Glosofobia

El miedo a hablar en público

Tomar la palabra frente a un auditorio es un desafío personal y también puede ser motivador para los oyentes. Sin embargo, no siempre es tan fácil para todos y se requiere controlar la ansiedad.

Auditorio Fundación Osde Foto: Nestor Grassi

Las películas norteamericanas han hecho un uso muy efectivo de los discursos en público: quién no se ha emocionado al escuchar las palabras finales de los protagonistas de múltiples historias, frente al estrado, ante sus compañeros de escuela, frente a los votantes o ante un grupo de personas que simplemente estaban dispuestas a escuchar verdades profundas, historias personales y de superación. 

Siguiendo esa línea, muchos nos hemos imaginado dando grandes discursos, sobre nuestros conocimientos o verdades, y de esa manera emocionando o convenciendo a un concurrido auditorio que nos aplaude y vitorea. 

Se podría pensar que cualquier deportista, artista, científico, político, especialista, dueño de empresa o vendedor sueña con ese momento: la cristalización del conocimiento, el convencimiento y la legitimación de lo que se sabe frente a los demás. 

Sin embargo, la realidad no es tan así. Y si bien es cierto que mucha gente sueña con hablarle en forma directa a su público, son una gran cantidad los que, por diferentes razones, prefieren evitarlo o delegar en otra persona ese momento de verdad. 


Qué es la glosofobia

El miedo a hablar en público no es algo ocasional sino bastante recurrente. Y tanto es así que tiene un nombre que lo representa: “glosofobia”. En general hay común acuerdo en que está asociado a la ansiedad aunque, como siempre, cada caso es único.

En la práctica se pueden observar muchos síntomas: gente que se sonroja, otros a quienese les agarra taquicardia o sudoración, que tartamudean, no duerme las noches previas, que en la charla misma no fluye, se ve acartonada, escudándose en presentaciones para tener de donde agarrarse si la mente queda en blanco.

En muchos casos ocurre que terminan de dar la charla y creen que les fue mal, o simplemente rechazan oportunidades, como la de dar una charla TED, o eligen que otros colaboradores expongan sus propias ideas en una reunión de trabajo. El resultado: no ascender laboralmente, por el temor a vender, al rechazo, a contar sus proyectos, a relacionarse. 

Como decíamos, en muchos de estos casos lo que aparece de fondo es la ansiedad. Las personas que tienen esta dificultad ya saben lo que les suele suceder y lo anticipan, magnificando de esa manera los síntomas y el miedo. 

Mucho de esto, como ocurre con otras dificultades de la vida, tiene raíz en situaciones o traumas del pasado. Dolores que se tramitaron internamente como se pudo en ese momento, y que hoy continúan actuando como una llaga sin cicatrizar.

Si bien en general se dan una combinación de temas, resulta frecuente que las personas que tienen esta dificultad hayan sufrido bullying en el pasado. Lo importante es, primero, poder saberlo, pero junto a eso que la mente lo libere, lo deje atrás, partiendo de que seguramente las circunstancias ya cambiaron. 

Cuando se aborda este tipo de problemática, lo central es descubrir la causa raíz, o sea poder iluminar aquel rincón donde se gestó ese miedo. Primero se trabaja mediante diferentes técnicas -entre ellas la hipnosis- para poder llegar al subconsciente y poder encontrar esa raíz, el momento 0 o la causa que generó el miedo actual. 

Luego, se reprograma la mente para el éxito, reescribiendo creencias a partir del nuevo descubrimiento. Sabemos que la mente aprende por repetición y prefiere lo conocido, es por ello que al escuchar una y otra vez el audio de reprogramación la mente realmente comienza a tomar como válida esta nueva forma de ser. 

Como todo, cada caso tiene sus aristas o dificultades: algunas personas tienen rituales asociados, como puede ser el mentir que no pueden dar la charla, poniendo cualquier excusa inventada. En el momento produce alivio, porque se lo sacan de encima, pero claro, solo es un parche sobre una herida que sigue abierta.

La retórica, herramienta para persuadir, conmover, seducir


Si bien lo esencial está en lo profundo, como dijimos, también es cierto que existen, en la práctica, ciertas recomendaciones que se deben tomar en cuenta para facilitar el momento de hablar en público: en principio, todo lo que tenga que ver con reducir la sensación de amenaza suma. Por ello, es bueno ir a conocer el salón del evento, buscar confianza en la indumentaria que se va a usar, probar el micrófono, practicar mil veces y, más allá de esto, comenzar con desafíos pequeños, donde haya poco por perder.

La realidad es que un buen orador tiene una gran ventaja a la hora de convencer, vender o dar a conocer lo que sabe. Pero no todos somos buenos oradores, y el temor a hablar en público es mucho más habitual de lo que se cree. La buena noticia es que se puede tratar y mejorar, para que ese padecimiento se convierta en una gran oportunidad.


*Terapeuta de Terapia Transformacional Rápida