Familias e instituciones educativas

Claves para sociedades pacíficas

Aula. Deben evidenciarse momentos de empatía y respeto. Foto: telam

Cuáles son los valores fundamentales que sustentan una convivencia pacífica y armoniosa en nuestras sociedades? ¿A través de quiénes los aprendemos y transmitimos? Tanto las familias como las instituciones educativas son claves en la formación de personas comprometidas con la construcción de un mundo más justo, comprensivo y solidario para la convivencia pacífica.

Entendida como el núcleo primario de socialización, la familia juega un papel fundamental en la transmisión de valores, normas y comportamientos que sustentan una cultura de paz y convivencia. Desde los primeros años de vida, las personas se desarrollan en el seno familiar aprendiendo de sus padres y cuidadores modelos de comportamiento, actitudes y formas de relacionarse con los demás. Los padres son los principales agentes de socialización, siendo responsables de guiar y modelar el comportamiento de sus hijos de manera que fomenten el respeto, la tolerancia y la solidaridad.

Promover en el hogar una cultura de paz y no violencia beneficia a cada miembro de la familia, trasciende a la sociedad y transforma nuestro mundo. Es en la familia donde se debe aprender a convivir por ser un espacio donde se aceptan las diferencias y se ejercita la capacidad de escucha; y se reconoce, respeta y aprecia al otro en un ambiente de amor, de comprensión y solidaridad.

La educación en el hogar se convierte así en un proceso continuo y significativo, donde se establecen las bases para la construcción de relaciones interpersonales basadas en el diálogo, la empatía y el entendimiento mutuo. Es en este espacio íntimo donde se desarrollan habilidades sociales y emocionales que son fundamentales para una convivencia pacífica y constructiva en la sociedad.

Pero además de las familias, las instituciones educativas son comunidades de paz. Estos espacios de aprendizaje y socialización no solo brindan conocimientos académicos, sino que también promueven valores éticos y morales que contribuyen a la construcción de una cultura de paz fomentando relaciones de solidaridad, colaboración y no violencia.

En su calidad de mediadores del conocimiento, los educadores desempeñan un papel fundamental en la formación integral de los educandos. Tienen la responsabilidad de promover en ellos el pensamiento crítico, la reflexión ética y la capacidad de resolver conflictos de manera pacífica.

Así, en cada aula deben evidenciarse elementos esenciales de la paz como la empatía, la compasión, la colaboración y el respeto. Sin dudas, cada habilidad y actitud que se cultiva en ese ámbito tiene un impacto positivo para la convivencia en la sociedad.

Es importante destacar que la influencia de la célula vital de la sociedad y de las instituciones educativas en la formación de valores y actitudes se entrelaza de manera significativa. La labor de promoción de la convivencia en paz requiere de la colaboración y el compromiso conjunto de la familia y de los educadores. La interacción entre ambas comunidades permite fortalecer los procesos de socialización y garantizar una educación integral que promueva una convivencia pacífica y respetuosa.

En estos espacios de crecimiento, las futuras generaciones desarrollan su proyecto vital como personas unidas en las diferencias y la diversidad, y, por tanto, comienzan a construir un mundo sostenible en la promoción de la paz, la tolerancia, la inclusión, la comprensión, la solidaridad y la armonía.

*Docente de la licenciatura en Orientación familiar de la Universidad Austral.