No fue la dictadura
La matanza no comenzó con la dictadura, lo que comenzó con la dictadura fue la sistematización del crimen: secuestro, tortura y muerte organizados con meticulosidad en numerosos campos de concentración para incrementar el número de capturados. Y tiempo suficiente para que el rapto se prolongara sin fecha y los cuerpos cedieran al dolor.
Eso es lo que hizo la dictadura. Pero antes de ella hubo entre 1.300 y 1.500 asesinados que hoy figuran como víctimas de los militares. Y no fueron los militares los culpables de esos crímenes. Me consta. Cuando visito el Memorial de la Costanera norte no dejo de observar la placa que dice Miguel Ángel Bufano, mi hermano menor secuestrado por una patota de la Juventud Sindical Peronista el 13 de diciembre de 1974, hace cincuenta años. Miguel fue atrapado en la puerta de su trabajo, golpeado brutalmente y por fin asesinado con cuarenta disparos de pistola. Quizás fuera una ametralladora, no lo sé. Tampoco conozco los nombres de los asesinos, salvo que salieron armados desde el Sindicato del Plástico. ¿Quién convocó a los sicarios? Los dueños de la empresa que estaban molestos por las demandas de Miguel Ángel y de su amigo y compañero de militancia, Jorge Fischer. ¿Quién autorizó que dos automóviles Ford Falcon ocupados por hombres armados se estacionaran en la puerta de la empresa? La policía de la Provincia de Buenos Aires que había sido alertada por los obreros que temían el desenlace que finalmente se produjo. Los patrulleros llegaron, los agentes conversaron con los matones. Y se retiraron mansamente. Territorio liberado. ¿Quién gobernaba la Provincia?: Victorio Calabró luego de la obligada renuncia de Oscar Bidegain por parte del Presidente de la Nación a raíz del ataque del ERP al cuartel de Azul. Pero Miguel Bufano y Jorge Fischer no eran guerrilleros. Criticaban a los grupos armados, criticaban a Firmenich y a Santucho. Reprobaban públicamente el accionar “aventurero” de las milicias armadas. Claro, en su condición de delegados solicitaban salarios dignos, mejores condiciones de trabajo, ropa adecuada a sus actividades en la fábrica. Eran subversivos pacíficos desprovistos de armas. Pero aún así, ni los patrones ni los sindicatos estaban dispuestos a tolerar la presencia de “zurdos” que reclamaran mejoras laborales. Fischer tenía 25 años y mi hermano 23, dos mocosos que militaban en el hoy llamado Partido Obrero. Desconozco cómo mataron a Fischer. Sé que a mi hermano lo golpearon hasta fracturarle los huesos y después lo acribillaron. Algunas crónicas atribuyeron los crímenes a la Triple A. En este caso, no es cierto. Fueron los muchachos del sindicato los autores que se movían bajo la protección de la patronal y enarbolando las siglas de la Juventud Sindical Peronista. Que todavía hoy existe, aunque afortunadamente no matan a nadie. Que yo sepa. A veces, cuando en noticieros o fotos periodísticas, veo a los dirigentes actuales me pregunto: ¿alguno de ellos habrá estado presente mientras disparaban contra el cuerpo de Miguel? Jamás lo sabré.
*Escritor.
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