Análisis

Entre narcisismos competitivos: polarizar con Milei lo fortalece y escuchar a la sociedad lo debilita

Para enfrentarlo de verdad hay que escuchar todos los malestares sociales que lo alimentan, los que silencia y los huérfanos. Milei hace política de mayorías, la oposición no.

“Olas sin límite” de Yue Minjun, 2023. Foto: Cedoc

1. Milei es hijo de la polarización destructiva de la clase política.

Milei nació de llevar al extremo el juego de la antipolítica que nos trajo a estos juegos del hambre actuales, con guerras judiciales y culturales demenciales y políticas de destrucción de la confianza social y de un Estado que deberemos reconstruir.

Polarizar con Milei no funciona y lo fortalece. Es aceptar su tramposa invitación a entrar en una guerra virtual en la que, por ahora, siempre tiene las de ganar con una audiencia expectante por que se sumen adversarios a “humillar” y “destruir”. En el manual de las prácticas fascistoides esas palabras no son inocentes y hay que poner límites sin golpear bajo ni excederse.

Cabe usar ciertos conceptos extremos con cuidado y no abusar para cuando sean necesarios utilizarlos. Hay que evitar vaciar las palabras de sentido. Algo que ya pasó con otras ideas fundamentales como libertad, república y justicia social, entre otras.

Recobrar la confianza de la sociedad y sacarla del resentimiento autolesivo es una tarea tan titánica como necesaria.

Sin polarización Milei estaría en una minoría insular, pero la polarización es un patrón histórico recurrente. Saavedristas y morenistas, unitarios y federales, peronistas y antiperonistas, y así hasta hoy. Romper la lógica amigo-enemigo y reconstruir una política democrática sigue siendo algo que tanto el macrismo como el kirchnerismo, entre supuestos “republicanos” y los que decían “volver mejores”, prometieron e incumplieron.

Un decreto como caballo de Troya: el que puede dos supremos, puede un Procurador General

El momento político, con su violencia simbólica y con el clima autoritario global, es peligroso justamente porque al polarizar la lógica de los extremos puede llevar a acciones irreparables, desatar algo difícil de detener. Pasar de los dichos a los hechos, de los actos de fe a los actos de fuerza. En el pasado se ha combatido odio con odio, autoritarismo con autoritarismo, violación de derechos humanos con violación de derechos humanos, violencia con violencia, injusticia con injusticia y hay que evitar caer en ese ciclo nuevamente.

En un contexto de polarización, las elites políticas tradicionales fueron miopes e insensibles, lo que facilitó que un rejunte de contraelites las derrotara electoralmente. Milei escuchó varios de los reclamos censurados por acciones extremas de diferentes progresismos. Hubo linchamientos y cancelación. Políticas de miedo y persecución. Los espirales de silencio se rompieron y se expresó lo acallado con un grito democrático.

Las minorías ruidosas hicieron que las mayorías silenciosas se expresen con su voto en el cuarto oscuro. Un año y tanto después se sigue ignorando que en democracia hay que escuchar a toda la sociedad en su diversidad. Los populistas mesiánicos como Trump y otros autóctonos los están escuchando lo que no quita que los manipule y vuelva a decepcionar.

El desierto y la semilla de una nueva Constitución

Las pantallas están diseñadas para sentir ansiedad y miedo. En las redes sociales todos están en modo de lucha desmesurada y guerra total, eso lleva a que todo sea supervivencia, sin valores ni principios. En esa dinámica de temor y pánico, censura y autocensura de algunos y discursos de crueldad de otros, Milei nació, creció, llegó y posiblemente se mantenga.

Las minorías progresistas y falsamente virtuosas son clasistas y privilegiadas. Las políticas de minoría que hizo ese progresismo con poder ayer les regaló las mayorías a Milei. Hoy siguen con la impostura de la virtud.

Esa agenda se mantuvo con miedo y amenazas, con un punitivismo progresista peligroso que Milei usará para profundizar un Estado penal total. Lo profundizará con ficha limpia y con su propuesta de Código Penal. Ese progresismo y feminismo, que suspendieron con pánico la misma Constitución, sus garantías y los derechos humanos, fueron precursores del populismo penal que Milei usará en el año electoral.

