la propiedad. Estos derechos existen independientemente de la legislación y no requieren de acciones positivas de otros, solo la ausencia de coerción. En contraste, los pseudoderechos son aquellos que se presentan como derechos, pero requieren de la acción positiva de terceros para ser realizados.

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El derecho a la vivienda es un claro ejemplo de un pseudoderecho. Para que el Estado lo garantice, debe construir viviendas o subsidiar alquileres utilizando recursos obtenidos de los impuestos pagados por otros ciudadanos. Esto crea una carga fiscal considerable y distorsiona el mercado inmobiliario, generando escasez y disminuyendo la calidad de las viviendas disponibles. Además, al interferir en el derecho de propiedad, se viola el principio fundamental de que cada individuo debe tener la libertad de disponer de sus bienes como mejor le parezca.

Los derechos naturales son aquellos esenciales a la condición humana, como el derecho a la vida, la libertad y la propiedad. Estos derechos existen independientemente de que sean legislados"

Por ejemplo, si el gobierno decide proporcionar viviendas gratuitas o subsidiadas a ciertos grupos, debe financiar estos proyectos con fondos públicos. Esto implica que los recursos fiscales derivados de los impuestos de todos los ciudadanos se redistribuyen para beneficiar a unos pocos. Esta transferencia de costos no solo crea una carga económica injusta para los contribuyentes, sino también puede llevar a una gestión ineficiente y a la disminución de la calidad de las viviendas ofrecidas.

Justicia social sí y Estado también

El economista Friedrich Hayek advierte sobre los peligros de tales pseudoderechos en su obra Camino de Servidumbre, donde sostiene que la expansión de los derechos positivos a expensas de los derechos naturales conduce inevitablemente a la servidumbre. Según Hayek, los derechos naturales como la propiedad y la libertad individual son esenciales para una sociedad libre. “La igualdad ante la ley y la libertad individual son las únicas bases en las que se puede construir una sociedad libre”, afirma Hayek. Cuando el Estado asume la responsabilidad de proveerlos, se expande su poder coercitivo, limitando la libertad individual y la capacidad de los ciudadanos para perseguir sus propios intereses.

El derecho a la vivienda es un claro ejemplo de un pseudoderecho. Para que el Estado garantice lo garantice, debe construir viviendas o subsidiar alquileres utilizando recursos obtenidos de los impuestos pagados por otros"

Para ilustrar aún más la falacia de los pseudoderechos, consideremos uno ficticio y ridículo: el derecho a un sombrero. Supongamos que un gobierno decide que todos los ciudadanos tienen derecho a uno gratuito. Para cumplir con esta promesa, el gobierno debe financiar la producción y distribución de sombreros a todos los ciudadanos. Esto implicaría nuevamente una redistribución de los recursos fiscales y una intervención en el mercado de sombreros. El resultado sería una carga económica adicional para los contribuyentes y una posible distorsión en la calidad y disponibilidad de sombreros en el mercado.

En este contexto, la frase popularizada por Eva Perón, "donde hay una necesidad, nace un derecho', puede parecer seductora. Sin embargo, esta afirmación confunde deseos y necesidades con derechos legítimos.

'La igualdad ante la ley y la libertad individual son las únicas bases en las que se puede construir una sociedad libre”, afirma Hayek"

Si aplicamos esta lógica indiscriminadamente, cualquier necesidad percibida podría convertirse en un derecho exigible, lo que llevaría a una espiral infinita de demandas insostenibles. El derecho a un sombrero gratuito es un claro ejemplo de cómo la creación de derechos basados en necesidades puede llevar a absurdos económicos y sociales.

Como bien supo decir el filósofo italiano Bruno Leoni  en su obra La libertad y la ley, sostiene que los derechos de propiedad son fundamentales para la libertad individual. Según Leoni, "los derechos de propiedad permiten a las personas planificar y llevar a cabo sus proyectos de vida sin interferencia estatal". 

La frase popularizada por Eva Perón, 'donde hay una necesidad, nace un derecho', puede parecer seductora. Sin embargo, esta afirmación confunde deseos y necesidades con derechos legítimos"

Sin derechos de propiedad, otros derechos como la libertad de expresión y de prensa no pueden existir plenamente, ya que el control estatal sobre los recursos necesarios para ejercer estos derechos puede resultar en su restricción.

Leoni también critica la noción de que los derechos pueden ser creados o definidos por el Estado.

Los derechos naturales, como la propiedad y la libertad, existen independientemente del reconocimiento estatal. El papel del Estado debe ser proteger estos derechos, no redefinirlos o restringirlos en nombre de objetivos políticos o sociales. Todo derecho tiene como contrapartida una obligación. Si una persona obtiene un salario de cien, la obligación universal es respetar esos cien. Si el gobierno otorga trescientos cuando el mercado otorga cien, otros deben pagar la diferencia. Esta es la esencia de los pseudoderechos: no pueden otorgarse sin destruir los legítimos.

Las mal llamadas "conquistas sociales" arruinan a los más vulnerables. Los salarios y los ingresos aumentan en términos reales gracias a las inversiones y el ahorro interno y externo que se maximiza en marcos institucionales civilizados. Los pseudoderechos, en cambio, imponen cargas insostenibles sobre la economía. La verdadera inversión proviene del ahorro y no del gasto estatal. Cuando el Estado se apodera del fruto del trabajo ajeno, no se trata de inversión, sino de gasto. Las tasas de capitalización y la libertad contractual son esenciales para evitar el desempleo y promover el progreso económico.

'La función del legislador no es crear derechos, sino reconocer y garantizar los derechos naturales del hombre' (Juan  Bautista Alberdi)

El respeto a los derechos humanos es fundamental para el progreso y la convivencia. Sin embargo, la confusión entre derechos naturales y pseudoderechos degrada el concepto de derechos humanos y facilita la justificación de regímenes autoritarios, tal como es el caso más reciente de la Venezuela de Nicolás Maduro.

En palabras de Juan Bautista Alberdi: "La función del legislador no es crear derechos, sino reconocer y garantizar los derechos naturales del hombre." La verdadera justicia y libertad se encuentran en la protección de los derechos naturales. Al comprender y respetar la diferencia entre derechos naturales y derechos positivos, podemos construir una sociedad que verdaderamente promueva la libertad y el bienestar de todos sus miembros. La defensa de los derechos naturales es, en última instancia, la defensa de la dignidad humana y la base de cualquier sociedad verdaderamente libre y próspera.

*Project Manager de la Fundación Internacional Bases