Gustavo Carrara, arzobispo de La Plata: "El papa Francisco es un profeta de la dignidad humana"
El presidente de Cáritas se refirió a los recortes implementados por Donald Trump en los programas de ayuda humanitaria a nivel internacional y pidió que "no perdamos la humanidad".
El presidente de Cáritas y arzobispo de La Plata, Gustavo Carrara, habló sobre los recortes implementados por Donald Trump en la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y consideró que esto tendrá un impacto muy fuerte en países muy pobres de África y Asia. “El cuestionamiento que hace el Papa Francisco es que no perdamos humanidad”, dijo en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).
Gustavo Carrara es presidente de Cáritas argentina y fue nombrado arzobispo de La Plata por el papa Francisco en noviembre de 2024. Su trayectoria eclesiástica comenzó al ingresar al seminario metropolitano de Buenos Aires. Luego realizó sus estudios en la Facultad de Teología de la UCA, también fue obispo auxiliar de Buenos Aires y el primer obispo villero ad hoc del país.
Cáritas Internacional calificó de catastróficos los recortes de Trump a la agencia norteamericana, USAID. Desde su perspectiva, ¿cómo se traducen estas consecuencias en América Latina y, particularmente, en Argentina?
Es una decisión abrupta que tomó el gobierno de los Estados Unidos sobre programas de ayuda que se vienen dando hace por lo menos seis décadas. Y que tenían impacto a través de Cáritas Internacional, pero también de muchas organizaciones de ayuda humanitaria. Es cerca del 40% de la ayuda internacional. Entonces, eso tiene un impacto sobre todo para países muy pobres de África, de Centroamérica.
No tiene un impacto tan fuerte en Argentina, pero sí tiene impacto en zonas de países muy pobres de Asia, que dependen casi íntegramente de esas ayudas. Son ayudas que van a lo alimentario, a temas de agua potable, de programas de alfabetización. Situaciones que se complican muchísimo porque se habla del día a día.
Entonces, esto fue de modo abrupto y, en principio, es por 90 días, pero son fondos que hace unos 60 años que se vienen dando. En el fondo, a mí me parece, esto es una opinión personal, que esos países han sufrido desigualdades respecto de los primeros mundos, o muchas veces, países más favorecidos se han aprovechado de esos lugares, como puede ser África. De manera que se compensa…
Lo que usted está tratando de decir es que no afecta a países de ingresos medios como Argentina, pero sí afecta a los países de ingresos bajos, como pudiera ser lo que usted mencionaba en África. Que, al mismo tiempo, la paradoja es que han sido explotados colonialmente, y su pobreza también es parte de la riqueza del mundo septentrional. ¿Sería eso?
Exacto, exacto.
¿Y qué rol puede jugar la Iglesia frente a este debilitamiento de la cooperación internacional?
Bueno, levantar su voz y decir: "Bueno, que no perdamos humanidad." Eso es lo central. Es lo que hizo Cáritas Internacional, es lo que hace el Papa cuando le escribe, por ejemplo, a los obispos norteamericanos una carta por todo el tema migratorio. Una carta que salió el 10 de febrero, que es muy interesante, alentando a los obispos norteamericanos a acompañar el drama de la inmigración.
O sea, la gente no se va de sus países porque quiere, sino buscando un futuro mejor para su familia. Y muchas veces una cosa tiene que ver con la otra. Estas ayudas humanitarias que llegaban a Centroamérica de alguna manera ayudan a que, por ahí, la migración no sea tan forzada. Entonces, lo que quiere hacer la Iglesia es lo que nos pide el Evangelio de Jesús. Es que no perdamos humanidad y que tratemos al otro ser humano como un semejante.
Digamos, si yo necesito agua, él también necesita agua. Si yo quiero una casita para vivir con dignidad, o la tengo, también la otra familia es digna de tenerla. Y a veces la respuesta fácil es: "Bueno, que vayan a trabajar". Y la gente trabaja, la gente es laboriosa, la gente con lo que puede saca su familia adelante.
Yo viví muchos años en la villa, y la gente trabajaba para darle de comer a sus hijos y para juntar unos pesos para los ladrillos de su casa. No es que la gente no quiere trabajar. Trabaja, y a veces en condiciones casi de semiesclavitud, en muchos casos.
O a una persona que tiene que tirar un carro y el precio del cartón baja. Y trabaja 14 horas por día de tracción a sangre, está viviendo un estado semiesclavitud para poder comer al día. Un vendedor ambulante que, si no vende, no puede pagar la noche del hotel para sus hijos, porque vive al día. Entonces, el planteo y el cuestionamiento que hace a veces el Papa Francisco es que no perdamos humanidad. Yo diría que el Papa Francisco es un profeta de la dignidad humana.
