primera infancia

Brechas

Prioridad. Hay que replantearse la situación de la primera infancia. Foto: AFP

En un país donde la justicia social es un pilar de la identidad nacional, resulta alarmante que la primera infancia continúe siendo un compromiso incumplido. La situación de niñas y niños de 0 a 4 años en Argentina expone brechas significativas en múltiples dimensiones de desarrollo. A pesar de los avances legislativos y programas específicos, la realidad demuestra que estas políticas no alcanzan a todas las infancias por igual.

Uno de los indicadores más preocupantes es el acceso desigual a servicios básicos como agua potable, gas y desagües cloacales. Aún hoy, seis de cada diez niños viven en hogares que carecen de alguno de estos servicios esenciales, situación que se agrava en zonas urbanas marginales. Este déficit no solo impacta en la salud física de los más pequeños, sino que también condiciona su desarrollo cognitivo y socioemocional, dejando una huella difícil de borrar en su futuro.

En términos educativos, la situación no es menos desalentadora. Más de un tercio de los niños de 3 y 4 años nunca ha asistido a un establecimiento educativo formal. Esta falta de acceso temprano a la educación formal no solo perpetúa las desigualdades, sino que compromete seriamente las oportunidades de desarrollo y aprendizaje que son críticas en esta etapa de la vida.

Más de un tercio de los niños de 3 y 4 años nunca ha asistido a un establecimiento educativo formal

La salud pública enfrenta retos similares, con la mitad de los niños dependiendo exclusivamente del sistema de salud pública. Aunque se han implementado políticas que buscan abordar los desafíos que enfrenta la infancia vulnerable o acompañar los primeros años, como la Ley 1000 Días, su aplicación aún es incipiente.

Si bien la mayoría de las familias intenta proporcionar a sus hijos ambientes estimulantes, con acceso a juguetes y libros, casi cuatro de cada diez niños no tienen libros en su hogar, lo que limita severamente su desarrollo cognitivo y lingüístico. Además, aunque los métodos de disciplina no violentos están ganando terreno, una proporción significativa de niños aún experimenta castigos físicos o verbales, prácticas que deben ser erradicadas.

La situación de la primera infancia en Argentina nos obliga a replantear nuestras prioridades como sociedad. Invertir en la primera infancia no es solo una cuestión de justicia social, sino también de desarrollo económico a largo plazo. Urge una implementación más eficaz de políticas públicas integrales que aborden estas brechas y garanticen que todos los niños tengan las mismas oportunidades desde el comienzo de sus vidas. Porque solo así podremos construir un país más equitativo y próspero para todos.

*Investigadora y becaria doctoral del CONICET en el Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral.