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Poner corazón en un mundo líquido

Ante la desaparición de un entorno sólido, más predecible y fácil de controlar, el Papa Francisco nos invita a regresar a una “perspectiva cordial de la existencia”. No es necesario someterse al mercanitilismo de las emociones: nuestra mente está preparada para interpretar proyectos del corazón y llevarlos adelante.

Fieles católicos esperan el inicio de la santa misa presidida por el Papa Francisco en el Estadio Nacional de Singapur el 12 de septiembre de 2024. Foto: AFP

El pensador polaco-inglés Zygmunt Bauman acuño la expresión modernidad líquida para describir acertadamente nuestra época actual. De esa manera quería indicar la vertiginosa fluidez de los cambios que nos sumergen en la incertidumbre y la falta de referencias, por contraposición a la desaparición de un mundo predecible y controlable (la modernidad sólida). 

El Papa Francisco, dando muestras de estar atento al diálogo con el pensamiento contemporáneo, manifiesta en su cuarta encíclica Dilexit nos (Nos amó, octubre 2024) que “en un mundo líquido, es necesario volver a hablar nuevamente del corazón”. Esta invitación a una perspectiva cordial de la existencia también nos trae a la mente la célebre convicción de Pascal acerca de que “el corazón tiene razones que la razón no conoce”.

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De todos modos, no se trata de oponer la lógica del corazón a la de la razón sino de articularlas a la manera de una “razón cordial”, como propone Adela Cortina, en cuanto que la razón es una facultad preparada para interpretar proyectos del corazón, para extenderlos en propuestas teóricamente elaboradas, pero esos proyectos racionales solo cobran fuerza motivadora si no pierden su arraigo en el corazón.

Por su parte, el Papa alude con la imagen del corazón a la necesidad de recuperar nuestra sensibilidad ante la posibilidad de “convertirnos en consumistas insaciables y esclavizados por los engranajes de un mercado al cual no le interesa el sentido de nuestra existencia”. 

Si nos alejamos de la comunidad, también nos iremos alejando de Jesús"

Actuar con el corazón–insiste Francisco– es lo contrario de la apariencia, el disimulo y el engaño que dañan y pervierten, y solo ofrecen vacío, y subraya: “En este mundo líquido, es necesario hablar nuevamente del corazón” para ser libres ante “los ritmos y ruidos de la tecnología, sin mucha paciencia para hacer los procesos que la interioridad requiere” que hace posible los vínculos auténticos.

El Corazón de Jesús que nos amó primero

Referirse al Corazón de Cristo es el modo “sensible y accesible” que pone de manifiesto cómo Dios ha querido revelarse y volverse cercano. El Corazón de Cristo –prosigue el Papa– “es una síntesis del Evangelio” que expresa el feliz encuentro con ese amor de Cristo que abraza y salva”, y nos libera de sólo concentrarnos “en actividades externas, reformas vacías, organizaciones obsesivas, proyectos mundanos, reflexiones secularizadas”.

Ahora bien, en la encíclica, por otro lado, se nos previene de un encuentro con Cristo unilateralmente espiritualista o intimista que eludiera la relación con los demás. 

Al respecto se advierte: “Si nos alejamos de la comunidad, también nos iremos alejando de Jesús. Si la olvidamos y no nos preocupamos por ella, nuestra amistad con Jesús se irá enfriando”. Es por eso que se recuerda que el auténtico encuentro con Jesús es inseparable de “tejer lazos fraternos, reconocer la dignidad de cada ser humano y cuidar juntos nuestra casa común”. 

*Licenciado en Filosofía, Coordinador del Ciclo de Extensión Educación, Etica y Desarrollo en la Fac. de Ciencias Sociales USAL. Prensa Andreina Talin