Día Internacional de la mujer, a 30 años de Beijing
A 30 años de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en China, en 1995, cabe preguntarse si se cumplió el compromiso firmado por 189 gobiernos para profundizar las políticas y el empoderamiento económico de las mujeres y niñas. Hay 30 jefas de Estado y la participación femenina en cargos electivos creció al 28%.
Los días internacionales sirven para reflexionar, sensibilizar, concientizar y poner bajo la lupa situaciones de actores a nivel nacional, regional e internacional. En el caso de las mujeres, no se trata de analizar las problemáticas de una minoría sino de quienes contabilizan un poco más de la mitad de la población mundial.
El 2025 es un año crucial para la búsqueda global para alcanzar la igualdad de género porque se cumplen 30 años de la “Declaración y Plataforma de Acción de Beijing”.
En 1995, 189 gobiernos adoptaron este compromiso durante la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Beijing (China). Esta Plataforma sentó las bases para las políticas, los programas y la inversión en la educación, la salud, la paz, los medios, la participación política, el empoderamiento económico y la eliminación de la violencia contra las mujeres y niñas.
Como sujetos, las mujeres a lo largo de la historia política se han logrado afianzar desde principios del Siglo XX. El largo camino hacia el voto femenino se inició en la Argentina de la mano de un movimiento de mujeres en el que descollaron figuras como Julieta Lanteri de Renshaw, Alicia Moreau de Justo, Sara Justo y Elvira Rawson de Dellepiane. Las experiencias de Santa Fe (1921) y San Juan (1927), donde las mujeres pudieron votar para cargos municipales y para cargos municipales y provinciales respectivamente, constituyeron dos hitos que anticiparon en 1947, la Ley N° 13.010, que reconoció el derecho de la mujer a votar y a ocupar cargos electivos.
Cómo funcionan los cupos de género en el Estado que el Gobierno quiere eliminar
En las elecciones de 1951, más de tres millones de mujeres votaron por primera vez, y fueron electas 23 diputadas y 6 senadoras. La vicepresidencia de Diputados estuvo a cargo de una mujer y otra, vicepresidenta segunda de Senadores. En las siguientes elecciones parlamentarias (1953 y 1955), los porcentajes de ambas cámaras se ampliaron, nuevamente con legisladoras.
Es decir, recién en 1947 fue establecida la Ley N° 13.010, que reconoció el derecho de las mujeres a elegir y a ser elegidas. Previamente a la sanción de la Ley 24.012 (Ley de Cupo Femenino), el acceso de varones y mujeres estaba garantizado constitucionalmente y por el principio de Igualdad ante la Ley; sin embargo, las posibilidades reales de las mujeres de ejercer su derecho a ser representadas se veían amenazadas por conductas discriminatorias que se daban en el interior de los partidos.
Las disposiciones constitucionales de igualdad política no constituyeron un marco legal suficiente ni eficiente, dado que la persistencia de la distribución desigualitaria del poder político hizo necesarias medidas específicas para garantizar la igualdad entre varones y mujeres.
La Ley de Cupo femenino, se aprobó e instó a los partidos a que compusieran sus listas con, al menos, un 30% de mujeres, en posiciones que posibilitaran su elección (una mujer cada dos varones), y se aplicó por primera vez en las elecciones legislativas de 1993.
El proyecto había sido presentado por Margarita Malharro de Torres, senadora radical por Mendoza, que recogió la propuesta formulada por mujeres radicales independientes y causó gran impacto entre los senadores varones en 1989. Lo propio hicieron más tarde en la Cámara de Diputados las radicales Florentina Gómez Miranda, Blanca Macedo de Gómez y Norma Allegrone de Fonte, la justicialista Inés Botella, la demócrata cristiana Matilde Fernández de Quarracino y la representante del federalismo Ruth Monjardín.
La sanción de esta ley fue el resultado de la alianza de mujeres de los partidos políticos reunidas en una multisectorial; e incluso se constituyó en la antesala de la participación femenina en la Convención Constituyente de 1994, en la cual, a partir de la reforma de la Constitución, se otorgó rango constitucional a los tratados y convenciones sobre Derechos Humanos, entre ellos a la CEDAW.
La historia de la Ley de Cupo guarda para sí el mérito de que, a partir de ella, la Argentina fuera el primer país del mundo en incluir la llamada discriminación positiva en las listas para cargos legislativos mediante una ley de la nación. Hasta ese momento sólo se conocían antecedentes en Europa de implementación de cupo femenino dentro de los partidos políticos -en partidos socialdemócratas del norte europeo- y no como un requisito de las leyes electorales sobre las listas de los partidos.
El recorrido del camino del voto femenino en la Argentina y cómo las mujeres plasmaron en los distintos espacios de debate la necesidad de hallar posibilidades para su inclusión nos muestra un trayecto que no ha estado libre de obstáculos y resistencias, plasmadas en diversas estrategias mediante las cuales, por un lado, se las incluía en la norma, pero, por otro lado, se intentaba mantener de hecho el statu quo.
Sin embargo, el primer cuarto del Siglo XXI nos demuestra que las mujeres de manera lenta pero sostenida avanzan sobre posiciones de liderazgo político.
Entre las actuales 30 jefas de Estado del mundo, ocupan por primera vez la máxima posición de conducción la mexicana Claudia Sheimbaum y la italiana Giorgia Meloni.
Según datos de ONU y CEPAL, en la última década la participación femenina en cargos electivos creció del 15 al 28%, aproximadamente. Las cinco carteras más ocupadas por ministras son Mujer e igualdad de género, Familia e infancia, Inclusión social y desarrollo, Protección social y seguridad social, y Asuntos indígenas y minorías.
“La igualdad de género no solo es un derecho humano fundamental, sino que es uno de los fundamentos esenciales para construir un mundo pacífico, próspero y sostenible”. Así lo describe Naciones Unidas, y ese es el compromiso que debemos cumplir dentro de 5 años como meta del quinto Objetivo de Desarrollo Sostenible cuyo fin es “lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas”.
*Decana de la Facultad de Ciencias Sociales USAL- Lic. en Sociología. Doctora en Ciencia Política. Doctora en Ciencias de la Educación.
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