La película fallida de Scaloni
Es parecido a cuando a uno le gusta un director de cine, vio cuatro o cinco películas que le parecieron buenas o muy buenas, y de repente la última ya no le parece buena, o directamente le parece mala. Pero, ¿decimos que es mala? En ese caso es más usual decir que “es menos buena que las anteriores” o algo así. ¿Es parecido, entonces, a lo que está pasando con la selección argentina?
Todo esto remite, antes que nada, a lo que podríamos llamar “el lugar de la crítica”. ¿Desde que lugar hablamos de algo que sucede? En este caso, de los últimos partidos de la selección. La selección: campeona del mundo, bicampeona de América, primera en las eliminatorias. ¿Deberíamos decir, como con el director de cine, que los últimos partidos fueron menos buenos que los de los años anteriores? Los últimos 5 partidos: ganó dos (Bolivia y Perú), empató uno (Venezuela), perdió 2, ambos de visitante (Colombia y Paraguay). Salvo el partido contra Bolivia, en los 4 restantes, incluso los que ganó, jugó entre regular y mal (más cercano a mal). ¿Pero hasta dónde podemos criticar a una selección que ganó todo y que jugó bien tantos años seguidos?
Si somos demasiado duros, sin dudas seríamos también bastante injustos. Y además, atrevidos: siempre está el riesgo de quedar en off-side. Esta selección puede volver a jugar bien en cualquier momento y podríamos quedar como esos payasos que se arrodillaban para pedir que Di María no juegue nunca más. El fútbol te da sorpresas. Pero, a la vez, tampoco podemos hacernos los distraídos con el hecho de que Argentina está en una meseta, y que incluso la Copa América la ganó en una mezcla de fixture muy favorable e inercia de lo bueno que venía haciendo de antes. La ganó con lo justo. ¿La ganaría hoy? Es un contrafáctico, pero empeoró desde entonces. Y el primero en saberlo es Scaloni. No es casual su declaración de que iba a empezar a probar más a otros jugadores, a empezar a pensar en ciertos recambios, es decir, a tomar en cuenta el problema.
Problemas que son varios: atrás, le cabecean mucho, le hacen muchos goles de centros y pelotas paradas. En el medio disminuyó esa capacidad de recuperación rápida, y disminuyó también la frescura cuando tiene la pelota. Julián Álvarez por izquierda no funciona, eso es un dato objetivo. Y a Messi cada vez le falta más explosión. De hecho, no me sorprendería si termina jugando (en el Mundial 2026, si llega) como una especie de doble cinco adelantado, generando una salida clara del medio campo para los de tres cuartos hacia arriba. Pero entonces faltaría encontrar alguien que cambie de ritmo, precisamente de tres cuartos para arriba. ¿Dybala? No parece. ¿Almada? No lo sé. Sé, sí, que como quedó claro en el triunfito contra Perú, Argentina se volvió un equipo al que le cuesta cosas que antes le salían muy fáciles. Muchos jugadores están bajos o con poco ritmo (varios son suplentes en sus equipos), y ese toque a alta velocidad con alta precisión (rasgo
central del equipo) no está apareciendo. Me repito: Scaloni lo sabe mejor que nadie. Y esa es una buena perspectiva para volver a mejorar. A veces los grandes directores de cine hacen una película mala y la siguiente vuelve a ser una obra maestra.
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