Por Beatriz
Maoísta a edad temprana, mochilera, académica, luchadora, lúcida como pocos, solidaria, en ese cuerpo que parecía tan frágil, Beatriz fue casi toda Latinoamérica, el mundo, la época.
Mencionarla es abrir muchas puertas. Que entren Benjamin y Arlt, que sigan Borges y Saer, Buenos Aires y Barthes, que no se escape Victoria de Ocampo y Sur, por si las moscas.
Tenía el don de la simpleza, la capacidad de llegar al punto sin rodeos, con ironía la mayoría de las veces, con ese encanto de estar bajando, invitándote a su oficina, y comentando que en el edificio donde vivía se había topado con una dominicana que tenía en las manos todo un Dostoievski. ¡Vaya, Beatriz!
Era la autora que leía y citaba con gusto a Washington Cucurto, que para pensar la modernidad se metía en una sala de juegos de computadora o un mall. Maoísta a edad temprana, mochilera, académica, luchadora, lúcida como pocos, solidaria -aunque la palabra suene algo oxidada-, en ese cuerpo que parecía tan frágil, y quien siempre se decantaba por jugar tenis o nadar, como si hubiese encontrado lo que Ponce de León nunca pudo, Beatriz fue casi toda Latinoamérica, el mundo, la época.
En 2015 le otorgamos a Beatriz Sarlo el Premio Internacional "Pedro Henríquez Ureña", instituido por el Ministerio de Cultura de la República Dominicana. La idea era honrar la creación y el pensamiento crítico latinoamericano. En su primera versión el premiado fue Luis Rafael Sánchez, luego le tocó a Ernesto Cardenal, y en la siguiente versión, a Beatriz. Junto al Premio dedicado al humanista dominicano, se convocaba a un coloquio internacional para tratar su obra. En esa ocasión vinieron, entre otros, Ignacio Sánchez Prado, Rafael Mondragón, Liliana Weinberg y Arturo Victoriano.
Mejor recordar a Beatriz en esta alegría por la ciudad, celebrando, hasta fumando, como a ella le encantaba.
En las imágenes que van anexas, estamos en un tour por la Ciudad Colonial de Santo Domingo, en su catedral. Era el primer día de Beatriz en nuestra media isla. Luego fuimos al Parque de los Poetas, el lugar tradicional de la Fiesta del Libro Cielonaranja. Allí, ante el reclamo de "Beatriz, ponte como la poeta (Julia de Burgos, la del busto)", ahí estaba la gran Beatriz, siempre encantadora.
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