Un estudio reveló que la felicidad empieza en casa
El Pew Research Center que consultó mas de 19 mil personas de 17 países avanzados reveló que la felicidad de las personas está cada vez menos asociada a la política.
La familia, los amigos, la salud, la estabilidad laboral y la tranquilidad económica, entendida como llegar a fin de mes, determinan la satisfacción de las personas. Esos factores hacen que la gente sea feliz. Lo otro, empezando por la política, pasa a ser secundario. Algo que ocurre fuera de casa, como el solazo en el verano o la nieve en el invierno. Un estudio del Pew Research Center, para el cual fueron consultados casi 19.000 adultos de 17 economías avanzadas, revela no sólo eso, sino también la lejanía de aquello que mantiene en vilo a las cúpulas del poder, cada vez más divorciadas de las necesidades de la población
Un sondeo anterior, realizado en 34 países, revelaba que más de la mitad de los ciudadanos en el mundo no está satisfecha con el funcionamiento de la democracia. Los motivos: frustración con la clase política e inestabilidad económica. El monopolio de la virtud consiste en estos tiempos en apartarse de los partidos tradicionales, desangelados en casi todas las latitudes, y transitar por el centro o abrazar una suerte de religión. La feligresía, abroquelada en movimientos que presumen ser nacionales y populares, recrea aquello que el psicoanalista y psicólogo social Erich Fromm llamó miedo a la libertad en la década del cuarenta.
La gente se interesa cada vez menos en la vida política de sus países
La vida es una, se supone, y no hay que desperdiciarla mientras una porción que se siente privilegiada declama igualdad por la mano izquierda y por la derecha. El Estado de bienestar, con fondos estatales, nunca propios, se ha convertido en un club de fieles reacio a perder sus magros ingresos por participar de una movilización en contra de algo o votar a favor de un candidato ignoto que representa al poder de turno. Es el resultado de políticas redistributivas orientadas a los sectores populares. Que no están mal en tanto sean momentáneas. Para salir del paso. No perennes como la hierba en desmedro de la dignidad.
¿Qué le importa realmente al ciudadano de a pie, ese que procura tener una vida digna, trabajar a diario y nada más? Mientras los surcoreanos anteponen el bienestar material, sinónimo de "comida en la mesa" y "un techo sobre mi cabeza", los taiwaneses ponderan la democracia (amenazada por China), los norteamericanos exaltan la religión y los británicos, los australianos, los franceses, los neozelandeses y los suecos ponen el acento en la naturaleza. Rasgo notorio entre aquellos que se identifican con la izquierda, más cerca de los verdes que de aquellos que no ven problema alguno en los incendios de la Amazonía o en las tragedias climáticas.
AO PAR