Consecuencias de un peronismo cada vez más irrelevante
“El PJ ya no puede detener ni reformas ni medidas de fondo” dice el autor y enumera hitos de un retroceso. “Las duras pulseadas con el gran capital son parte del pasado. Para bien y para mal, especialmente para mal en un país que necesita de amplios recursos para desarrollarse”, abunda en un análisis filoso.
Así como Pedrito anunció varias veces que venía el lobo y fue, una y otra vez, falsa alarma, decenas de analistas anunciaron desde septiembre de 1955 que el protagonismo del peronismo en la política argentina había concluido y también se equivocaron, incluyendo a Tulio Halperín Donghi.
Pero, así como un día Pedrito tuvo razón y llegó el lobo, el peronismo nacional ya inició su tránsito a convertirse en actor de reparto.
A nivel provincial, esta situación no es ninguna novedad para neuquinos, misioneros, salteños, porteños o mendocinos, por dar algunos ejemplos. Es decir, en varias provincias este proceso está completo. Tan completo que un partido pensado para ser perpetuo oficialismo, para controlar sin interrupciones la botonera del Estado, termina con el mismo comportamiento que tuvieron priístas, colorados y apristas, los primos del peronismo en otros países de América Latina cuando les llegó su ocaso: co-gobernando.
En otras palabras, la seguridad de que ya no hay regreso al poder ni distrital ni nacional los empuja a aceptar el rol de sparring colaborador, como el que tomó PJ Capital con el PRO en la Ciudad de Buenos Aires o el PJ santafesino con Maximiliano Pullaro o directamente un cargo de tercer orden como hizo el ex candidato presidencial Daniel Scioli. Los ejemplos de colaboración explícita o secreta abundan y van tomando forma de alud.
Las últimas declaraciones de Lanata: “Milei podría hacer que se terminara el peronismo”
La prueba de que este proceso es una realidad es que el PJ ya no puede detener ni reformas ni medidas de fondo. En otras palabras, el peronismo perdió el poder de veto que tuvo durante gobiernos civiles y militares hasta diciembre de 2023. Las mega ley bases fue aprobada. Un solo DNU fue rechazado sin efectos prácticos, los otros, como el inmenso DNU 70, siguen vigentes.Los vetos del presidente Milei continúan firmes porque fracasaron los intentos de rechazarlos.La boleta única y la prohibición de reelecciones indefinidas en las provincias, resistidas exitosamente una y otra vezpor el PJ, son hoy una realidad y reformas parciales como la laboral o la impositiva pasaron el Congreso,aun cuando el oficialismo libertariocontrola sólo siete senadores sobre setenta y dos.
Las desregulaciones son crecientes y la CGT se queda en el molde ya que el proyecto de ley de reforma sindical (llamado de “democracia sindical” porque forzaría la representación de la minoría en la conducción) se usa repetidamente como espada de Damocles para que los dueños de las obras sociales se queden, justamente, quietos. La CGT, además, tiene la mayoría de los números de la lotería que definirá cuál será la élite que la sociedad argentina desactivará en el mediano plazo.
Esta situación es nueva desde 1945. El peronismo tenía o el Estado o la calle o los votos o mayoría propia en el Senado o, directamente, los cuatro. Ahora no tiene ninguno. Entonces, ¿cuáles son las consecuencias para el país de que “el sol” de su sistema político se esté apagando?
La principal es que llegaron los verdaderos opositores al PJ desde que éste existe: los liberales puros y duros. Los que no están bajo la tutela de absolutamente ningún otro partido y menos de las Fuerzas Armadas -representadas actualmente en forma de caricatura por la vicepresidenta de la nación- y con su exponente más radicalizado a la cabeza: Javier Gerardo Milei.
