El pasado inmortal
Lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no termina de nacer. Esta frase le es atribuida tanto al dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht (1898-1956), autor de obras fundamentales del teatro del siglo veinte, como La ópera de tres centavos y Madre coraje, como a Antonio Gramsci (1891-1937), filósofo, periodista y sociólogo italiano, autor de Pasado y Presente y Literatura y vida nacional entre otros textos claves del pensamiento político. Ambos fueron marxistas (Gramsci es fundador del Partido Comunista italiano), ambos tuvieron relaciones complejas con el comunismo y sus nomenclaturas orgánicas. Brecht definía con aquella frase a las crisis. Gramsci describía con ella la complejidad de ciertos momentos históricos. Y agregaba algo fundamental: “En ese interregno es donde surgen los monstruos”. La historia le daría repetidamente la razón. Y se la sigue dando.
Hace mucho tiempo, demasiado, que en la Argentina lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer. Lo que en la historia es una transición aquí resulta una imagen congelada. O quizás no tanto, porque lo viejo no está paralizado, estancado. Vive, se mueve, extiende tentáculos, genera sombras oscuras y extensas. En simultáneo la luz de lo nuevo titila, languidece, amenaza con apagarse definitivamente. Y en ese limbo surgen monstruos de diferente tipo, que, antes de revelar sus características aberrantes, se presentan como figuras providenciales y así son elegidos. Cuando se descubre lo que verdaderamente son y se proponen, ya es tarde.
Vivimos en el país de la crisis perpetua. Se suele asociar de manera automática e irreflexiva a las palabras crisis y oportunidad. Como si fueran hermanas gemelas inseparables. Y con cierto voluntarismo cándido se espera en esos casos que la oportunidad golpee a la puerta en plena crisis. Sin embargo, las oportunidades no existen por sí mismas ni llegan por designio divino. Hay que ir hacia ellas, generarlas. Las crisis, al revolverlo todo, ponen al descubierto recursos desconocidos o inexplotados, tanto internos como externos. Son materiales con los cuales construir la oportunidad. Pero, así como una pila de ladrillos no se convierte mágicamente en una casa, los recursos revelados por una crisis no se transforman repentinamente en una oportunidad. Si la oportunidad no se construye y no se ejecuta, la crisis es solo una crisis. Una más. O la misma, interminable, de siempre. Con el pasado vivo y el futuro nonato.
Las palabras nunca son mera unión de letras o simples sonidos. Oportunidad proviene del latín opportunitas, formado a partir de op (oprobio, opresión) y portus (puerto). Habría, entonces, un relato encerrado en el vocablo oportunidad. El hallazgo de un puerto desde el cual partir, cuando se está hundido en el oprobio y la opresión, en busca de horizontes distintos. Para lo cual habrá que aventurarse a navegar. Una vez más, la oportunidad no viene dada.
Parece formar parte del ADN nacional la convicción de que, en la generosa geografía, el ganado, las mieses y la capacidad de arreglarlo todo con alambre están los recursos para poner en movimiento la foto congelada. Y que eso ocurrirá finalmente algún día. El día ilusorio en que todos nos miremos a los ojos, nos reconozcamos como hermanos, hijos de una misma madre (la patria) y, desmemoriados, marchemos hacia el futuro envueltos en la bandera. Finalmente habremos tomado a la oportunidad por los cuernos, la habremos montado y cabalgaremos rumbo al porvenir siempre postergado. Música de fondo: el Himno Nacional.
Pero el insobornable Saturno, el planeta al que astrológicamente se le atribuye la cualidad de hacer respetar las normas, de no dejar pasar a quien no cumpla sus tareas y rinda sus exámenes, nos devuelve una y otra vez la realidad. Y mientras seguimos empantanados en el interregno del que hablaba Gramsci, es oportuno recordar el significado de esta palabra. Interregno, informa el diccionario, es el período en el cual un estado no tiene soberano y quedan suspendidas las acciones de gobierno. No hay vuelta que darle. Las palabras nunca son vanas.
*Escritor y periodista.
Producción: Silvina Márquez.
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