Espacio simbólico

La boleta única y la crisis de representatividad

En 1991. Carlos Menem recurrió a personas populares como Carlos Reutemann. Foto: cedoc

El voto a través de  la boleta única, sin tilde por fuerza política, genera la creencia de mayor transparencia.7

En teoría, los aparatos políticos dejarían de tener influencia, no habría robo de boletas, el costo sería menor, los candidatos presidenciales no arrastrarían al resto de la lista.

La marca de los partidos políticos carecería de peso. Resuelve todo esto el verdadero problema de la representación política y la calidad y preparación para el cargo de nuestros representantes. No parece.  

Milei así como Bukele y Zelenski, entre otros, no precisaron tener un partido político consolidado para ser presidentes. Lo que  contradice la idea de fraude electoral.

Lo que está en crisis es la representatividad de los partidos, en la medida en que sus bases sociales  se balcanizan, y si además, cuando están en el gobierno fracasan, el rechazo crece.

El último ejemplo de construcción de un partido fue del PRO. Nacido como desde CABA, logró expandirse a nivel nacional gracias a la existencia de un espacio simbólico no ocupado ni por el peronismo ni por el radicalismo.

La frustración que generó su gobierno lo relegó a un tercer lugar en las preferencias ciudadanas.

Los estrategas del oficialismo parecen tenerle más alergia a Macri que al peronismo

Ahora es LLA quien quiere construir su partido nacional. ¿Y sobre qué espacio simbólico trabaja?, justamente sobre el que dejó vacante el PRO. No en vano los estrategas del oficialismo parecen tenerle más alergia a Macri que al peronismo. Con éste no compiten por el mismo espacio, más allá de que un sector que votaba por el justicialismo votó por el Presidente.

Hoy ese electorado pobre y desencantado lo está abandonando. La boleta única no va a resolver ni los problemas de gobernabilidad ni de representación política.

Pensemos en la próxima elección a diputados nacionales. Los candidatos se eligen por provincia. Aquellos  que tengan mayor nivel de popularidad tienen más posibilidades de encabezarla. Como son los partidos políticos los que postulan a los candidatos, lo que veremos  es un casting de búsqueda  de la figura más atractiva y no necesariamente quien tenga las ideas más representativas y esté mejor preparado.

Cuando llegue al Parlamento, puede o no, acoplarse al bloque político por el que fue elegido.

La conformación de los bloques parlamentarios pasa a ser una ruleta rusa. Capacidad vs. Charming no parece el mejor modo de fortalecer la calidad  dirigencial. Actualmente tenemos representantes y  electores swingers.

El tema de la crisis de representación ya lo había visto Carlos Menem, allá por el 91 y entonces recurrió a figuras populares.

Lento final de la confusión

Fueron  los casos de Reutemann en Santa Fe, de Palito Ortega en Tucumán, y de Jorge Escobar en San Juan.

En algunos casos la experiencia fue exitosa y en otros no. También en su momento Kirchner recurrió a Scioli porque medía bien en la provincia de Buenos Aires. Pero en todos los casos estaban rodeados por figuras partidarias y el control del Ejecutivo nacional.

Los partidos provinciales se opusieron al tilde por partido, porque piensan que los pone menos competitivos. Pero como la mayoría de las provincias tienden a desacoplarse de la elección nacional, en la mayoría se continuará votando con boleta sábana en lo provincial y con boleta única en lo nacional. Santa Fe, Córdoba, Mendoza y CABA ya votaron con  boleta única en lo  local. Ello ni empeoró ni mejoró la calidad institucional porque el problema que tenemos es otro.

Así como Milei pudo ganar una elección sin partido político, quedan claras las dificultades para gobernar sin una estructura  nacional sólida y coherente.

La falta del tilde partidario en la boleta única parece una contradicción con la necesidad de fortalecer los partidos políticos y mejorar los métodos de selección de dirigentes.

*Consultor y analista político.