El Edificio Kavanagh nació en los albores de la arquitectura inteligente
Con 110 metros de altura y 103 departamentos lujosos, fue el más alto de América del Sur y también record mundial por su altura con estructura de hormigón armado. En 1933, ningún rascacielos era todavía una mole de propiedades horizontales y mucho menos con aire acondicionado central. Los detalles de un clásico porteño.
El Kavanagh, sabiéndose elegante, soberbio y arrogante, se yergue como jalón principal en los albores de la arquitectura inteligente local. Como alarde de la técnica, denota en una silueta exquisita y refinada. Instalado desde 1935, adquirió una ubicación privilegiada en la esquina de las calles Florida y San Martín, frente a la Plaza San Martín de la Ciudad de Buenos Aires y, abriéndose hacia el río, suscitó las más amplias y variadas visuales.
A principios de siglo, la Ciudad de Buenos Aires completaba su crecimiento horizontal y se lanzaba hacia una expansión vertical, buscando el cielo sin perder elegancia. La incursión del “rascacielos”, aunado a una mayor esbeltez, introdujo “inteligencia” a la arquitectura.
Promediando el año 1933, Corina Kavanagh le propuso a los arquitectos Sánchez, Lagos y de la Torre la construcción de un edificio con características técnicas que lo colocaran en excelentes condiciones para competir rentísticamente y con máxima elegancia.
Signado en su momento como “el rascacielos más alto de América del Sur”, “el más alto del mundo con estructura de hormigón armado” y “el primer edificio en el mundo destinado a vivienda colectiva con aire acondicionado central”, el Edificio Kavanagh, con 31 pisos, 103 suntuosos departamentos de 200 a 600 metros cuadrados, con 10 locales comerciales y una altura de 110 metros, ofrece un perfil escalonado en una masa esbelta y elegante.
El edificio Kavanagh en un mal momento: 30% de las propiedades están en venta y hay 14 en alquiler
Sin obstaculizar visuales desde y hacia el edificio, conjuntamente con su construcción, se procedió a la apertura del Pasaje Corina Kavanagh (una calle privada que separa al edificio con el predio lindante). Luego de aprobado el proyecto y dispuesta la ejecución de la obra, en 1933 se subastó la demolición de los antiguos galpones existentes que ocupaban el terreno y se inició el trabajo de movimiento de suelos, desmonte y excavaciones.
En los departamentos se introdujo el principio del palier particular y una clara diferenciación entre los ambientes de recepción, de habitación y de servicio. Los cuerpos laterales, que acompañaban la pendiente del terreno, preparaban un remate en prismas escalonados, y en su recorrido, generaron 21 terrazas-jardín con dimensiones variadas, y compuestas paisajísticamente por la oficina técnica del ingeniero Benito Carrasco.
Kavanagh, paradigma de la modernidad
En el tema de la casa de renta confluyeron numerosos condicionantes debido, principalmente, al particular loteo de la ciudad, a la misma normativa de edificación, a las demandas de potenciales comitentes y a la búsqueda de rentabilidad económica. En ese marco, se inserta la arquitectura del Kavanagh, para proponer una variedad de escalas acorde a usuarios diversos en donde la compartimentación del espacio se ajustó a las rígidas restricciones parcelarias y la separación entre los sectores domésticos y privados se tornó como prioritaria.
Tanto su carácter monumental como la falta de antecedentes en el medio local condicionaron el traslado vertical tanto de materiales como de personal. Llegaron a trabajar diariamente hasta 613 operarios, motivo por que fue necesaria la minuciosa coordinación del encadenamiento de tareas. Sus geometrías puras, la armonía de masas y la solidez en los elementos lo exhiben como alarde de la técnica tanto en su estructura como en sus instalaciones de avanzada.
A partir de determinantes esencialmenteeconómicos, se estableció la masa a edificar, y recién entonces se penetró en la problemática formal, partiendo del tallado de la volumetría máxima admisible. En sus 90 años de vida, su libertad de emplazamiento y la novedosa implantación denotan en la silueta las maniobras morfológicas producidas.
Un escalonamiento en su volumetría transformó aquello que se presentaba como restricción en uno de los ingredientes más ponderables de la obra.Un paradigma de la modernidad que se yergue como entonces.
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