dólar

La virtud de la templanza

Central. La idea de desdoblar el mercado cambiario no es novedosa. Foto: cedoc

Durante los últimos días hemos escuchado en casi todos los medios de comunicación que el Gobierno avanzaría en el anuncio de un dólar especial que estimule las exportaciones del campo y otro que penalice las importaciones de insumos suntuarios y servicios que no afecten alimentos ni energía.

En los últimos días precedentes a mi salida del gabinete de ministros hice una propuesta exactamente en esta línea que causó revuelo y controversias políticas y mediáticas. No me interesa analizar las circunstancias que generaron este cambio de timón a solo tres meses de ese momento; en todo caso creo que sería valioso pensar cuánto daño podríamos haber evitado en materia inflacionaria y su impacto en el poder adquisitivo de los salarios.

¿Por qué un desdoblamiento (o el título que queramos utilizar para definir la existencia de un tipo de cambio diferente para algunas importaciones y exportaciones) puede resultar un instrumento efectivo para este momento de la Argentina y el punto de la realidad económica en el que nos encontramos?

Pocas veces en nuestra historia hemos transitado por una situación donde se combina un nivel alarmante de reservas muy bajas con un régimen de muy alta inflación y un contexto político de alta incertidumbre por la víspera electoral. Si a esto le sumamos una coyuntura climática puntual de este año con una extrema sequía que nos quitó veinte mil millones de dólares de los cuales ya se verificó la mitad en el primer semestre pasado, queda claro que la política cambiaria requiere una administración planificada, transparente y previsible.

¿Por qué no una devaluación lisa y llana o una unificación de los tipos de cambio que nos libere a todos de una vez del odiado y pernicioso cepo?

En la clase 1 de devaluación de la moneda se estudia que es una medida odiosa y antipopular que solo tiene sentido si realmente se gana competitividad, para lo cual debe promover un cambio real en los precios relativos de las cosas. Para que esto ocurra, el Gobierno que la aplica debe gozar de confianza pública suficiente para resultar creíble; va de suyo que ambas cosas necesitan ser acompañadas de un plan integral de estabilización, algo que estuvimos esperando en reiteradas oportunidades de los últimos dieciocho meses pero que nunca aconteció. Sería raro y hasta contraproducente pensar en algo así a pocos días de las PASO y meses de las elecciones generales.

En la clase 2 de cepo (es la 2 porque hay pocos libros de texto que contienen un capítulo de cepo…) te enseñan que si vas a levantar todas las restricciones cambiarias de un día para el otro, es altamente recomendable que lo hagas con una cantidad de reservas en el BCRA como para responder a los desafiantes operadores del mercado que despiadadamente intentarán torcerte el brazo por varias semanas. Huelga decir que nuestra situación de reservas, sean brutas, netas o líquidas, son extremadamente débiles y nos impide esa respuesta, incluso si lográramos alguna dádiva temporaria por parte del FMI. En esto, la templanza del herrero es una cualidad vital para evitar romperlo todo.

En conclusión, un desdoblamiento cambiario transitorio, que ordene la comercialización de las magras divisas, parece una medida lógica, pragmática y muy razonable para este país en estas circunstancias.

Se los dice uno de los tantos machitos del off que supo estar de ambos lados del mostrador.

*Profesor FCE UBA - Ex CEO MNC. Consultor de empresas.