La vida de Eva Perón según Abel Posse
En la novela La pasión según Eva, el autor reconstruyó su vida a través de múltiples testimonios.
Una de las maneras de entender el periodismo cultural es abordar textos literarios que, aunque no sean nuevos, no por ello merecen menor atención. Más que informar sobre la novedad, prestar atención a aquellos textos que invitan a la reflexión sobre la relación entre lo literario y lo social. Desde este punto de vista, en distintas notas publicadas en este y otros medios, hemos abordado textos referidos a hechos y personajes relevantes de la historia de nuestro país ocurridos desde mediados del siglo XX. En esta ocasión nos referimos a una obra que toma como eje a Eva Perón, la novela de Abel Posse La pasión según Eva (1994).
Eva Perón es una de las figuras de nuestra historia que ha despertado amores y odios con igual intensidad. Su vida y su muerte ofrecen características tan singulares que ha hecho que se convirtiese en protagonista de numerosas obras. En este sentido, Posse es parte de una extensa lista que incluye a autores tan diversos como Rodolfo Walsh, Tomás Eloy Martínez, David Viñas o Copi. Muchos de los autores se han referido a los sucesos que afrontó su cuerpo una vez fallecida, o sea, la “Eva post mortem”. Este no es el caso de Posse, cuyo texto, excepto por unas escasas páginas del “Epílogo”, toma como objeto a la Eva viva, desde su niñez hasta su muerte.
En ese recorrido a través de la vida de Eva, Posse narra con detalles muchos y conocidos episodios: la relación extramatrimonial de su madre Juana Ibarguren con Juan Duarte (o D’ Huart), quien tenía su “familia “legítima” en Chivilcoy, relación de la cual nacieron varios hijos, siendo la última Eva; las dificultades que atravesó la familia una vez fallecido Juan Duarte y su necesario traslado a Junín; su posterior llegada a Buenas Aires siendo una adolescente persiguiendo su sueño de ser actriz y las duras condiciones en que vivió en sus primeros tiempos en la ciudad; la manera en que fue subiendo de categoría en el medio artístico hasta llegar a tener un desarrollo relativamente importante en él; el encuentro con Perón en el Luna Park en ocasión de un festival en ayuda de los afectados por el terremoto de San Juan; la transformación operada en Eva luego del casamiento con Perón y el ascenso de este al gobierno; su “renunciamiento” a postularse para la vicepresidencia del segundo gobierno de su marido.
La pasión según Eva es una novela “sui generis”. Puede verse como una narración típicamente coral, con la salvedad de que es a la vez un “collage” de relatos de diversas personas reales de las cuales el autor ha ido recogiendo sus testimonios. Desde un inicio, Posse da cuenta de la particularidad de su texto señalando lo siguiente en esa especie de breve prólogo titulado “Nota”: “Sumario existencial de la personalidad de caudillo más fascinante de la Argentina de este siglo. Biografía coral. Novela de todos. Biografía de grupo, con personaje central (…) El novelista ha sido más bien un coordinador de las versiones y peripecias que fueron delineando el mito”. En esa misma “Nota”, el autor informa que lo que ha de contar no surge de su fantasía, sino que “todas las circunstancias son históricas. Todas las palabras, o casi todas. Surgen de versiones reconocidas, de declaraciones o de textos”. Si bien podría pensarse que solo es un recurso literario para otorgarle verosimilitud, el hecho de que muchas personas (en general, conocidas públicamente) figuren numerosas veces con sus nombres en el texto y nuevamente en la página final de “Agradecimientos” lleva a pensar que efectivamente son testimonios reales (más allá de lo cierto o no de sus relatos). La narración alterna lo que dicen esos numerosos personajes con lo que supuestamente pensaría Eva (pasajes claramente ficticios). A su vez, si bien el hilo conductor de la narración son los últimos meses de su vida cuando su enfermedad terminal ya ha avanzado, continuamente hay una vuelta a distintos momentos anteriores.
En esa exploración por la vida de Eva, Posse va ofreciendo su mirada sobre las facetas que la caracterizarían. Entre ellas, puede mencionarse la rebeldía, que se manifiesta claramente en la Eva adolescente con su inquebrantable deseo de venir a la Ciudad de Buenos Aires a probar suerte como actriz a pesar de la oposición de sus seres más cercanos.
Otra de las facetas es el tipo de relación que Eva mantuvo con los hombres durante su carrera artística: “Si usted le preguntase a alguien del medio radial o cinematográfico cuál fue el amor de Eva en aquellos años, no sabría qué responderle. Ninguno se lo sabría decir. (…) Eva era dura. Muy dura. No tenía emociones fáciles. Aparecían y desaparecían de su vida según una precisa razón episódica que no tenía nada que ver con el amor (…) Sus hombres fueron transformándose en pasajeros fantasmas de una eterna y estúpida guerra sexual”.
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Entre las facetas de Eva, también aparece la particular y férrea relación que mantuvo con Perón: “Perón, el gran solitario, empezó a ser seducido realmente por ella. A medida que le fue hablando en su interminable monólogo sobre la Argentina, el mundo, la guerra mundial, Eva se constituía en un receptáculo apasionado, fascinado. Ese hecho lo sorprendió. Descubrió, en su monologar, la gran inteligencia natural de Eva y la inmensa pasión política que estaba desencadenando en ella”. Asimismo, en otro pasaje, sobre la misma temática se cuenta: “El amor de ellos debió de haber tenido un punto central: el encuentro de dos seres profundamente heridos en su sexo. Hermanados por dos infancias tristes, puritanas, agrarias, sin ningún encanto bucólico”.
Por último, si se toma en cuenta el título de la obra, la faceta de Eva que trata de resaltarse en la novela sería la “pasión”. Según la RAE, este término podría interpretarse como sinónimo de “deseo, entusiasmo, fervor, vehemencia” y en verdad estas características podrían ser adjudicables a Eva. Sin embargo, sería más apropiado considerar “pasión” en otro de los sentidos señalados por la RAE, cuyos sinónimos serían “sufrimiento, padecimiento”. Desde este punto de vista, hay una correspondencia con “la pasión de Cristo”, que hace alusión a los sufrimientos padecidos por Jesús entre “la última cena” y su crucifixión y muerte. En el caso de Eva, como ya señalamos, el hilo conductor de esta narración es su padecimiento en los últimos meses de vida, padecimiento reiteradamente destacado por el autor. Por ejemplo, en una parte, en lo relatado por un personaje, puede leerse: “Ella hablaba de alfilerazo refiriéndose a las punzadas del mal. Punzadas que la sorprendían en cualquier momento y que le producían un horroroso dolor que le costaba uno o dos días de postración para asimilar las descuidadas dosis de calmantes que le propinaban”. Asimismo, en otra parte, en uno de los supuestos monólogos interiores de Eva, se cuenta: “Fue la noche del feroz “alfilerazo” que por momentos me pareció una estocada final, un rejón de muerte. Era una cuña en la carne viva, como alguien desde dentro con un cuchillo (…) Es imposible describir el supremo dolor físico, del mismo modo que no podemos describir el extremo placer”.
Como comentamos en un inicio, son muy numerosas las obras que tienen a Eva Perón como protagonista, siendo muchas de ellas referidas a la “Eva post mortem”, dadas las increíbles (pero verdaderas) peripecias sufridas por su cuerpo después de fallecida. Por cierto, no menos singulares son las circunstancias de su corta vida, sobre la que Posse trata de dar cuenta a través de una particular narración poliédrica.
* Licenciado en Letras (UBA), Doctor en Ciencias Sociales (UBA). IG @carloscampora01
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