Desechos industriales: ideas, casos y leyes para tratar un tema sustentable fundamental
Argentina se encuentra en plena discusión sobre estos temas. Abundan proyectos de “Leyes de Envases”, que en algunos casos estuvieron tanto tiempo detenidos que hasta perdieron estado parlamentario. De alguna manera, lo que faltaron no fueron iniciativas sino consensos.
Además del comienzo de una asamblea constituyente y las consecuencias de la pandemia, Chile vive este año un proceso que no es noticia pero que puede ser revelador para la Argentina: la aplicación de la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor, que delega en las empresas la correcta gestión de los residuos que generan los productos que comercializan.
La normativa, sancionada en 2016 y que recién comenzó a aplicarse en el último año, busca disminuir la generación de residuos y fomentar el reciclaje. Propone un avance gradual, con foco en siete productos: aparatos eléctricos y electrónicos, aceites y lubricantes, baterías, diarios y revistas, envases y embalajes, neumáticos y pilas. Por ejemplo, la ley dice que, desde el 2023, las empresas que importan neumáticos deberán reciclar el 25% de las cubiertas y recolectar el 50%.
Empresa argentina invirtió para transformar desechos cloacales en biodiesel
Argentina se encuentra en plena discusión sobre estos temas. Abundan proyectos de “Leyes de Envases”, que en algunos casos estuvieron tanto tiempo detenidos que hasta perdieron estado parlamentario. De alguna manera, lo que faltaron no fueron iniciativas sino consensos.
Al mismo tiempo, la sola mención de una nueva regulación en la Argentina provoca escalofríos en buena parte del empresariado que, pandemia de por medio, analiza con detenimiento lógico las implicancias de cada proyecto de ley que impacta sobre su modelo de negocio.
La responsabilidad extendida implica, naturalmente, un “hacerse cargo” de toda la cadena productiva y responder activamente frente a sus consecuencias. Esto puede materializarse de diferentes maneras. Una puede ser la incorporación de nuevas acciones que las empresas comercializadores deban asumir. Ya sea con campañas de concientización y de fomento de reciclaje o hasta el impulso de emprendedores sociales, por mencionar algunos ejemplos. La alternativa opuesta es un tributo sobre las empresas para que los Estados (en sus diferentes niveles) se ocupen del tema.
Desarrollan tres productos de alto valor con desechos de la industria quesera
Volviendo al ejemplo chileno, en Argentina existe un espacio para que la propuesta normativa no se estructure con una lógica “llave en mano”, sino en esquemas de mayor gradualidad y libertad que establezcan metas y permitan que la creatividad -tan característica de nuestro país- cree nuevos espacios de valor, superadores de cualquier regulación.
Un caso que es muy conocido en el sector social pero no tanto en el corporativo es Xinca. Esta empresa utiliza desde 2013 neumáticos reciclados para fabricar las suelas de los calzados que vende, en un ciclo de producción en el que además participan personas privadas de su libertad.
Desde un sector mucho más industrial, y muchas veces ajeno al imaginario de una industria sustentable, Mateo Hermanos anunció este año una inversión de 500 millones de pesos para generar un sistema de reciclaje integral de baterías para automotores. ¿El objetivo? Recuperar, como mínimo, la misma cantidad de baterías que comercializan. Otra experiencia similar es la de Buplasa, una compañía que fabrica plásticos y que se propuso orientar su producción a partir de insumos recuperados. Incluso incursiona en el mundo de fuentes renovables como el bioplástico, proveniente de la caña de azúcar.
Cambio climático: el alza de los mares
Más allá de sus obvias diferencias, las tres empresas tienen un común denominador: lograron integrar la economía circular a su cadena de valor, erradicando la idea de que la sustentabilidad es necesariamente un gasto y que, por el contrario, puede ser una oportunidad para producir más y mejor. Se tratan de buenos ejemplos de cómo actuar con responsabilidad extendida con un impacto positivo desde el punto de vista económico, ambiental y social.
Estas iniciativas y la experiencia de Chile pueden servir como norte. El debate en el país vecino no estuvo exento de polémicas y largas horas de debate. Se erige así el gran desafío legislativo de que los proyectos contemplen la participación de los distintos actores involucrados en la gestión extendida, para que la carga no se traduzca en un aumento de precios y, a su vez, para que se habilite un espacio de innovación y creación de valor. En tiempos cambiantes, establecer con precisión un horizonte puede que sea suficiente. El mundo necesita soluciones compartidas de impacto positivo.
* Lucas Peverelli. Lic. en Ciencias Políticas. MBA, Universidad de San Andrés. Socio Director de Business & Sustainability.
También te puede interesar
-
Notre Dame de Paris, misterios de la vida y del amor
-
Qué hará Donld Trump con los inmigrantes
-
Sin estatus y sin futuro: esperanza inclusiva para la nación humillada
-
Cómo ven los sindicatos el primer año de Javier Milei
-
Cómo será el mundo en 2025, según The Economist
-
La libertad… ¿avanza en 2025?
-
Blanqueo de capitales: la gran oportunidad que se abre para el sector inmobiliario
-
Astor Piazzola: la tumba olvidada y sin una flor
-
Liderar con confianza: cómo construir organizaciones que inspiran
-
5 mitos sobre el estrés