Análisis

Dichos y hechos a seis meses de la asunción de Milei

Después de la euforia inicial, y sobre todo después del discurso ante la Asamblea Legislativa del 1 de marzo, se abrió una brecha entre los dichos del Presidente y los hechos; más precisamente, entre la iniciativa política y el control de agenda, algunos temas no pasaron de ser declaraciones.

. Foto: CEDOC PERFIL

Cuando asume en diciembre pasado, el presidente Milei asombró a los extraños mientras reconfortó a los propios por su celeridad y determinación para tomar la iniciativa política. Luego, el hierro caliente –el resultado electoral– se machacó con tres martillos: el paquete económico, el DNU y la propuesta de ley etiquetada en la opinión publicada como Ley Ómnibus. 

Estas iniciativas funcionaron rápidamente por una simple razón: siguieron enmarcadas en palabras/conceptos como “casta”, “gasto fiscal” y “privilegios”, que construyeron un sistema reconocimiento/afectos entre Milei y sus votantes

Así, durante los dos primeros meses de gobierno, la iniciativa política del presidente se solapó con el control de agenda, tanto gubernamental como pública. Sin embargo, tras su discurso ante la Asamblea Legislativa del 1 de marzo se abrió una brecha entre los dichos y los hechos; más precisamente, entre la iniciativa política (discursos, propuestas, etc.) y el control de agenda (actos administrativos, implementación de políticas y resultados legislativos).Conviene ilustrar con ejemplos la anterior afirmación.

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El presidente Milei llegó al 1 de marzo presentando un éxito económico relativo, un DNU cuya vigencia se desdibujó en los hechos concretos y con una contundente derrota legislativa que asumió de manera estoica. En aquella ocasión, con respecto a este último asunto, el presidente afirmó: “Vinimos a cambiar el país en serio. Por eso, antes que aprobar un proyecto vaciado de contenido preferimos retirarlo. 

De aprobarse la Ley Bases, seguramente el gobierno terminaría festejando. Sin embargo, en fuero interno sabe que es un resultado muy alejado de sus preferencias políticas, por no decir mediocre. Termina siendo, en el mejor de los casos, un medio para destrabar otros asuntos"

“No negociamos el cambio y vamos a cumplir la promesa que le hicimos a la sociedad, con o sin el apoyo de la dirigencia política”. Al poco tiempo, el Ejecutivo vuelve a enviar la ley (ahora denominada Ley Bases) con una infinidad de cambios; su tratamiento legislativo ha resultado ser una verdadera carrera de obstáculos para Milei y la oposición aliada a La Libertad Avanza. 

De aprobarse la Ley Bases, seguramente el gobierno terminaría festejando. Sin embargo, en fuero interno sabe que es un resultado muy alejado de sus preferencias políticas, por no decir mediocre. Termina siendo, en el mejor de los casos, un medio para destrabar otros asuntos o para aparentar, en el juego del poder, una relativa fortaleza. De modo que puede disgregarse lo siguiente: el famoso “demuéstrenme que estoy equivocado” resultó ser, en los hechos, una trampa en la que el cazador terminó siendo cazado. Aun así, el cazador sigue persiguiendo “ratas” y “degenerados fiscales” con relativo éxito de cara a la opinión pública, ya que, por ahora, los bandos en pugna cazan en cotos diferentes. Pero volvamos a ese 1 de marzo.  

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El primer discurso de Milei ante la Asamblea Legislativa tuvo momentos palpitantes y llenos de iniciativa, casi, se podría decir, actos performativos. Enumero los más significativos: 

  • Democratizar las elecciones sindicales, sometiéndolas al ámbito de la Justicia Electoral, además de limitar los mandatos y reelecciones;
  • Promover los convenios en base a empresas, buscando fomentar una mayor libertad de asociación
  • Impedir que los políticos condenados por corrupción se cuelen en las listas electorales
  • Que los condenados por corrupción deban perder beneficios o privilegios provenientes por el desempeño de sus cargos. 

Ninguno de estos asuntos, ni parte de ellos, ha pasado del nivel declarativo. Pero hay más.

Los esfuerzos de reorganización presupuestal tienen que convivir, de cara a la expectante sociedad, con el ostentoso aumento de las dietas legislativas. De nueva cuenta, la iniciativa política no converge con el control de agenda"

Al inaugurar la centésima cuadragésima segunda Asamblea Legislativa, el presidente manifestó una serie de intenciones que hicieron vibrar de genuina emoción a sus más cercanos seguidores.

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Aquí van tres:

  • Eliminar el financiamiento público a los partidos políticos, 
  • Tipificar como Delitos de Lesa Humanidad a las acciones del presidente de la Nación, del ministro de Economía y funcionarios del Banco Central que conduzcan a financiar el déficit fiscal con emisión monetaria, 
  • La lista se engrosa, puesto que los diputados y senadores que aprueben presupuestos cuyo déficit contemple la financiación mediante emisión monetaria deben correr con la misma suerte penal que el presidente. 

Milei sigue insistiendo en estos asuntos en sus viajes y conferencias en el exterior, pero son dichos, no hechos. La iniciativa política no logra convertirse en control de agenda

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Recientemente, intentó avanzar mínimamente en un tópico de aquel discurso, esto es, el referido al asunto de las jubilaciones de presidentes y vicepresidentes. El revés legislativo –la aprobación en Diputados de un proyecto de reforma previsional– lo dejó en la soledad de palacio: la amenaza de veto. La misma suerte parece haber corrido el tópico de los “gastos políticos” del Congreso; en efecto, los esfuerzos de reorganización presupuestal tienen que convivir, de cara a la expectante sociedad, con el ostentoso aumento de las dietas legislativas. De nueva cuenta, la iniciativa política no converge con el control de agenda. La brecha crece por la simple razón que el tiempo pasa.

A propósito del tiempo, y para finalizar, en breve comienza el receso de invierno. A su término, el Ejecutivo deberá preparar el terreno legislativo para el tratamiento presupuestario. A nadie se le escapa, a los legisladores menos que a otros, que el presupuesto adquiere mucha significancia de cara a las elecciones de medio término del próximo año. 

Si hasta ahora las negociaciones políticas han sido muy costosas para el Ejecutivo, los desafíos que le esperan los llevará a pensar que el primer semestre ha sido todo miel sobre hojuelas. Todo indica que el gobierno ha comprendido que en política el tiempo se gasta rápido y lento al mismo tiempo, aunque ese gasto no afecta a todos por igual. 

*Investigador del CONICET, Licenciado en economía, Doctor en filosofía