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Infidelidad: el talón de Aquiles de la monogamia

Pensar que la infidelidad se produce, como dice el dicho popular, “para buscar fuera de casa lo que no se tiene adentro”, es reducir excesivamente la complejidad de los afectos. Para algunos científicos, los mamíferos no pueden sostener relaciones monogámicas. ¿Puede perdonarse?

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Algunas presuntas “infidelidades” son simples confusiones. La definición misma de la infidelidad en sí, no ha cambiado: sigue siendo la ruptura de un pacto de confianza de manera unilateral de parte de uno de los integrantes en una pareja. No importa si esa pareja es monógama, abierta, poliamorosa: si hay un pacto de confianza que es vulnerado, podemos hablar de infidelidad, de traición, de faltar la palabra a ese compromiso. Hay algo que deja entrever esta definición: la infidelidad es una elección voluntaria. La persona, a sabiendas de estar rompiendo el pacto de confianza, decide hacerlo de todos modos. Esa traición es quizás la más dolorosa.

Hay algunos nuevos “condimentos” que agudizan la mirada acerca de la infidelidad. Desde la mirada científica, habría un aparente consenso acerca de que el ser humano no practica la monogamia por naturaleza. 

De hecho, “no hay ningún mamífero que lo haga”, así, el hombre tiene una “disponibilidad emotiva natural”, por sentirse atraído por más de una persona en la vida, aunque esté aparentemente feliz con su pareja. ¿Eso justifica algo? Probablemente no, pero en la mirada más reduccionista de los vínculos, si sólo pensamos en la biología, es probable que éste sea el primer argumento que justifique el dinamitar la confianza en una pareja.

 

Infidelidad, el talón de Aquiles

¿Se puede perdonar una infidelidad? Las parejas tienden a marcar una diferencia notoria entre lo que llamamos “infidelidad emocional” o la “infidelidad física”. Pareciera que no es lo mismo, o al menos no genera el mismo efecto traumático si es que quien ha sido infiel mantiene un vínculo o una relación con esa tercera persona, a que solo sea sexo o un encuentro casual sin ningún tipo de conocimiento previo ni continuidad en esa relación paralela. Ninguna persona es igual a otra, y del mismo modo cada pareja es única. Algunas personas consideran que una noche de sexo es mucho peor que un vínculo amoroso con un tercero, y otras piensan literalmente lo contrario, que quien sostiene un vínculo por fuera de la relación es quien está cometiendo una falta gravísima al pacto que se genera entre ambas partes.

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Las razones por las que alguien puede ser infiel son muchas:

  • El modelo familiar: muchas personas copian inconscientemente las mismas formas de relacionarse que les son familiares. Por ejemplo, si a su padre la madre le fue infiel.
  • Buscar nuevas sensaciones: cuando hay pocas experiencias previas y mucho tiempo con la misma pareja, suelen surgir este tipo de situaciones
  • Cuando el amor se terminó y no se sabe cómo terminar: se continúa la relación por costumbre o lástima.


No necesariamente quien es infiel busca por fuera lo que falta en la pareja. Estos dichos, o mitos, suelen arrastrarse entre generaciones: “El infiel busca afuera lo que en casa no tiene”. En realidad lo que busca fuera es una nueva versión de sí mismo, una nueva experiencia que lo lleve a otro nivel de su existir, y no tanto que complete la relación de pareja.

Quienes son engañados, con frecuencia padecen una gran baja en su autoestima, un gran golpe en su amor propio: lo que se traduce en múltiples problemas en su vida cotidiana: surgen olvidos, inseguridad, falta de apetito, sueño, desgano, muchas veces dificultades laborales, etc. 

El engaño genera tristeza, ira, y por supuesto, una gran desilusión. Por esto es muy importante trabajar en paralelo a la terapia de pareja, en sesiones individuales para lograr recuperar la autoestima y que la persona vuelva a sentirse importante, empoderada y segura de sí misma. 

El amor de tantos años, la convivencia, los sueños cumplidos y los momentos felices, también pesan en la balanza"

Atravesar la experiencia de una infidelidad puede ser una de las situaciones más dolorosas para una pareja, por lo que quien ha sido infiel debe tener mucha paciencia ante los reclamos y la necesidad de saber detalles exactos (día, hora, y hasta lugares en los que se vieron con la tercera persona) y ser consciente del daño que causó. 

No es lo mismo la culpa que el arrepentimiento. 

Pedir perdón mirando a los ojos de su pareja es una excelente forma de comenzar a recomponer la relación. Quien ha sido engañado, debe hacer un gran esfuerzo en perdonar haciendo borrón y cuenta nueva, es imposible reconstruir un vínculo si los celos y el agobio a la pareja permanecen vigentes. Y eso, lamentablemente es lo que termina destruyendo el vínculo, no la infidelidad en sí. La persona que fue infiel puede hacer un gran esfuerzo por volver a construir, por demostrar que quiere recuperar la confianza, por mostrar un gran arrepentimiento y tener conductas asociadas con el recuperar la pareja. Pero si la otra persona se muestra impermeable a este intento de reparación, NADA será posible entonces. Siempre, en todos los casos, y sin excepción, será el diálogo y la comunicación asertiva quien favorezca a los vínculos.

El amor después del engaño

Perdonar una infidelidad es un tema muy personal, porque cada persona decide qué es lo correcto para ella y para su vida. Sin embargo, es verdad que mientras que cuando opinan desde una situación hipotética, la mayoría de las personas afirman que romperían su relación si su pareja les fuese infiel, cuando este hecho se produce de una forma real, su reacción es otra, y les surgen entonces dudas sobre qué hacer.

El amor de tantos años, la convivencia, los sueños cumplidos y los momentos felices, también pesan en la balanza. Por ello, es fundamental hacer balance y dar tiempo al tiempo, para no tirarlo todo por la borda en los primeros momentos de enojo, trauma y asombro. Perdonar una infidelidad supone hacerlo en el sentido estricto de la palabra, es decir, haciendo de verdad borrón y cuenta nueva. Porque nadie puede decir que perdona una infidelidad si a partir de ese momento va a estar controlando a su pareja en cada paso que dé: en ese caso serán los celos y el agobio los que maten la relación, no la infidelidad.

Superar una infidelidad no es sencillo, pero es posible con confianza mutua, mucha comunicación, y sin dejar que las personas del entorno –familiares, amigos, conocidos–opinen e influyan de una forma negativa sobre la decisión de la pareja. Lo que nunca debe hacerse ante una infidelidad es pagar al otro con la misma moneda. Es importante que cada persona se valore a sí misma. Se trata siempre de seguir abriendo interrogantes en un tema doloroso, profundo y que lleva tiempo sanar.

*Psicóloga especialista en parejas. Sexóloga