Agua

Filtros y potabilización

. Foto: Cedoc Perfil

El agua que consumimos proviene de distintas fuentes (típicamente superficiales o subterráneas) y puede contener diversos contaminantes, según su origen. El proceso de potabilización depende del origen del agua y de cuáles son los contaminantes que contiene. 

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), el agua potable se define como aquella que no ocasiona ningún riesgo significativo para la salud, cuando se consume durante toda una vida, teniendo en cuenta las diferentes vulnerabilidades que pueden presentar las personas a lo largo del tiempo.

Entonces, ¿por qué es importante la potabilización? Este proceso es ajustado permanentemente por las condiciones de la fuente de agua. El Río de la Plata, que abastece a unos 6 millones de habitantes (incluyendo toda CABA y ocho partidos del conurbano bonaerense), contiene sólidos en suspensión, como arenas finas, limos y arcillas. Estas pequeñas partículas en suspensión le dan al río su aspecto turbio y pueden transportar en sus superficies contaminantes químicos o patógenos, es decir, virus, bacterias, hongos, quistes u otros. Estos organismos, adheridos a los sólidos o en suspensión en el agua, pueden causar enfermedades como cólera, gastroenteritis o hepatitis. El proceso de potabilización justamente elimina todos estos elementos antes de enviar el agua a la red de distribución.

Como algo complementario, en el caso de agua de red, las personas deciden utilizar filtros hogareños para eliminar el cloro proveniente de la potabilización y mejorar así la calidad del agua. En otros casos, cuando se trata de agua de pozo no potable, los filtros hogareños pueden utilizarse para eliminar alguno o varios compuestos que supongan un perjuicio para la salud. 

Estos filtros están formados por una carcasa en cuyo interior se aloja un cartucho (el filtro propiamente dicho). Este es un medio conformado por fibras o material particulado, finamente dividido, que puede interceptar sustancias del agua, eliminar compuestos disueltos por adsorción y/o intercambiar un compuesto por otro que sea inocuo.

Si bien se trata de formas muy efectivas de mejorar la calidad del agua y también proteger ante compuestos que puedan constituir un riesgo para la salud, para que los filtros hogareños realmente sean eficientes debemos conocer qué compuestos contiene nuestra agua y en qué cantidad.

En el caso del agua de red que contiene cloro, cuya función es desinfectar el agua, podemos mejorar su calidad. Una vez que el agua llega a casa podemos, a partir de un filtro de carbón activado, eliminar el cloro haciéndola inodora, incolora e insípida.

Para los casos en los que se extrae agua de pozo, lo que sigue sucediendo en muchísimas parte del país, existen filtros de hidróxido de hierro granulado que se utilizan para eliminar arsénico, un contaminante habitual en napas subterráneas en Argentina. También hay filtros ablandadores de agua para eliminar principalmente calcio y magnesio del agua de pozo que forman incrustaciones en las tuberías del hogar reduciendo y hasta tapando las cañerías.

En ciertos casos, los filtros pueden usarse en combinación para abatir una serie de elementos indeseados simultáneamente o pueden aditivarse con nanopartículas de plata y/o cobre para evitar la proliferación de microorganismos dentro del cartucho y a la vez desinfectar el agua. Sea cual fuere el dispositivo, una vez instalado, se deben respetar las recomendaciones de mantenimiento y frecuencia de cambio de cartuchos que brinda el fabricante de la tecnología.

En Argentina, de acuerdo al Ministerio de Obras Públicas, se estima que 39,8 millones de personas residen en áreas urbanas (2015), de las cuales un 87% tiene acceso a agua por una red pública. Estén donde estén ubicadas, siempre es recomendable conocer cómo es el agua del lugar con el fin de realizar las acciones correspondientes para cuidar la salud.

*Docente de la carrera de Ingeniería Química del ITBA.