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La verdad del espejo

¿Ellos?. Milei, que tanto odia a los K se parece cada vez más. Foto: AFP

¿Cómo puedes conocer el rostro de tu enemigo? El filósofo estadounidense Sam Keen lo explica en su libro Faces of the enemy: reflections of the hostile imagination (Los rostros del enemigo: reflejos de la imaginación hostil). Se comienza por tomar un lienzo en blanco y por “sumergir un gran pincel en la paleta de tu sombra enajenada”, indica Keen. Su texto, a la vez bello y desesperado, aconseja luego: “Dibuja en el rostro de tu enemigo la envidia, el odio y la crueldad que no te atreves a admitir como propias”. En párrafos siguientes indica: “Deforma su sonrisa hasta que adopte el aspecto tenebroso de una mueca de crueldad”. Y más adelante: “Exagera cada rasgo hasta transformar a cada ser humano en una bestia, una alimaña, un insecto”. Sobre el final se lee: “Cuando hayas terminado el retrato de tu enemigo podrás matarlo y descuartizarlo sin sentir vergüenza ni culpa alguna, porque lo que destruirás se habrá convertido en enemigo de Dios”.

El texto de Keen es una de las más poéticas, inspiradas y sombrías descripciones que se pueden encontrar del mecanismo de la psique humana llamado proyección. En síntesis, dice que el más odiado de nuestros enemigos es el más fiel de los espejos, que nos devuelve la imagen de lo que más rechazamos y ocultamos, de lo que menos aceptamos de nosotros mismos. Leer y comprender ese texto, acceder con honestidad intelectual y moral a su contenido, puede convertirse en un doloroso ejercicio de autoconocimiento, de aceptación y de sanación, según como se vea. Si Javier Milei pudiera distraer algunos minutos del tiempo que dedica a la red X (ex Twitter) y a viralizar mensajes de odio para dedicarlos, en cambio, a la lectura de El creador de enemigos (título del texto de Keen, autor también de libros extraordinarios, como La vida apasionada, Fuego en el cuerpo, Himnos a un dios desconocido y Amar ser amado, entre otros) quizás comprendiera cuánto, posiblemente, tienen que ver con él mismo todos los insultos, las descalificaciones y la violencia verbal que  destila indiscriminada y hemorrágicamente sobre otros.

El Presidente llama mentiroso a quien dice una verdad dolorosa para él

Al comprender ese juego de espejos que es la proyección se podría deducir que detrás del odio a “la casta” se esconde, en realidad, el resentimiento por no haber sido aceptado en ella y el deseo de remplazarla por una casta propia (llamada triángulo de hierro, por ejemplo). De lo que en la casta odiada incita a vomitar improperios, en la propia (como el senador Abdala, los concurrentes a la insultante cena de homenaje a quienes despreciaron a los jubilados, o los miles de millones de pesos pretendidos para que un asesor sin nombramiento juegue a los espías) nada se dice. Como autor de libros, el Presidente fue acusado tres veces de plagio y en uno de sus despreciativos discursos citó una frase apócrifa de Cicerón, pero aun así insulta de manera permanente y llama mentiroso a todo periodista o a todo economista que señala una verdad dolorosa para él (como que el rey está desnudo) o indica que sus pronósticos o sus afirmaciones están erradas. Más allá de discursos o declamaciones, Milei, que tanto odia al kirchnerismo en sus declaraciones, cada vez se parece más a ese enemigo, sobre todo en las consecuencias que sus decisiones provocan en el ciudadano común (pobreza, desempleo, precariedad sanitaria y educativa, agonía de la esperanza). Y pese a su odio a la política, cada vez más, en cuestiones de peso para el país, la sociedad y el futuro, el libertarismo negocia y transa con lo peor de la política, con la casta, esa cara en el espejo. No todos los espejos son como el de la madrastra de Blancanieves. Algunos dicen la verdad.  

*Escritor y periodista.