HABLEMOS SIN SABER

Kristalina elogia, Milei dignifica

El gobierno, la oposición, el FMI y hasta Pampita dieron de qué hablar esta semana. ¡Y qué semana!

Javier Milei y Kristalina Georgieva Foto: Agencia Na

¡Qué semana! Todo Wall Street y hasta el GAFI en París a los pies de Argentina. Baja el riesgo país, pasó el piso de los 1000 puntos, hay paz cambiaria, Kristalina Georgieva elogia al gobierno (ya vamos a ver que a todos), los radicales no se doblan, se quiebran, Santiago Caputo sonríe en una foto grupal de la política, la inflación sigue bajando, Milei pasó 72 horas sin criticar a nadie (hasta el sábado, nada es eterno) y además cumplió 54 años, que en la quiniela es la vaca y es sinónimo de “felicidad, bienestar y crecimiento personal” (nunca supe que la vaca significaba eso). Fue tan raro todo que hasta se vio con gente que no es libertaria, nueve gobernadores en dos tandas, lloró con el regalo de los granaderos, y hasta pareció, por algunos segundos, el presidente de todos los argentinos. Días libertarios, así como los hubo peronistas. 

¿Qué puede salir mal? Histórica pregunta del macrismo paladar negro, allá por el 2016, que se hacen por estas horas los mileístas. El PRO ha hecho diferentes contribuciones a la cultura popular, como el “pasaron cosas” o el aporte de Pepín Rodríguez Simón que pagó (con plata prestada por otro PRO) 3100 millones de pesos para no ir preso. El lawfare macrista. 

El peronismo, que ante el temor de que haya internas, la proclamó a Cristina líder, con show judicial inminente, también se pregunta: ¿Y si a Javier Gerardo le va bien? Lo cual nos remitiría más interrogantes, hasta llegar a los que no tienen respuesta.

Hay demostraciones reales de que el apoyo popular que recibe Milei no es solo el fruto del deseo del chamanismo encuestador, que dice que ha recuperado imagen personal en octubre. El blanqueo, subestimado en el cálculo de los 1600 informes económicos semanales que hay en el país, fortaleció las reservas del Banco Central (todavía no cerrado por Javo) y lo más importante, al aumentar los depósitos en dólares, hizo que muchos argentinos —no todos, los que hicieron grita negra con el kirchnerismo— la blanqueen con amables bonificaciones impositivas y además sobren dólares, baje la cotización y se achique la brecha. El sueño de cualquier equipo económico. 

Arranquemos por el principio: Alberto Fernández pelea descenso directo como el peor gobierno no de 1983 para acá, sino de casi toda la historia argentina. Y mal que le pese a peronistas, filoperonistas, transeúntes y vehículos de la ancha y fracasada avenida del medio, con que Milei haga un gobierno mediocre, solo eso, mediocre, le alcanza y sobra para eternizarse en el poder. El tema es cómo llegas a hacer un gobierno mediocre en Argentina (al revés del resto del mundo, donde partís del supuesto de gobierno bueno para caer en mediocre, acá es gobierno malo que en gran esfuerzo alcanza la ansiada meta de mediocre).

La semana del gobierno fue una pléyade de buenas noticias. No hubo sesiones en Diputados o en Senadores donde los libertarios hayan perdido una votación. Vicky Villarruel no se sacó una foto con nadie. Juan Grabois en lugar de criticar al gobierno se ocupó de Norman Briski. Y Norman Briski presentó en sociedad el judaísmo que apoya al terrorismo antijudío. Raro. En Argentina se consigue. 

Toto Caputo y Kristalina Georgieva

Santiago Caputo mandó al Jefe, a la 99 y al superagente 86 a la AFI. Perdón AFIP. Se nos confunde la F. Ahora es SIDE. O es todo lo mismo. La 99, Florencia Misrahi, que no está de acuerdo con ganar el mismo sueldo que el agente 13 (era el que estaba en los relojes, adentro, los de pared y fuera de convenio) aclaró por email a los empleados que seguirá. En el medio apareció Sigfrido: Andrés Vázquez, el nuevo mandamás de la DGI. Con un CV extraordinario: junto con su hermana evadió casi millón de dólares cada uno de la AFIP en cuentas bancarias no declaradas, por lo que no fue condenado por la Justicia y ahora vuelve a dirigir todo. Chiste obvio: es como haber puesto al Gordo Valor en el Ministerio de Seguridad. Nunca lo pensaron. Se les pasó. 

Milei almorzó con nueve gobernadores en dos tandas. En una los mileístas-peronistas y en la otra, los mileístas-PRO. No les cobraron la entraña, ni se aparecieron con posnet, pero tampoco les prometieron plata en el presupuesto. Las dos cenas ahora dependen de que Pichetto se ponga duro, que los diputados que responden a los gobernadores aliados hablen mal de Pichetto y después rezar para que Pichetto (tercera mención) logre algo de guita en las negociaciones. Como siempre. 

Volvamos a Kristalina. Es una gran suegra. La que toda nuera sueña en su vida. Dice lo que el ministro de Economía de turno quiere escuchar, no importa del país que sea ni del gobierno que venga. Queda bien con cada novia que le va presentando el hijo. El jueves digo que “tenemos un alineamiento de prioridades” con Caputo (Toto). En mayo del 2020, Krista elogió al gobierno argentino en plena pandemia y sobre todo cuarentena, Martin Guzmán incluido, aplaudió la llegada de Sergio Massa en agosto del 2022 y un mes y medio después ¡por Twitter, con foto, felicitó a Alberto Fernández! Seamos buenos con Kristalina: ¡nadie le pidió ni le pagan para decir la verdad! Ni antes ni ahora. 

Acto de Donald Trump en el Madison Square Garden: acusó a Kamala Harris de “destruir el país”

Pero como no hay mal que dure 100 años ni en Argentina una alegría más de 24 horas, el Fondo Monetario el viernes nos tiró mala onda. La diferencia de este FMI con los anteriores es que curiosamente (¿serán viejos enconos con Caputo?) ahora tiene bolsillo de payaso. Grandes, amplios, pero vacíos. 

Pampita se puso de novia con un Pepa (es hombre y de nombre Martin). Aparente polista, se conocían del viaje de egresados. Si ya se, chiste fácil: nunca con un plomero (aunque Pampita debiera repensarlo, porque un plomero o un colocador de aires acondicionados hoy gana más plata que Paolo Rocca y no tiene que andar elogiando gobiernos y saludando a cualquier presidente). 

Para que nuestra esperanza no desfallezca, por suerte Lila Lemoine nos contó que, como fruto de la recuperación de la economía, un arquitecto amigo de ella ya había conseguido trabajo de Uber, lo que no tiene nada de malo, salvo que te hayas preparado y quemado las pestañas durante 7 años para ser otra cosa. ¡Viva la libertad, carajo!