Cambio climático: es momento de escuchar a las jóvenes que la tienen clara
Miles de jóvenes en el mundo se han organizado y trabajaron arduamente para hacer llegar sus reclamos y exigir cambios concretos.
Los jóvenes la tienen clara. Y es que realmente tienen la certeza de que el camino a seguir va hacia la preservación de nuestro planeta y que eso significa terminar con las industrias contaminantes. Miles de jóvenes en el mundo se han organizado, tomando como un ejemplo a Greta Thunberg, y han marchado, pero también han trabajado arduamente con otras organizaciones y actores sociales para hacer llegar sus reclamos a los legisladores de los gobiernos que los representan y han exigido cambios concretos.
En septiembre del 2019, las calles de más de 180 países albergaron a siete millones de personas que, liderados por la juventud, reclamaron medidas urgentes para combatir la crisis climática. Estos jóvenes, junto a sus familias, amigos y maestros, marcharon para expresar que el tiempo se agota y que es su futuro el que está en juego.
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Este movimiento de jóvenes ha pedido en reiteradas ocasiones que la voz de la ciencia sea escuchada y utilizada como un vehículo para modificar los actuales planes de desarrollo a nivel global, que no hacen más que profundizar la crisis climática. Científicos de todo el mundo vienen alertando hace años sobre los peligros y consecuencias del cambio climático. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) publicó diferentes informes que sirven como base al momento de exigir una mayor acción para frenar la crisis climática. Su informe sobre uso de la tierra en agosto del año pasado determinó que la temperatura sobre la tierra ya ha aumentado 1.5°C por encima de las medidas en la era preindustrial, lo que impulsa la desertificación y la degradación de la tierra. Otro informe sobre océanos publicado también en 2019, expuso que el nivel del mar se elevará cerca de un metro para 2100 si la temperatura global de la tierra excede los 3°C.
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Este año, la actual pandemia global nos obliga a todos a permanecer en nuestros hogares, para priorizar la seguridad de todos los ciudadanos y para aliviar los sistemas de salud. Si bien han habido cambios favorables para el ambiente en estos meses de aislamiento, estos se deben principalmente a la interrupción de la circulación y de ciertas industrias. Sin embargo, es importante que entendamos que estos efectos son puramente circunstanciales. La crisis climática continúa profundizándose, pese a la pandemia.
Un ejemplo dramático de nuestro país es la destrucción de bosques. Según un monitoreo reciente que hemos elaborado, durante este mes de cuarentena se han desmontado 6.500 hectáreas de bosques nativos en las provincias de Salta, Santiago del Estero, Chaco y Formosa, donde se concentra el 80% de la deforestación del país.
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Por eso, esta situación también tiene que ser una oportunidad para continuar exigiendo políticas que vayan unidas a la protección de nuestros recursos y no de la mano de su destrucción. Hace pocos días, el viernes 24 de abril, miles de personas en el mundo, junto a los jóvenes, llevaron las marchas que los hicieron tan populares al ámbito digital y, de este modo, captaron las redes sociales para reclamar por una acción climática urgente.
También, es un excelente momento para que los gobiernos del mundo revean sus políticas y planes de desarrollo. Deben avanzar con medidas que contemplen los aspectos sociales, ambientales y climáticos de cada país. La ejecución de políticas públicas sin tomar en cuenta estos factores significa ir en contra de los derechos básicos de los ciudadanos.
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Deforestar y abrir más reservas de petróleo, gas y carbón es condenar al planeta a impactos climáticos devastadores. Pero, aunque suene casi imposible, todavía hay esperanza. Como contraste a la actitud de los líderes mundiales, los movimientos de jóvenes en todo el mundo nos enseñan constantemente que se puede lograr un planeta más sano y justo para todos.
* Miembro del área de campañas de Greenpeace.