La enseñanza universal de Purim
La celebración remite a la historia de la reina Esther, en tiempos del Imperio Persa. Ella desbarató una conspiración para exterminar al pueblo judío y su coraje merece recordarse porque “aunque a veces el mal parece prevalecer, la justicia, la fe y la determinación pueden revertirlo”, reflexiona el autor.
En Purim, el pueblo judío conmemora una serie de sucesos que transmiten un mensaje trascendental para la humanidad. Se celebra el milagro relatado en el Rollo de Esther, que ocurrió en el Imperio persa durante el reinado del rey Asuero.
La historia habla sobre los poderes de la corrupción y la injusticia, representados por Hamán, el visir del rey, quien conspiró para exterminar al pueblo judío mediante un decreto real. Sin embargo, gracias al coraje y la valentía de la reina Esther y la actitud de ministro Mordejai, y otros hombres y mujeres no solo judíos sino de todas las etnias y pueblos del Imperio persa, que tuvieron esperanza en bregar por la salvación, el plan fue frustrado y, en su lugar, los enemigos del pueblo judío fueron derrotados.
Purim nos recuerda que, aunque a veces el mal parece prevalecer, la justicia, la fe y la determinación pueden revertir incluso las situaciones más adversas. Hoy en día, este mensaje sigue siendo sumamente relevante para la sociedad.
En muchas ocasiones, los seres humanos nos sentimos desilusionados ante el aparente éxito del mal y la corrupción, que parecen imponerse sobre los valores de justicia y bondad. Eso puede provocar que los buenos dejen de insistir en la búsqueda del bien y la justicia porque la perciben como una lucha sin posibilidad de éxito.
Sin embargo, la historia de Purim nos enseña que nunca debemos desfallecer en nuestra búsqueda por establecer el bien, por perseguir la justicia y la honestidad.
La festividad se celebra con alegría y con varios preceptos fundamentales, que refuerzan sus enseñanzas: la lectura del Rollo de Esther, que relata los acontecimientos mencionados; el envío de mishlóajmanot, obsequios de comida entre amigos y familiares, para fomentar la unidad y la fraternidad; matanotlaebionim, donaciones a los necesitados, que refuerzan el sentido comunitario y alivianan la pobreza; y el banquete festivo, que simboliza la gratitud y la alegría por la salvación de Dios.
Así, Purim no es solo una conmemoración histórica, sino también una invitación a renovar nuestra fe, nuestra determinación y nuestro compromiso con el bien. Cuando actuamos con valentía y justicia, siguiendo los valores que Dios nos ha enseñado e intensificando nuestro compromiso con el prójimo, la humanidad se encamina hacia el sendero de la paz.
* Gran Rabino Sefardí de Buenos Aires; Presidente de Menora, Organización Judía Mundial para la Juventud
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