¿Fin de la Izquierda? Carl Sagan y su balance del Siglo XX
El divulgador científico sostenía, sarcásticamente, que los extraterrestres aún no invadieron la tierra porque están esperando la autodestrucción humana. Al cumplirse un cuarto del nuevo siglo, más allá de las críticas hacia la izquierda, cabe reflexionar sobre los límites del capitalismo.
Carl Sagan, para los que no lo conocen, fue un extraordinario divulgador científico norteamericano que enamoró, allá por los años 1970-80, a decenas de millones de espectadores en todo el mundo con su serie en TV Cosmos. Fui, y soy, uno de sus seguidores. Falleció en 1996, muy joven, a los 62 años, pero dejó una huella profunda en todos los que lo seguimos por ser coherente con sus ideas en el terreno profesional y en su vida personal y su Norte fue siempre la búsqueda de la verdad. Cabe aclarar que no era de izquierda sino liberal de los que ya no existen muchos.
Fue uno de los científicos que diseñó las dos naves que salieron del espacio solar – los Voyager- más allá de Plutonio. Su objetivo es, vagar por el cosmos esperando que alguien lo atrape y que, con un mapa preciso de la ubicación del planeta tierra y con saludos amistosos en decenas de idiomas -inclusive de ballenas- les resulte más fácil encontrarnos. El cosmos está lleno de vida y una parte de ella seguramente tiene la inteligencia como para conectar con seres de otros planetas mediante la radioastronomía, afirmaba muy convencido.
Tuvo decisiva participación en el proyecto SETI que, a través de grandes antenas parabólicas ubicadas en Puerto Rico y en otras ciudades del mundo, capta todos los posibles ruidos que llegan desde el cosmos a la tierra y que, mediante el sistema de radio astronomía, decodifica posibles mensajes de inteligencia extraterrestre. Con este eje argumental escribió la novela “Contacto” y en base a ella se filmó la película del mismo nombre donde efectivamente se produce una conexión con extraterrestres y dialogan en el idioma de las matemáticas.
Fue protagonista junto a varios científicos más de la revista “Escépticos” para dar batalla a todas las falsas afirmaciones en revistas y películas que en EEUU hacen furor de ventas sobre muchos temas como la coexistencia con extraterrestres aquí en la tierra. Se involucró en todo espacio de TV y prensa, para pelear cuerpo a cuerpo contra el engaño de la seudo ciencia.
Su historia o currículum lo mismo que sus reconocimientos y premios son apabullantes. Pero quizás, si fuera posible resumir sus mensajes podríamos decir que fue un militante de la verdad científica, aquélla que se puede comprobar, que se puede someter a la crítica más despiadada y salir airosa o perecer en el camino de las buenas intenciones. Algunas historias suyas son poco conocidas, pero de una trascendencia importante debido al compromiso personal con sus ideas.
En época del estalinismo, ya sin Stalin, más o menos en1985, Sagan y su esposa A. Druyan, viajaron a Rusia para un simposio de científicos. Debido a las feroces prohibiciones de libros y autores que regía en todo el ámbito de la URSS, y la manipulación de la historia que desde el poder se hizo de la historia reciente, se animaron a mezclar en sus valijas nada menos que “La Historia de la Revolución Rusa” de León Trotsky, figura denostada sistemáticamente desde la muerte de Lenin y que pregonaba, entre otras cosas, el socialismo mundial y la lucha contra la burocracia. A pesar de que corrían un riesgo importante si los descubrían, le entregaron los libros clandestinamente a los científicos rusos para que lean y luego distribuyan entre ellos. C. Sagan se asustaba del poder de los gobernantes que podían manipular la historia y que esa historia fraguada terminaba siendo para las nuevas generaciones la historia verdadera.
La segunda, que estando en el hospital en sus últimos momentos, el obispo de Nueva York movilizó a centenares de personas católicas para que en la puerta rezaran por él. Montado en esa presión social, el cura le preguntó si quería recibir la extremaunción y recibió una rotunda negativa respondiéndole Sagan que no podía ser creyente de Dios porque no tenía pruebas de que fuera cierta su existencia.
