La reivención de la política del garrote
Desde los tiempos de la United Fruit, en el siglo pasado, no se observaban presiones de tamaña grosería.
Pregunta: Si Trump le reclama a Milei abandonar la relación con la Ruta de la Seda y el argentino concede la petición, ¿cuál será la respuesta china a los pedidos de renovación y ampliación del swap que hizo la Casa Rosada? Sin novedad en el frente, está congelado ese interrogante y gira como un trompo en algunos allegados a Economía que leen la forma amenazante de negociar del líder norteamericano, superior al placer de ese ejercicio que puede registrarse en un mercado del Estambul: intimida con aplicar aranceles, luego suspende las sanciones a cambio de enviarle deportados indeseables a Mexico; plantea sostener a Ucrania en la guerra siempre que ese país le conceda posicionarse en la explotación de minerales “raros”, únicos, como dicen que Irán extrae de Venezuela; promete resolver en parte la crisis en Medio Oriente siempre que le habiliten a quedarse con Gaza. La reinvención de la política del garrote.
Como se sabe, la ruptura con la comercial Ruta de la Seda fue una exigencia expuesta como prioridad por Marcos Rubio, el canciller de USA, en su primera gira por algunos países de Centroamérica. Y que Panamá ya acepto para evitar intervenciones en el Canal. Desde los tiempos de la United Fruit, en el siglo pasado, no se observaban presiones de tamaña grosería, sin que uno adscriba a la jerga de izquierda de aquellos años. Habrá que ver si al “amigo argentino” le tratan de imponer condiciones de esas características, en particular sobre el vínculo con China y sin compensar un apartamiento. En el viaje de esta semana de Milei a Nueva York, a la convención de la nueva derecha, tal vez se desentrañe parte de este intríngulis. Del mismo modo que el Canciller, Gerardo Werthein, también en Israel trató de convencer a quejosos del extremismo religioso que le demandan al gobierno un mayor ímpetu y compromiso, aún, en el apoyo a la administración Netanyahu.
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Con el poder no se jode, decía Néstor Kirchner. Trump lo confirma. Pero al patagónico le faltaba agregar otra norma elemental para su propio interés: con la plata tampoco. Lo aprendió hasta su viuda, Cristina, quien nunca en su vida escribió un tuit más hirviente contra Milei —y contra cualquiera— por haberle retaceado el pago de una de sus jubilaciones y, encima, enviarla a la Justicia por ingresos indebidos. Milei se ganó descalificativos propios del mismo Milei. También le sirve a la dama esa disputa: polariza en política con el mandatario, disminuye a otros jerarcas de su partido. Cada uno negocia a su manera, diría Trump. Igual que Milei en el Parlamento, quien apeló a la “casta” para suspender las PASO, ese costoso instrumento inventado para liquidar a incipientes agrupaciones políticas, un sinsentido del gasto. Sin ponerse colorado, se sirvió Milei de un acuerdo —entre otros— con lo más selecto del poder cristinista: el gobernador santiagueño Gerardo Zamora, quien dispone de la mayor cantidad de diputados y senadores que cualquier otra provincia. La doctora de Kirchner dio el “sí”. Además, no fue con el único peronista, también se inscribió Osvaldo Jaldo (Tucumán), en un arreglo màs sencillo que la reticencia de representantes radicales como Alfredo Cornejo de Mendoza. Algunos “la ven”, otros no. Aunque todavía nadie sabe lo que ven en este caso. Solo se presume.
La pantalla indica que la porfìa electoral de este año esconde las verdaderas rivalidades: Milei va contra Mauricio Macri en la Capital Federal, para colmar la felicidad de Patricia Bullrich y Cristina define versus Kicillof en la provincia de Buenos Aires. Roles cambiados, ideologías también. Extraño lo de la ministra de Seguridad: no aspira a representar a los porteños este año (le reserva la posibilidad a Manuel Adorni), se preserva para presentarse como jefe de Gobierno en el 2027. Una pinza para renovar a Milei en esa fecha y enfrentar a un Macri que para entonces se dispone a confrontar con el actual mandatario como una figura más controlada para gestionar. Por lo menos, es lo deja entrever ahora, cuando sus seguidores temen un derrumbe. En cuanto a Cristina, parece acosada por otra urgencia: si este año no prospera partidariamente en el distrito bonaerense sobre Kicilloff, su influencia en la sociedad tiene destino de agujero negro.
Aunque Milei persigue números ganadores para las elecciones de medio término, en verdad ha demostrado en apenas un año que bien puede gobernar sin necesidad de exhibir legisladores propios. Obtiene en general del Congreso lo que desea y, el electorado, acompaña según las encuestas: parece saciarse con la baja de la inflación y el déficit cero. Claro, son décadas de enfermedad que el Presidente ha suprimido. Pese, inclusive, a sus enredos inútiles con la comunidad gay como a las torpezas de Economía en firmar fuertes aumentos de electricidad y luego desbaratarlos porque seguramente obligarían a modificar expectativas sobre la inflación prometida, menos de dos. La culpa se la endosarán a la secretaria de Energía, Marìa del Carmen Tettamanti, creyente en ciertas libertades también prometidas. Si no la echan es para no darles la razón a los que protestaron el último sábado contra la violencia de género. Por el género y el sexo.
Más rubor provocó otro funcionario, al que también le cuesta entender la básica filosofía de la libertad: Juan Pazo, titular de la ex AFIP ahora convertida en ARCA. En una reunión con los habituales plañideros del campo, les aconsejo —como si fuera un consultor económico pago y que jamás erra— liquidar sus dólares y que se pasaran al carry trade de los pesos, alteración financiera impensable para los conservadores del agro, devotos del silo o los verdes. Demasiado intrépido el funcionario, quien debería exhibir en esos encuentros sus ahorros —si los tiene— para demostrar que él solo invierte en pesos. Ademàs, un atrevimiento innecesario su mensaje: hasta la mayoría de los bancos del mundo le han prohibido a sus ejecutivos recomendar compras y ventas en el mercado debido a su responsabilidad ante las crisis. Si los privados actúan en esa dirección, por obligación y eventuales juicios, a un hombre del Estado —por más que defienda su política económica— le corresponde otra responsabilidad superior: dejar que los ciudadanos procedan del modo que les guste con su dinero, para ganar o perder. En particular cuando se desconocen los movimientos de Trump y los de la Naturaleza, que esta semana se comportó con lluvias a favor de los sedientos productores que, ni aun así, se pasaran al carry trade. Son blindados, como Grobocopatel y sus afines que perdieron en este año pensando en la devaluación.
LT
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