Brecha digital, brecha social y el Topo que destruye el Estado
Argentina, país con grandes desigualdades en el acceso a la conectividad, requiere de una herramienta social como el Fondo Fiduciario del Servicio Universal, que el Presidente Milei disolvió. Aun así, las empresas de telecomunicaciones deben seguir aportando 1% de sus ingresos para “solventar” algo ya inexistente.

El Decreto 6/25 por decisión de Javier Milei, disuelve el Fondo Fiduciario del Servicio Universal, espacio que tenía como objetivo, proveer en sitios remotos y zonas geográficas sin cobertura en telecomunicaciones, el servicio correspondiente. Tambien cumplía en asegurar mínimas conectividades a personas de menores ingresos.
Claramente, una política equilibradora entre quienes pueden acceder a todos los instrumentos de las comunicaciones y quienes no, un sujeto público de enorme valor pues pegaba de lleno en la brecha social y en la antipática e irritante situación donde hay argentinos conectados y compatriotas desconectados.
En plena finalización del primer cuarto del siglo XXI era una política necesaria y justa que democratizaba nada menos que el uso de las telecomunicaciones.
Era algo que, como buen ejemplo de justicia social, al presidente le parece un “robo”. Por eso lo quitan. Por eso lo destruyen.
La rabia que brota del fanatismo ideológico de Milei, le hace cometer estos desatinos.
Argentina, país de enorme extensión geográfica y con desigualdades notorias en todo lo que significa la conectividad requería de una herramienta social como el FSU.
El gobierno liberó, a través de un decreto, el mercado de internet, la telefonía y el cable
Este Fondo se nutría de un concepto dinámico con la finalidad de posibilitar el acceso de todos los habitantes a los servicios Tics, para que se reciban en condiciones de calidad, a valores razonables y esto independientemente de su domicilio, ingresos o capacidades.
Su solvento nacía de recursos integrados con aportes de los prestadores de servicios de telecomunicaciones, quienes aportaban el 1% de sus ingresos.
Y, en verdad, funcionaba bastante bien y en virtud de este FSU podía fomentarse despliegue de infraestructura de telecomunicaciones y de programas y planes para uso digital en zonas de ruralidad donde no llegan los operadores privados.
El dato interesante (tal vez trágico) es que el gobierno nacional disuelve el FSU, pero las empresas deben seguir depositando su 1% en la misma cuenta anterior, sin que se sepa el destino de estos fondos. Diría mi amigo “Caimán” Canelo, “toma mate con chocolate”.
En tiempos de IA, 5G y 6G, procesos cuánticos, robótica, digitalización al palo y tutti cuanti en innovaciones tecnológicas, Milei y sus Libertarios Band Sereneiders nos llevan en un vuelo que sale de Córdoba, pasa por China, llega a Marte y regresa para depositarnos en el siglo XX, casi XIX en cuanto a la lucha contra la brecha digital, que como bien sabemos, es una brecha social.
El mundo se tecno-conecta y nosotros quitamos fondos, que no son del Estado, para que cientos de parajes, escuelas rurales y personas de recursos escasos, continúen desconectadas.
Aquí no aparece el ahorro para el gasto público, pero si se expone con su máscara más cruel y boba, la inconfundible cara del ultra liberalismo mezclado con anarco capitalismo que se pasa por los fondillos cualquier tema que tenga que ver con la democratización de las comunicaciones y un pedacito de justicia social para los desconectados.
Son cerca de dos mil pueblos en Argentina los que carece de acceso a telefonía móvil, una situación que este fondo buscaba revertir.
Este Fondo permitió tendido de fibra óptica en localidades del interior asi como mejoras en ciudades provincianas donde la conectividad juega un rol vital en la prestación de servicios de salud, de educación e incluso en mejorar condiciones económicas de los pueblos.
El “mercado”, no presta mucha atención a poblaciones de menos de 40 o 50 mil habitantes y, por ende, estas solo podían aguardar respuestas positivas para sus problemas de conectividad, por parte del FSU. Hoy, chau Picho…no hay fondo, no hay conectividad. Sigan participando.
Si bien estaba vigente desde años antes, recién en 2014 por ley 27078 (Argentina Digital) cobró fuerte estatus legal el Fondo.
He abogado desde siempre, por una regulación efectiva en las telecomunicaciones que asegure el acceso universal a los servicios de comunicación, lo que se alinea con los objetivos del FSU.
Defender el FSU es tomar partido por la promoción efectiva de la inclusión digital, que es mucho más que un mecanismo de financiación. Esto es lo que no quiere el gobierno.
Si existen dudas sobre la correcta aplicación de los fondos, en lugar de disolver habría que impulsar una auditoria continua y estricta del uso del dinero, para evitar ineficiencias y desvíos. Pero a Milei, como siempre repite, le encanta romper, destruir.
Y si se considera que los objetivos del Fondo, son escasos, se puede agregar que el FSU financie proyectos educativos y culturales vinculados a las telecomunicaciones.
Obviamente, todo esto que escribo es lo que pensamos quienes apostamos al futuro digital de la Argentina desde el conocimiento nacional y con tecnología propia, posición ésta que esta distante de destinar miles de millones de pesos para asegurarle a Musk la instalación de IA en el pais mediante el uso de energía nuclear, propuesta estrictamente comercial y de amigos.
El FSU era parte de una estrategia nacional de crecimiento en el acceso a Internet y es (era) un instrumento válido para el desarrollo provincial y local de las regiones argentinas.
Y, por supuesto que el FSU debe actualizar criterios y mecanismo de asignación de fondos, ubicarse en las necesidades cambiantes de nuestra sociedad en términos de conectividad y ser flexible para adaptarse a toda nueva tecnología y modelos de servicio que surjan.
Claro, todo esto si Milei no hubiese hecho desaparecer el FSU.
*Diputado Nacional mc – PJ Río Negro
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