En su último libro, “Miles de millones”, hizo un balance del siglo 20 que es muy interesante leerlo nuevamente siguiendo su máxima de que la ciencia se revé a sí misma, sistemáticamente, para descartar lo que es erróneo. Resumidamente dijo lo siguiente: “El siglo 20 será recordado por tres grandes innovaciones:
1-medios sin precedentes para salvar, prolongar y mejorar la vida;
2-medios sin precedentes para destruirlo (hasta el punto de poner por primera vez en peligro nuestra civilización global);
3-conocimientos sin precedentes sobre nuestra naturaleza y la del universo".
Las tres tienen sus fundamentos en la ciencia, en siglos de acumulación de conocimientos.
Y si bien fue para él un motivo de admiración lo conseguido por la ciencia, polemizaba abiertamente incluso contra los gobiernos de turno de los EEUU por el exasperante uso de los combustibles fósiles y las armas nucleares Pasan los años y cualquier persona que quiera cotejar la situación del mundo desde fines del siglo XX con estos 25 años del siglo XXI encontrará que -salvo la tecnología- todo está mucho peor.
Hay ahora en el mundo 51 conflictos armados, algunos de gran envergadura con genocidios mediante, como Israel con los Palestinos. Otros, amenazando una escalada cualitativa a su actual nivel de confrontación. Basta recordar que respecto a la guerra OTAN-RUSIA, este último tiene 6.000 cabezas nucleares de las cuales 1.600 ya están desplegadas para su uso.
Ni hablar del efecto invernadero. La COP 29 que cerró su conferencia en diciembre del 2024 terminó como prácticamente todas las anteriores, con buenas intenciones y que Dios nos ayude, pero la temperatura del planeta que no debería aumentar más de 1,5 °, algunos informes dicen que en el 2024 ya se llegó a esa marca límite.
Por eso no se entiende que analistas sociales que alaban sistemáticamente los logros del capitalismo autodestructivo y predican el fin de la izquierda como que fue una etapa romántica que no volverá, al mismo tiempo y por el mismo precio, aplauden el regalo del capitalismo que, en su actual etapa, la más decadente de su historia, nos entregan una fantástica destrucción de la naturaleza, guerras con amenazas nucleares, vidas miserables para cientos de millones de personas.
Tecnología sí, ¿para qué?... ¿para quiénes?
A ese socialismo inexistente, al que se le apoda alegre y livianamente con el nombre de izquierda, como Nicaragua, la ex URSS o Venezuela, o definirla a Cristina en ese espacio no hacen más que confundir a la población, ya bastante confundida, que votan a los que los van a lapidar, Pareciera que la etapa actual de preeminencia de la tecnología, que es lo único que puede mostrar como avance relativo, el capitalismo ha deslumbrado a analistas sociales y no pueden ver más allá de sus anteojos.
¿La tecnología es el ganador por knok-out? Se verá. La historia pegó muchas vueltas y si bien el modelo de revolución rusa no se dio más, siguiendo a Mariátegui opinamos que cada país verá su manera de producir un cambio social. Recordemos que esta etapa que vivimos es un instante de la historia y creemos, y esperamos, que las masas de los desposeídos no se suiciden.
Criticar a las organizaciones de izquierda sí, vale. Pero defender al capitalismo no tiene asidero en los miles de analistas climáticos que predicen catástrofes inminentes, en políticos sociales que expresan con datos la creciente desigualdad o en periodistas que cuentan la calamitosa inseguridad mundial.
La “verdad” fue para Sagan la razón de su vida. Para algunos analistas como JDB, es una mercancía sin mucho valor comercial. Y si se fracasa en el intento de un cambio social que cuide al planeta y a los humanos, sería bueno recordar que no hay ningún otro lugar posible de existencia para los “terráqueos”. Tan destructivo es el capitalismo que hasta un optimista visceral como C. Sagan se permitió hacer un chiste que decía que los extraterrestres habían decidido no invadir todavía...¿Porqué?... porque están esperando que los humanos nos autodestruyamos.
*Licenciado en Economía