2. Salir del individualismo extremo y del narcisismo autoritario.

Reconstruir espacios de escucha, diálogo y vínculo directo con la sociedad debería ser prioridad. El momento, como ya dijimos, es peligroso porque al polarizar se puede profundizar los tiempos confusos, haciéndolos más oscuros. Al mismo tiempo, si se reacciona a movimientos reaccionarios con violencia y se cae en provocaciones se pueden repetir tragedias históricas.

Para eso libertad de expresión, verdad, diálogo respetuoso y escucha, entre otras prácticas, deberían reconstruirse, nutrirse y fomentarse desde las fuerzas políticas. Todo lo opuesto a la guerra polarizada, a los linchamientos virtuales, reales y a las patrullas variopintas del pasado y presente.

Milei necesita que todos reaccionen, con indignación o miedo, a lo que dice mientras nos distrae de lo que hace, lo que destruye. Hay razones para preocuparse por lo que dice pero debemos ser inteligentes para no alimentar sus políticas de distracción.

Milei gana al generar una reacción por “dichos” en lugar de su destrucción material y abandono palpable. No hay una respuesta institucional y no vendrá un fallo adverso de una Corte que tiene comprometidos sus silencios. Hasta que a la Corte le "convenga" para simular "independencia".

Sin estatus y sin futuro: esperanza inclusiva para la nación humillada

Una marcha es importante pero necesita presionar instituciones y marcar agenda a representantes, supuestos líderes. Un decreto rechazado en la bicameral sería un duro revés. Se necesita articular movimiento, política e instituciones. No parece verse, ni siquiera desearse.

Al demonizar en términos de fascismo y suponerse antifascista no se evalúan las prácticas problemáticas en las propias filas. Prácticas de censura, persecución, violación de derechos humanos, patrullaje que se hicieron en nombre de la justicia social y otros valores que así se vaciaron de contenido.

Las largas y productivas reuniones -el pliego del Juez Lijo como ejemplo- que tiene Milei y sus colaboradores con diferentes sectores del radicalismo, peronismo, kirchnerismo y hasta el traspaso abierto de líderes del PRO a LLA hace pensar que las cosas que dice Milei pueden ser extremas y alarman pero “la casta” las tolera peligrosamente. La tolerancia tiene un límite que en el pasado ha sido muy doloroso. La misma violencia regenerativa del progresismo y del feminismo fue tolerada con un costo político hoy evidente. Los dichos de Milei alertan cosas más intensas que deben ser evitadas. Una manifestación pacífica, horizontal, espontánea sirve para decir basta, decir "hasta acá".

Lamentablemente, la expansión autoritaria, las acciones liberticidas, el desarme del Estado y la destrucción seguirán avanzando, con acompañamiento electoral incluso en una economía disfuncional.

Representar fielmente la traición: la oposición política a Milei es su socia estratégica

La derecha es mesiánica con su pensamiento mágico. El radicalismo, el peronismo y la izquierda se autodestruyen cuando hacen política y activismo boutique para minorías sin pretensión de hablarle al pueblo. Milei le robó las mayorías al peronismo y todo puede pasar. Los actores con poder simulan querer entender su tiempo, oponerse mientras negocian y así consolidan el vacío político.

La oposición le habla poco a un pueblo cambiado mientras Milei está más en su sintonía y puede mejorarla. Los partidos mayoritarios tienen vocación de quedarse como resabios oligárquicos con contactos institucionales para hacer negocios y renuncian a la política de mayorías.

La hegemonía retórica del progresismo sirvió para distraer y empobrecer. Su rechazo tiene bases materiales y afecta a todos los espacios y a medida que el escenario internacional se oscurezca más eso se profundizará.

El verdadero progresismo está fuera del victimismo, del individualismo extremo y del narcisismo autoritario que atrapó a tantos. Está en contra de los victimismos competitivos que alimentan un yo descontrolado que nunca escuchará a otro que no sea su espejo. Progresista hoy es escuchar a la sociedad y construir materialmente con acciones dirigidas sincera -no interesada o performativamente- al otro en el mundo real. Contener traumas y no producir nuevos, sanarlos en vínculos sociales y afectivos, para una sociedad enojada, empobrecida y rota, en la que lo único que crece es la pobreza y la soledad.

 

Lucas Arrimada da clases de Derecho Constitucional y Estudios Críticos del Derecho.