En diciembre 2023 era crucial observar qué harían los ultraliberales con el gran derrotado por el peronismo hace setenta y siete años: el sector agroexportador. Lo primero que hicieron fue intentar subir las retenciones, para después dejarlos fuera de las eximiciones de impuestos del Régimen de Grandes Inversiones y, finalmente, depositarlos en el lugar que ocupan este verano de 2025: financiadores del peso sobrevaluado.
Una situación similar a la de 1980 con Alfredo Martínez de Hoz, quien podía, en un doble movimiento, culpar en privado a sus jefes militares por no poder avanzar en la eliminación de retenciones, mientras, en público, con ese mismo poder de las Fuerzas Armadas, se cubría de los ataques del campo. Los mileístas, en cambio, deben hacerse cargo de la totalidad de sus decisiones con el agro sin poder señalar a nadie más arriba.
En síntesis, al profundizar el gobierno ultraliberal la captura por parte del Estado de al menos un cuarto de la renta agroexportadora, ésta queda firme como característica estructural de la economía nacional, más allá de las típicas promesas trilladas al campo que ya son parte de un folclore.
La segunda consecuencia es que, igual que como sucedió en México con el final del PRI, en Perú con la muerte del APRA, en Uruguay con la agonía del Partido Colorado o incluso en el Brasil posvarguista y posdictadura, las duras pulseadas con el gran capital son probablemente parte del pasado. Para bien y para mal, especialmente para mal en un país que necesita de amplios recursos para desarrollarse.
La principal es que llegaron los verdaderos opositores al PJ desde que éste existe: los liberales puros y duros
Lo más probable es que reformas como la reestatización del sistema jubilatorio, la reestatización de YPF o el impuesto a las grandes fortunas hayan sido las últimas de ese calibre. Las oportunidades que tuvo el peronismo entre 2003 y 2015 con el control del Estado, de la calle y con mayoría en ambas Cámaras fueron desaprovechadas. Así pasó el tren de capturar más recursos de la renta minera, por dar sólo un ejemplo.
La tercera tiene que ver con que el electorado no sólo votó masivamente en 2023 una motosierra del gasto público, sino que sigue apoyándola en encuestas. Es decir, este transitar el desierto del ajustefue decidido desde abajo, desde las personas de a pie y, en un país plebeyo como el nuestro, esa era la única manera de detener la tendencia a la detonación del gasto, que fue una constante desde que los conservadores salieron de escena en junio de 1943.
Este último punto es el que asombra y fascina tanto en el exterior como en nuestra propia clase alta, cada vez más aislada espacial y electoralmente del resto del país. En esa motosierra que mantiene apoyo en la opinión pública se encuentra el núcleo y la clave de la euforia financiera y del éxito del blanqueo de capitales.
Aun cuando del otro lado de la balanza de ese apoyo popular al ajuste del 5% del PBI sea inevitable tener que colocar características tan argentinas como el entusiasmo gaseoso, la ausencia de constancia y el nocivo esnobismo tan bien representado por el presidente de la nación.
Aun cuando la reducción del gasto haya sido -sin sorprender con un gobierno liberal y con la excepción de la AUH- regresiva y, además, dañina a los intereses del país, el hecho que el sentido común de la gente común haya resuelto que era momento de perder fuerte en aras de un fin superior como evitar una hiperinflación revela un escalón a la adultez de una de las sociedades más jóvenes del planeta.
Estas son solo algunas de las múltiples consecuencias de que el peronismo haya sido corrido de su largo rol protagónico. Una novedad tan trascendental como lo fue el giro liberal del PJ revelado de un día para otro en julio de 1989.
Navegando ya de espaldas al ocaso peronista, el arca argentina continúa su rumbo. Sigue adentrándose en el revuelto mar del antielitismo. Tal vez insiste en esta ruta porque es la más fiel a la revolución que le dio vida. Pero, por este sendero tan único de desactivación de élites por el que avanza, puede tener la seguridad de que le aguardan, para hoy o para mañana, tribulaciones y peligros.
*Analista político
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