Análisis

La política argentina en tiempos de tecnopopulismos

Hasta ahora, la tecnocracia –un saber en manos de un experto- parecía alejada del populismo –un pueblo puro y sensible en busca de un líder carismático-. Sin embargo, ha varios casos mundiales exitosos de confluencia y Argentina dio dos: el kirchnerismo y el libertarismo.

Javier Milei y Cristina Kirchner Foto: Cedoc Perfil

El sistema político argentino está fragmentado como pocas veces en la historia del país. De contar con dos grandes partidos de ideología borrosa y vaga como lo fueron el Partido Justicialista y la Unión Cívica Radical, hoy tenemos aglomerados políticos que cuesta denominar partidos.

Sin dudas la crisis del 2001/2 produjo un estallido cuyas esquirlas llegan hasta el presente. El derretimiento del témpano kirchnerista es una nueva muestra del descreimiento ciudadano en la política formal, así como ha dado nuevos bríos a la creciente segmentación y fragmentación existentes.

El libro Tecnopopulismo de Cristopher Bickerton y Carlo Invernizzi Accetti aporta una buena base para comprender cómo moverse en estos nuevos escenarios propios del siglo XXI. Bickerton es hoy profesor en Cambridge, mientras que Invernizzi Accetti lo es en el City College of New York.

Ellos desarrollaron un concepto para definir un nuevo tipo de actor político: el tecnopopulismo. Este  formato combina dos modelos considerados previamente antagónicos: la tecnocracia y el populismo. 

¿Qué características tiene el populismo?

La tecnocracia es un modo de acción política fundado en un saber experto. 

A su vez, el populismo es un ideario político anclado en una división de la sociedad entre un pueblo puro y una élite corrupta y que se organiza en torno a un líder carismático que valida su presencia mediante prácticas plebiscitarias: estás de mi lado o en el de enfrente.

En la teoría política tecnocracia y populismo eran considerados opuestos.  El tecnócrata era el poseedor de un saber puntual para operar sobre un campo específico; el populista reaccionaba contra estas elites, a las que calificaba de corruptas, de “antipueblo”, de extranjerizantes. 

El Nuevo Laborismo de Tony Blair en el Reino Unido; el Movimiento Cinco Estrellas de Beppe Grillo en Italia; ¡La República en Marcha! de Emmanuel Macron, en Francia; y Podemos, en España, son ejemplos de tecnopopulismos exitosos" 

Bickerton e Invernizzi Accetti encuentran que tanto la tecnocracia como el populismo tienen muchos puntos en común. Ambas corrientes desprecian las ideologías. La tecnocracia admite una sola verdad en manos del experto; para el populismo la verdad es el sentir en beneficio del pueblo, de la Patria. 

Esta condición de verdad única hace que tanto el técnico como el líder popular se encuentran por fuera de toda crítica o impugnación ciudadana. De allí que la tecnocracia y el populismo no toleran los debates propios de la democracia liberal por ser lentos y vacilantes. 

Javier Milei y otra forma de populismo

Ambos movimientos conciben al Congreso o al Parlamento, según sea el sistema político, como, por un lado, un lugar para perder el tiempo y, por otro, como una caja negra de la cual poco puede esperarse salvo políticas públicas ineficaces. 

Los autores exhiben varios casos representativos de tecnopopulismo. Estos son el Nuevo Laborismo de Tony Blair en el Reino Unido, el Movimiento Cinco Estrellas de Beppe Grillo en Italia, ¡La República en Marcha! de Emmanuel Macron en Francia y Podemos en España. 

La Argentina en su historia reciente tiene dos casos exitosos de tecnopopulismo según el encuadre desarrollado por los autores. 

El primero es el kirchnerismo. Este movimiento presenta dos componentes diferenciados. Por un lado, un líder populista (Néstor Kirchner primero y Cristina Fernández luego) y por otro, una colección de técnicos e intelectuales alimentados generosa y clientelarmente desde el Estado en universidades y centros culturales. 

El segundo es el libertarismo. Este caso es muy particular, ya que el técnico y el líder popular están concentrados en una sola persona, Javier Milei.  

Ambos han demostrado ser muy atractivos para la población. A su vez, al tener una masa muy importante, generan atracción hacia otras agrupaciones políticas de menor densidad. Tienen un impulso casi natural por fagocitar a otros espacios políticos.

La UCR y el PRO son hoy los más afectados por la fuerza de atracción que los arrastra hacia La Libertad Avanza. Ambas agrupaciones políticas disponen hoy de un cuerpo de técnicos, pero hoy en día carecen de un líder popular que pueda contrarrestar la atracción de Milei. 

Si el PRO y la UCR quieren mantener su presencia significativa en la arena política deben exponer lo antes posible un líder carismático. No hay otra opción en tiempos de tecnopopulismos.  

* Dr. en Sociología (UCA). Docente UCA, UNTREF, UCES