Me gustaría que compartiera con nuestra audiencia su experiencia viviendo en la villa. ¿Cuántos años estuvo allí? ¿Cómo fue esa experiencia y qué le cambió la vida?
Bueno, yo estuve más o menos 17 años. Primero estuve dos años en Barrio Carrillo de Soldati. Y después en la villa del Bajo Flores, frente a San Lorenzo, que hoy se llama Barrio Padre Rodolfo Ricciardelli. Y ahí aprendí eso. Aprendí de la fe sencilla de la gente, una fe que obra por el amor, o sea, que tiene ascendencia y encarnadura en la vida concreta.
Aprendí de mucha solidaridad de los vecinos y vecinas, y también en situaciones de mucha dificultad. Porque cuando el Estado no está inteligentemente presente, dialogando con esa comunidad, que conoce sus dificultades concretas, por ejemplo, avanza el narcotráfico, que hipoteca la vida en primer lugar de los adolescentes de esos barrios populares.
Pero bueno, la verdad que, siendo párroco de esos lugares, yo fui feliz. Realmente, fueron de los años más felices de mi vida.
O sea, sentía que en esos casos su tarea era más útil que nunca.
Sí, es más concreta en el sentido de que uno, con la comunidad, va discerniendo si es necesario hacer un jardín comunitario o una escuela de nivel inicial, y se va haciendo, y se va dando, y finalmente se hace una escuela. Y después viene la escuela primaria, la secundaria, y bueno, uno ve cómo la educación, la escuela, les cambia la vida a los chicos.
Entonces, formar parte de esos proyectos comunitarios. Y cuando uno se hace amigo del tiempo y ve que los adolescentes, por ahí, terminan su secundaria, buscan un estudio terciario, incluso alguno recibe la inspiración para una vocación sacerdotal. Y alguno de ellos, o varios de ellos, hoy son sacerdotes.
Bueno, uno ve que tiene una misión cumplida, y bueno, son cosas que dan alegría. Ver que la gente es feliz con esas pequeñas cosas, pero que va saliendo adelante, da mucha alegría también.
Esta rápida carta del Papa a los obispos norteamericanos y esta versión recargada de Trump en su segunda presidencia, ¿permitirían proyectar que va a haber tensiones superiores a lo normal entre el Vaticano y Washington, y que el Papa tenga que cumplir un papel destacado en poner límites, por lo menos morales, al gobierno de los Estados Unidos?
Uno lo ve al Papa muy preocupado por distintos temas que se dan en el mundo. No hay domingo prácticamente que no hable de la guerra, por ejemplo, en sus distintas expresiones, en distintos lugares del mundo.
Él plantea que la guerra es la derrota de la política, que la guerra solo trae sufrimiento y más sufrimiento, y que detrás está la carrera por generar más armas y, en el fondo, detrás está el dios dinero, al que le rendimos culto.
Entonces, en el fondo, el Papa propone una economía que ponga en el centro la dignidad de las personas humanas. Y que en torno a eso gire todo. Y, bueno, eso a veces plantea discusiones. Puede haber choques de miradas, pero siempre el Papa propone abrir y tender puentes de diálogo. En ese sentido es profundamente humanista.
Claudio Mardones (CM) Hace algunas horas, el obispo de La Rioja, Dante Braida, envió una carta al Senado en donde expresa su respaldo a un proyecto de Ley para la prevención de ludopatía, que fue aprobado por la Cámara de Diputados a fines del año pasado. El presidente Javier Milei dijo que si prospera el proyecto, lo vetará. Piensa que puede haber un nuevo llamado de atención por parte de la Iglesia Católica respecto al futuro, quizás sombrío, que puede llegar a tener este proyecto si no tiene la media sanción del Senado?
La Iglesia hace ya varios años que viene trabajando con este tema. Y de ahí salió esa frase de algún documento que en algún momento hicimos los curas de las villas, también la pastoral de dependencia que titulaba así: "En cada celular, un casino".
Entonces, la verdad es que los adolescentes están en un proceso de educación, de formación. No tienen todas las herramientas que se supone que tiene un adulto para discernir qué es bueno, qué es malo, hasta dónde se puede, hasta dónde no se puede interactuar con esto de las apuestas online.
Entonces, todos creemos en la libertad, pero la libertad requiere también una educación, tener una mirada amplia de la vida. Entonces, en ese sentido, nos parece que está bien limitar las apuestas online.
Y yo lo escucho, por lo menos en Ciudad de Buenos Aires escuchaba esa preocupación de que los adolescentes van generando, en algunas situaciones, ludopatía y que los papás, llegado un momento, ya no saben cómo hacer.
Y entonces, es un problema. Y también es una adicción un poco más silenciosa, que por ahí uno no se da cuenta hasta que emerge de modo muy fuerte. Ese es nuestro parecer, que los adolescentes necesitan ser acompañados en su camino de educación, y limitar esto es algo importante.
MC
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